The Dream of the Rood ("El sueño de la Cruz") es uno de los poemas cristianos del corpus de la literatura inglesa antigua. Pertenece al género de la visión onírica o visio. Como la mayor parte de la poesía anglosajona, está escrito en verso aliterativo. La palabra rood proviene del inglés antiguo rōd, que significa "poste, madero vertical" o más específicamente "crucifijo". El poema se conserva en el Libro de Vercelli, del siglo X, pero es posible que sea al menos tan antiguo como la cruz de Ruthwell, del siglo VIII. Es una de las obras más antiguas de la literatura anglosajona.
El poema se presenta como el relato de un sueño del narrador. En este sueño o visión, el narrador habla con la cruz en la que fue crucificado Jesús. El poema puede dividirse en tres secciones, comprendiendo las líneas 1–27, 28–121 y 122–156.[1] En la primera sección, el narrador tiene una visión de la Cruz. Al principio, observa que está cubierta de gemas, y se percibe a sí mismo como pobre y despreciable frente al glorioso árbol de la Cruz. Luego, sin embargo, nota que entre las piedras preciosas que cubren la Cruz, esta está manchada de sangre.[2] En la segunda sección, la Cruz narra la muerte de Jesús, contando la historia de la crucifixión desde su punto de vista. Comienza con el enemigo que viene a talar el árbol y llevárselo. El árbol comprende más tarde que no se lo destinará a crucificar a un criminal, sino a Cristo. El Señor y la Cruz se hacen uno y se mantienen erguidos y victoriosos, rehusándose a caer y aceptando un dolor insoportable por la salvación de la humanidad. No solo Cristo sino también la Cruz son atravesados por los clavos. Afirma Adelheid L. J. Thieme: "Se representa a la cruz misma como sirviente de su amo, cuya característica más saliente es su lealtad inconmovible".[3] El madero y Cristo son uno en esta representación de la Pasión: ambos son atravesados por clavos, burlados y torturados. Luego, al igual que Cristo, la Cruz resucita y se la adorna con oro y plata.[4] Se la honra por sobre todos los árboles, al igual que Cristo es honrado por sobre todos los hombres. La Cruz le encarga luego a quien recibe la visión la tarea de compartir con otros lo que ha visto. En la tercera sección del poema, la visión termina y el autor reflexiona sobre ella. Alaba a Dios por lo que ha visto, y lo llenan la esperanza de la vida eterna y el deseo de volver a estar cerca de la gloriosa Cruz.[5]
Existen diversas lecturas alternativas de la estructura del poema, debido a su gran cantidad de elementos y a la falta de divisiones claras. Estudiosos como Faith H. Patten lo dividen en tres partes según quién sea el hablante: sección introductoria (líneas 1–26), discurso de la Cruz (líneas 28–121) y sección de cierre (líneas 122–156).[6] Aunque esta es la forma de división más obvia, no tiene en cuenta la unidad temática ni las diferencias de tono.[7] Constance B. Hieatt distingue las partes del discurso de la Cruz según el hablante, el asunto y los paralelismos verbales, lo que produce la siguiente división: prólogo (líneas 1–27); visión I (líneas 28–77): historia del Madero; visión II (líneas 78–94): explicación de la gloria del Madero; visión III (líneas 95–121): mensaje del Madero a la humanidad; epílogo (líneas 122–156).[8] M. I. Del Mastro sugiere la imagen de círculos concéntricos, similar a un quiasmo, cuya repetición refleja la importancia creciente del centro: el círculo del narrador-soñador (líneas 1–27), el círculo del Madero (líneas 28–38), el círculo de Cristo (líneas 39–73a), nuevamente el círculo del Madero (líneas 73b–121), y vuelta al círculo del narrador-soñador (líneas 122–156).[9]
The Dream of the Rood sobrevive en el Libro de Vercelli, llamado así porque su manuscrito se encuentra en la ciudad italiana de Vercelli. El libro, datado en el siglo X, incluye veintitrés homilías entremezcladas con seis poemas religiosos: The Dream of the Rood, Andreas, The Fates of the Apostles, Soul and Body, Elene y un fragmento poético homilético.
