Las tierras altas centrales de Madagascar (en malgache: Tanety avo afovoany, también tanety avo —‘tierras altas’—) constituyen una extensa región natural y biogeográfica situada en el centro de Madagascar. Se corresponden en gran medida con la ecorregión definida por el WWF como bosques subhúmedos de Madagascar (código AT0118).[1]
Bosques subhúmedos de Madagascar | ||
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![]() Paisaje agrícola en las tierras altas centrales de Madagascar. | ||
Ecozona | Afrotropical | |
Bioma | Selva lluviosa | |
Extensión | 274.800 km2 | |
Estado de conservación | Vulnerable | |
Países |
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Ecorregiones – WWF | ||
![]() Mapa de Bosques subhúmedos de Madagascar
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Se trata de un altiplano de origen principalmente cristalino y volcánico que se extiende de norte a sur durante unos 800 km, con altitudes continuas superiores a los 800 m y cumbres que sobrepasan los 2.600 m. Este espacio concentra una parte fundamental de la población, la agricultura y la cultura del país, albergando las principales ciudades, entre ellas la capital Antananarivo. El paisaje característico combina macizos montañosos, colinas modeladas en terrazas de arroz y sabanas antropizadas, lo que convierte a la región en el corazón demográfico y económico de Madagascar.
En castellano se conocen principalmente como tierras altas centrales de Madagascar, aunque también se emplean expresiones como altiplano central o meseta central.
En malgache se documentan diversas formas: tanety avo afovoany (‘tierras altas centrales’) y el término más general tanety avo (‘tierras altas’).
En la bibliografía científica en inglés aparecen denominaciones como Central Highlands, Central Highland Plateau o Central High Plateau.
En la literatura francófona se emplean habitualmente las expresiones Hautes Terres de Madagascar y Hautes Terres centrales, y más antiguamente Hauts-Plateaux, en referencia al altiplano que ocupa el interior de la isla.
Las tierras altas centrales constituyen una extensa región natural y biogeográfica situada en el interior del país. Se incluyen en ellas los espacios montañosos y colinosos localizados de forma continua por encima de los 800 m de altitud, con numerosas cumbres que sobrepasan los 2.000 m y picos destacados que superan los 2.600 m.[2]
El relieve es heterogéneo: combina macizos graníticos muy antiguos con alineaciones de origen volcánico más reciente. En el paisaje son frecuentes los conos de escorias, domos y cráteres aislados, junto a valles amplios y cuencas intramontanas. Estas formas han favorecido la presencia de suelos fértiles en depresiones y laderas, lo que ha permitido un uso agrícola intensivo desde época precolonial.
La región constituye uno de los principales paisajes agrarios de Madagascar, caracterizado por terrazas de arroz (tanim-bary), mosaicos de huertos, plantaciones y sabanas antrópicas. La deforestación histórica de los bosques subhúmedos ha dado lugar a extensas áreas de pastizales y matorrales secundarios, aunque todavía se conservan fragmentos boscosos de gran interés ecológico.
Las tierras altas centrales concentran buena parte de la población del país y acogen las ciudades más importantes, incluida la capital Antananarivo, lo que convierte a este altiplano en el núcleo demográfico, económico y cultural de Madagascar.
De norte a sur, el altiplano central se extiende a lo largo de unos 800 km, ocupando el núcleo interior de la isla. Presenta una altitud media situada entre 800 y 1.500 m, con numerosas mesetas y macizos que alcanzan cotas superiores a los 2.600 m.
Al norte, limita con las tierras altas septentrionales (tanety avo avaratra), de las que queda separado por la Ventana de Mandritsara (Varavarankelin’i Mandritsara). Esta depresión funciona tanto como corredor de comunicación como barrera ecológica, condicionando la dispersión de numerosas especies.[2]
Hacia el oeste, el altiplano desciende gradualmente en terrazas y planicies hacia las tierras bajas de Bongolava y las sabanas occidentales. En contraste, el flanco oriental se caracteriza por escarpes abruptos que se precipitan hacia la estrecha llanura costera bañada por el océano Índico.
