Los tratados de Locarno, comúnmente denominados Acuerdos de Locarno, es el nombre que recibieron los ocho pactos[1] destinados a reforzar la paz en Europa después de la I Guerra Mundial firmados por los representantes de Bélgica, Checoslovaquia, Francia, Alemania, Reino Unido, Reino de Italia y Polonia en Londres, Inglaterra, el 1 de diciembre de 1925.
La conferencia en la que se negociaron los tratados tuvo lugar entre el 5 y el 16 de octubre de 1925 y su resultado fue que Francia, Bélgica y Alemania renunciaron a cambiar violentamente las fronteras entre sus países. Esto significó también que Alemania reconoció su frontera occidental tal como la había fijado el Tratado de Versalles.[2]
Fueron el fruto de una serie de reuniones a las que asistieron, entre otros, los ministros de Asuntos Exteriores alemán (Gustav Stresemann), francés (Aristide Briand) y británico (Joseph Austen Chamberlain), así como el jefe de gobierno italiano Benito Mussolini.
Los ocho documentos incluían:[1]
En el primero de los acuerdos, Francia, Alemania y Bélgica reconocían mutuamente sus fronteras y se comprometían a respetarlas. Se estableció que Renania, una región histórica cuyo territorio formaba parte de estos tres países, se consideraría zona neutral desmilitarizada. Los británicos e italianos actuaron como garantes de tal compromiso, pero no contrajeron obligaciones militares que les comprometieran a su cumplimiento. Aunque Francia firmó convenios de seguridad con Polonia y Checoslovaquia,[1] estos documentos no ofrecían el mismo reconocimiento fronterizo para los países limítrofes con el margen oriental de Alemania. No obstante, se acordó el arbitraje obligatorio en el caso de conflictos entre Alemania y Francia, Bélgica, Polonia y Checoslovaquia. Los tratados debían aplicarse dentro del marco de la Sociedad de Naciones, en la que en 1926 fue admitida Alemania. En un principio, el espíritu que guio estos compromisos contribuyó a mejorar las relaciones entre Francia y Alemania, pero la situación empeoró en la década de 1930. Anteriormente el primer ministro francés Raymond Poincaré había ordenado la invasión del Ruhr el 11 de enero de 1923 con el objetivo de ocupar el centro alemán de producción de carbón, hierro y acero situado en la Región del Ruhr, debido a la incapacidad de pago de las sanciones a la Alemania en 1919. Escogido canciller, Adolf Hitler denunció el principal Tratado de Locarno cuando ordenó la remilitarización de Renania en 1936, iniciando una política agresiva en Europa central, que al no recibir respuesta por parte de los otros signatarios de los Acuerdos condujo tres años más tarde a la II Guerra Mundial.