El Tratado de Constantinopla fue el resultado de la conferencia de Constantinopla celebrada en febrero de 1832 entre las grandes potencias de la época: (Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, Francia y Rusia) y el Imperio otomano.[1] Esta conferencia se produjo tras la renuncia de Leopoldo I de Bélgica a ocupar el trono de Grecia, que recayó en Otón I.[2] Este tratado puso fin a la guerra de independencia griega y sentó las bases de un reino griego independiente.[1]
Los griegos recibían además la zona de Lamía.