Según la clasificación DSM-IV de los trastornos mentales, la traumatofobia es una fobia específica a las heridas. Es un miedo anormal y patológico a sufrir una lesión. [1]
Traumatofobia, viene del griego τραῦμα (trauma), "herida, daño" y φόβος (phobos), "miedo". Se asocia con fobia a BII (sangre, lesiones e inyecciones). Los afectados presentan una ansiedad irracional o excesiva y un deseo de evitar objetos y situaciones específicos que les generan miedo, hasta el punto de evitar procedimientos médicos que podrían salvarles la vida. [2] Según un estudio, es más común en mujeres. [3]
Lo que distingue a la traumatofobia es que cuando una persona se expone a sangre, una lesión o una inyección, comienza a experimentar sensaciones extremas de terror, como falta de aire, sudoración excesiva, boca seca, sensación de malestar, temblores, palpitaciones del corazón, incapacidad de hablar o pensar con claridad, miedo a morir, volverse loco o perder el control; una sensación de desapego de la realidad o un ataque de ansiedad en toda regla. [4] Cabe destacar que la dentofobia es distinta de la traumatofobia. [5]
Los tratamientos disponibles son en su mayoría terapias conductuales y cognitivas, siendo la más común la conductual. Una forma de terapia conductual para la traumatofobia es exponer al paciente a los estímulos, en este caso la exposición a sangre, lesiones e inyecciones, y repetir el proceso hasta que las reacciones del cliente disminuyan y/o se curen. La hipnoterapia es otra opción.