Se puede leer parte de The Dream of the Rood en la Cruz de Ruthwell, una cruz anglosajona del siglo VIII de 5,5 m de altura que quizá se utilizaba como "herramienta de conversión".[10] A cada lado de la tracería decorativa de la cruz hay talladas runas. Escrito en esas runas se lee un fragmento del poema, junto con escenas de los evangelios, vidas de santos, imágenes de Jesús sanando a los ciegos, la Anunciación y la historia de Egipto, además de antífonas latinas y molduras decorativas. Aunque la cruz fue derribada luego de la Reforma protestante escocesa, fue posible reconstruirla casi totalmente en el siglo XIX.[11] Los estudios más recientes tienden a considerar las runas como una adición posterior a un monumento con imágenes ya existente.
Hay una representación de la Cruz similar a la del poema en el Acertijo 9 de Tatwine, escritor anglosajón del siglo VIII. El acertijo en cuestión dice así:[12]
Multicolor me veo ahora, ahora brilla mi forma. Por ley fui una vez el terror de los esclavos, pero ahora, gozoso, el mundo me venera y adorna. Aquel que que pruebe mi fruto será sanado, porque se me concedido dar salud a los enfermos. Por eso el hombre sabio elige llevarme en su frente.
El autor de The Dream of the Rood es desconocido. Es posible que el poema, en su forma actual, sea obra de múltiples autores. La datación aproximada de la Cruz de Ruthwell indica el siglo VIII como la fecha más temprana que puede considerarse para cualquier versión del poema en circulación en el norte de Gran Bretaña.
Los estudiosos del siglo XIX intentaron atribuirlo a algunos de los escasos poetas anglosajones de nombre conocido. Daniel H. Haigh sostenía que la inscripción de la Cruz de Ruthwell debía ser un grupo de fragmentos de un poema perdido de Cædmon, quien según la Historia eclesiástica de la nación inglesa de Beda habría sido el primer poeta cristiano inglés:[13] "En este monumento, erigido alrededor del año 665, tenemos fragmentos de un poema religioso de una altísima calidad, y no había entonces en Inglaterra sino un hombre que mereciera el nombre de poeta religioso, y ese hombre era Caedmon".[14]De manera similar, George Stephens afirmaba que la forma lingüística y la estructura deThe Dream of the Rood indicaban una fecha del siglo VII.[15] Dando por cierto que el único poeta cristiano antes de Beda era Cædmon, Stephen argumentaba que Cædmon debía ser el autor deThe Dream of the Rood. Afirmaba, además, que la Cruz de Ruthwell incluía una inscripción rúnica que podía leerse como "Caedmon me hizo".[16] Estas ideas ya no son aceptadas por los estudiosos.
Algunos otros expertos han atribuidoThe Dream of the Rood a Cynewulf, un poeta anglosajón que vivió hacia el siglo IX. Dos de los poemas firmados de Cynewulf están en el Libro de Vercelli, el mismo manuscrito que contieneThe Dream of the Rood; entre ellos está Elene, que trata de cómo Santa Elena supuestamente descubrió la cruz en la que fue crucificado Jesús.[17] A partir de esto, Franz Dietrich planteó que los parecidos entre Elene de Cynewulf y The Dream of the Rood revelaban una autoría común.[18] Esta atribución, no obstante, tampoco es aceptada en general.
