El telurito de sodio es un compuesto inorgánico del telurio con la fórmula Na2TeO3. Es un sólido blanco, soluble en agua y un agente reductor débil. El telurito de sodio es un compuesto intermedio en la extracción del elemento telurio; es un producto obtenido de los lodos de ánodo y es un precursor del telurio.
La fuente principal de telurio es mediante lodos de ánodo de cobre, los cuales contienen metales preciosos así como varios telúridos. Estos lodos se calientan con carbonato de sodio y oxígeno para producir telurito de sodio.[1]
Esto es una reacción con teluro de plata. El teluro es oxidado a telurito y la plata(I) es reducida a plata.
La electrólisis de una solución de telurito produce telurio purificado.[1]
El telurio presenta unas propiedades similares al azufre y al selenio. En la forma anhídrida Na2TeO3, los átomos de telurio están coordinados en 6, tres Te-O a 1.87 Å y tres a 2.9 Å, con un octaedro distorsionado compartiendo bordes.[2] En la forma pentahidratada: Na2TeO3.5H2O, hay presentes aniones discretos de telurito TeO32− con estructura piramidal. La distancia Te-O es de 1.85 - 1.86 Å y el O-Te-O el ángulo es cercano a 99.5°.[3] El anión de telurito es una base débil y el telurito de sodio debería ser similar al selenito de sodio y sulfito de sodio. El telurito de sodio es tanto un agente oxidante débil como un agente reductor débil.
El ácido telúrico pierde un protón en ese punto de pKa.
El Hidrógeno del terulito pierde un protón a este nivel de pKa para convertirse ión de terulito. Esto pasaría en la reacción de tellurous ácido con hidróxido de sodio para hacer sodio tellurite.
Esta es la reacción del dióxido de telurio con una base para hacer una sal de terulito.
El terulito de sodio mejora la resistencia a la corrosión de las capas de níquel galvanizado. Se emplean soluciones de terulito de sodio para realizar revestimientos negros o negro-azulados sobre el hierro, acero, aluminio y cobre. En microbiología, el terulito de sodio puede ser añadido al medio de cultivo para aislar bacterias con una resistencia fisiológica inherente a su toxicidad.[4]