Entre los principales conjuntos fisiográficos de las tierras altas centrales se encuentran:
Las tierras altas centrales abarcan, total o parcialmente, varias de las regiones administrativas del país. Se trata de unidades que, aunque definidas en la reforma territorial de 2004, corresponden en buena medida a espacios históricos y geográficos vinculados al altiplano. Los topónimos oficiales se mantienen en malgache:
En conjunto, estas regiones representan alrededor del 20 % de la superficie del país, pero concentran cerca de la mitad de la población malgache, lo que refleja el peso demográfico y económico de las tierras altas centrales.[5]
En el altiplano predomina un clima relativamente fresco y subhúmedo de montaña, condicionado por la altitud y la exposición de las vertientes.
Las temperaturas medias mensuales oscilan entre 13 y 20 °C, con marcada amplitud térmica diaria. Durante la estación fresca (de mayo a septiembre) son frecuentes las nieblas y, en las zonas más elevadas, las heladas nocturnas. La estación cálida y lluviosa se desarrolla de octubre a abril, con máximos de precipitación entre diciembre y marzo.
La precipitación media anual suele situarse entre 1000 y 1500 mm, con contrastes locales: las laderas orientales, expuestas a los vientos alisios del océano Índico, registran valores más altos, mientras que las vertientes occidentales reciben lluvias menores y presentan una marcada estacionalidad.
El clima ha favorecido el desarrollo de bosques subhúmedos, aunque gran parte de ellos ha sido transformada en sabanas antrópicas y terrazas de cultivo de arroz (tanim-bary). Esta combinación de frescor relativo, lluvias suficientes y suelos fértiles explica la alta concentración demográfica y agrícola de la región.[6]
Las tierras altas centrales concentran cerca de la mitad de la población de Madagascar, lo que las convierte en el núcleo demográfico y cultural de la isla. En esta región se localizan ciudades de gran importancia, como la capital Antananarivo, la segunda urbe del altiplano Fianarantsoa, y otras localidades dinámicas como Antsirabe, Ambositra o Ambohimanga, esta última reconocida como Patrimonio de la Humanidad por su valor histórico y cultural.
Históricamente, el altiplano fue el territorio del reino de Imerina, base política de la monarquía malgache que en el siglo XIX unificó buena parte del país. Este legado explica la concentración de instituciones, centros educativos y religiosos, así como la densidad poblacional mucho mayor que en otras regiones.
Los paisajes agrarios incluyen terrazas de arroz (tanim-bary), huertas familiares, cultivos de maíz, patata, judías y batata, además de plantaciones de té, viñedo y café en áreas favorables. La ganadería bovina (zebú) y la silvicultura —con especies nativas y exóticas, como el eucalipto— completan los usos del suelo.
La deforestación histórica ha transformado amplias superficies en sabanas antrópicas (tanety), utilizadas para pastoreo y cultivo. Sin embargo, aún subsisten fragmentos de bosques subhúmedos con alto valor ecológico.
Las tierras altas centrales forman parte de la ecorregión de los bosques subhúmedos de Madagascar (código WWF AT0118). Se trata de un mosaico de paisajes que combina fragmentos de bosque húmedo montano, sabanas antrópicas (tanety), cultivos en terraza y matorrales secundarios.
La flora original incluía bosques dominados por especies endémicas de Uapaca, Weinmannia, Ocotea y Tambourissa, además de un rico sotobosque de arbustos, lianas y orquídeas. Gran parte de estas formaciones ha sido reemplazada por eucalipto, pino y otros árboles exóticos plantados para leña y construcción, aunque todavía sobreviven áreas de bosque nativo en parques nacionales y reservas.
En cuanto a la fauna, el altiplano alberga numerosas especies de vertebrados endémicos o restringidos a este hábitat montano:
La avifauna incluye especies de ambientes montanos como el Coua cristata, la Newtonia amphichroa y el Zosterops maderaspatanus, algunas consideradas subespecies restringidas a la zona central.
A diferencia de las tierras altas septentrionales, donde la fragmentación de hábitats ha dado lugar a un elevado número de endemismos locales, en las tierras altas centrales la continuidad del paisaje montano ha favorecido la dispersión de especies, lo que explica una tasa de endemismo local relativamente baja.[11]
Los principales problemas de conservación derivan de la pérdida de bosques originales, la expansión de sabanas antrópicas y la presión agrícola y ganadera. Varias áreas del altiplano están protegidas dentro del sistema de parques nacionales de Madagascar, como el Parque nacional de Andringitra y la reserva de Anjozorobe-Angavo.