En una serie de estudios, Leonard Neidorf presenta evidencia métrica, léxica y sintáctica en favor de la idea de una autoría compuesta deThe Dream of the Rood. Sostiene que el poema contiene contribuciones de al menos dos poetas diferentes, que tenían estilos distintivos de composición.[19] [20] [21] [22]
Algunos estudiosos sostienen que en el poema prevalecen los elementos paganos, afirmando que la idea de un árbol que habla es animista. Se ha dicho también que la creencia en espiritualidad de los objetos naturales es un reconocimiento del árbol como objeto de adoración. En Heathen Gods in Old English Literature, Richard North resalta la importancia del sacrificio del árbol según las virtudes paganas. Afirma que "la imagen de la muerte de Cristo en este poema se construyó con referencia a la idea angla del árbol del mundo".[23] North sugiere que el autor deThe Dream of the Rood "usa el lenguaje del mito de Ingui para presentar la Pasión a sus compatriotas recién cristianizados como una historia proveniente de su tradición nativa".[23] Más aún, el triunfo del árbol sobre la muerte se celebra adornando la cruz con oro y joyas.En las obras de este período es notable la síntesis del empleo de imaginería "pagana" y "cristiana", tal como puede observarse en el Cofre de Auzon y el asta de cruz de Kirkby Stephen, que parece fusionar la imagen de Cristo crucificado con la del dios Woden (Odín) atado al Árbol de la Vida.[24] Otros han leído la mezcla de temas cristianos con convenciones heroicas como una re-imaginación y un abrazo de la cultura anglosajona al cristianismo, más que como una conquista.[25]
El poema puede leerse como cristiano y también como precristiano. Bruce Mitchell señala que The Dream of the Rood es "el documento literario central para entender la resolución de la competencia de culturas que era la preocupación principal de los anglosajones cristianos". En la cultura de los anglosajones se aúnan en conflicto la tradición heroica germánica y la doctrina cristiana del perdón y el autosacrificio, cuyas influencias pueden observarse con facilidad en la poesía de la época. Por ejemplo, en The Dream of the Rood, se presenta a Cristo como a "un guerrero heroico que salta sobre la Cruz con entusiasmo para presentarle batalla a la muerte; la Cruz es un siervo leal que, dolorosa y paradójicamente, se ve obligado a participar en la ejecución de su Señor".[26] Puede verse a Cristo también como a "un señor guerrero anglosajón, servido por sus nobles thanes, especialmente en la cruz, y que los recompensa en la fiesta de su gloria en el cielo".[27] Así, la crucifixión de Cristo es una victoria, ya que Cristo podría haber luchado contra sus enemigos pero eligió morir. John Canuteson cree que el poema "muestra cómo Cristo está dispuesto a abrazar su destino y que de hecho lo ansía, [y] revela también los detalles físicos de lo que le ocurre a un hombre, más que a un dios, en la Cruz".[28] Esta imagen de Cristo como "heroico señor" y "guerrero heroico" se observa con frecuencia en la literatura anglosajona (y germánica), y sigue la línea de buscar el entendimiento del cristianismo a través de la tradición germánica precristiana. De esta manera, "el poema resuelve no solo las tensiones entre paganismo y cristianismo en la cultura anglosajona sino también los debates doctrinarios de la época sobre la naturaleza de Cristo, quien era tanto Dios como hombre, tanto humano como divino".[29]
J. A. Burrow hace notar una interesante paradoja en la forma en que el poema plantea la Cruz como vía a la salvación: la Cruz afirma que no puede caer y que debe permanecer fuerte para cumplir la voluntad de Dios. Sin embargo, para hacer realidad esta gracia, la Cruz debe ser un instrumento fundamental en la muerte de Jesús.[30] Esto pone las acciones de Jesús durante la crucifixión bajo una nueva luz. Ni Jesús ni la Cruz interpretan el papel de víctima indefensa en el poema, sino que ambos permanecen firmes. Jesús es retratado como hombre fuerte y conquistador; se le da la apariencia de un "heroico señor germánico, uno que muere para salvar a sus soldados".[31] En vez de aceptar la crucifixión, Jesús "abraza" la Cruz y carga con todos los pecados de la humanidad.
Mary Dockray-Miller sostiene que la imaginería sexual identificada por Faith Patten (ver más abajo), sirve para "feminizar" a la Cruz de forma que esta refleje la masculinidad enfatizada del Cristo guerrero del poema.[27]
Faith Patten identificó "imaginería sexual" en el poema entre la Cruz y la figura de Cristo, destacando las líneas 39–42, en las que Cristo abraza la Cruz luego de haberse "desvestido" y haber saltado sobre ella.[6] John Canuteson, ampliando esta interpretación, sostuvo que este abrazo es "una extensión lógica de lo implicado por el matrimonio de Cristo y la Iglesia" y que, en el poema, se transforma en "una especie de consumación matrimonial".[28]
Rebeca Hinton identifica una semejanza del poema con el sacramento de la penitencia (penance) de la iglesia irlandesa medieval temprana, encontrando paralelos con el concepto del pecado, el objeto de la confesión y el rol del confesor. Atribuye el establecimiento de la práctica de la penitencia en Inglaterra a Teodoro de Tarso, arzobispo de Canterbury desde 668 hasta 690, y la deriva de la filosofía irlandesa sobre la confesión. En el contexto del poema, Hinton lee el sueño como una suerte de confesión que termina con el narrador fortalecido y "con su espíritu deseoso de partir".[32]