En la mitología griega Toante (en griego antiguo: Θόας, Thóas) era un rey anciano[1] de la isla de Lemnos,[2] hijo de Dioniso[3] y padre de Hipsípila.[4] Su hija, revestida con las armas de su padre, lo había colocado en un cofre hueco que arrojó al mar para que fuera llevado, por si acaso lograba salvarse.[1] Según Diodoro Sículo Toante fue uno de los generales del sabio Radamantis, y este, después de conquistar un buen número de islas, le concedió a Toante la soberanía de Lemnos.[5]
Hipsípila cuenta que cuando Toante reinaba sobre los ciudadanos lemnios, entonces las gentes del país se lanzaban con las naves a saquear las haciendas de los que allá enfrente habitan Tracia, y traían aquí un inmenso botín con muchachas incluso. Se cumplía el designio de Cipris, diosa funesta que les había infundido una perniciosa locura.[6]
Los argonautas, con Jasón como navarca, se hicieron a la mar y arribaron a Lemnos. Entonces Lemnos no tenía hombres y su reina era Hipsípila, hija del Toante, por lo siguiente: las lemnias no honraban a Afrodita y ella les infligió una fetidez que impulsó a sus maridos a tomar cautivas de la cercana Tracia para yacer con ellas. Las lemnias desdeñadas mataron a sus padres y maridos; sólo Hipsípila salvó a su padre Toante escondiéndolo. Cuando los argonautas llegaron a Lemnos, entonces en poder de las mujeres, se unieron con ellas. Hipsípila yació con Jasón y tuvo hijos, Euneo y Nebrófono,[4] que otros refieren como Toante (el segundo) y Euneo.[7]
Valerio Flaco narra el episodio más extenso sobre Toante. Dice que durante la noche de la masacre, Hipsípila despertó a Toante, le cubrió la cabeza y lo llevó al templo de Dioniso, donde lo escondió. A la mañana siguiente, Hipsípila disfrazó a Toante como una estatua de culto de Dioniso del templo y lo colocó en el carro ritual. Luego llevó a Toante por las calles de la ciudad, gritando en voz alta que la estatua del dios había sido contaminada por los sangrientos asesinatos de la noche y que debía ser purificada en el mar. Gracias a este subterfugio, y con la ayuda del dios Dioniso, Toante quedó a salvo fuera de la ciudad. Pero temiendo ser descubierta, Hipsípila encontró un viejo barco abandonado, en el que Toante se hizo a la mar y finalmente llegó a la tierra de los taurios, donde «Diana le puso una espada en la mano y lo nombró guardián de tu triste altar».[8]
Se cuenta que por la noche Teseo llegó a Naxos con Ariadna y los otros jóvenes que fueron enviados como víctimas para el Minotauro. Pero Dioniso, enamorado de Ariadna, la raptó y la llevó a Lemnos, donde yació con ella y engendró a Toante, Estáfilo, Enopión y Pepareto.[3] Sin embargo, según Plutarco, Enopión y Estáfilo eran en realidad los hijos de Teseo y Ariadna.[9] Tras escapar de Lemnos, Toante fue rescatado por unos pescadores junto a la isla llamada antes Enea y más tarde Sícino, y Sicino fue el hijo epónimo que Toante engendró con la ninfa náyade Enea. Enea («vinosa») parece un nombre adecuado para el hijo del dios del vino.[10] Otros alegan que Toante tenía una esposa llamada Mirina, que era hija de Creteo.[11]
Higino, identifica a Toante, padre de Hipsípila, con Toante, rey de los tauros.[12] Hipsípila había embarcado en secreto a su padre Toante, a quien una tempestad lo arrastró hasta la isla Táurica.[13]