El tresillo (denominado también rocambor) es un juego de cartas, muy habitual en España durante el siglo XIX. Es considerado una evolución del juego de naipes denominado El Hombre.[1] Emplea de forma exclusiva baraja española de cuarenta cartas.[2] En cada partida un jugador "el jugador" se enfrenta a los otros dos que se dice "van a la contra". Uno de ellos es "primero" y el otro se denomina "indiferente". El jugador gana si consigue más bazas que cualquiera de sus oponentes y pierde en caso contrario: "puesta" si empata a bazas o "codillo" si consigue menos bazas que cualquiera de sus oponentes. Es habitual que el número de jugadores sea de cuatro (en algunas ocasiones se admite tres),[1] siendo en cada turno solo tres los que efectúan el lance del juego. El cuarto reparte las cartas, es por esta razón por la que se denomina alcalde o zángano.
En el caso de cuatro jugadores, el que hace de alcalde reparte, de tres en tres, cartas a los tres jugadores de tal forma que acumulen nueve por jugador. Sobrarán trece cartas que colocan en mazo sobre la mesa para los descartes. Se juega a nueve bazas, por lo que el jugador ganará siempre que consiga cinco bazas o cuatro si sus oponentes hacen tres y dos.