Un soldado, en su sentido más general, es un individuo que se ha alistado voluntariamente o en cumplimiento de un servicio militar obligatorio, en las fuerzas armadas de un país soberano, o institución militar recibiendo entrenamiento y equipo para defender a dicho país y sus intereses. En su condición de miembro de dichas fuerzas armadas, se convierte en un militar organizado en el ejército. Dentro del ejército se dividen a los grupos de soldados generalmente en cuerpos o armas de distintas denominaciones, tales como infantería, arma blindada, artillería, caballería, policía militar, etc.
El término soldado se refiere también a un rango, generalmente el más bajo en el escalafón (conocido también como soldado raso).
En el ámbito de los países que forman parte de la OTAN, al grado de soldado raso le corresponde el código OR-1 según la norma STANAG 2116 que estandariza los grados del personal militar.[1]
La palabra castellana soldado es una de las más difundidas por el mundo[cita requerida]: numerosas lenguas la han tomado prestada, en especial en Asia y Oceanía, como el tagalo sundalo o en chamorro sendalo o sindalu.[2]
Un soldado no es necesariamente un combatiente. Aunque todos los soldados reciben algún tipo de entrenamiento de combate básico, muchos realizan servicios en posiciones distintas a las de combate (como por ejemplo, administrativo, en tareas logísticas, o de investigación y desarrollo).
La palabra soldado está relacionada con el latín medieval soldarius, que significa soldado (literalmente, "alguien que recibe paga").[3] Estas palabras derivan en última instancia de la palabra latina tardía solidus, que se refiere a una moneda romana antigua utilizada en el Imperio Bizantino.[4][3]
El servicio militar ha sido tradicionalmente obligatorio para los hombres. En la antigua Grecia, Esparta constituyó un claro ejemplo de sociedad militarizada ya que los varones libres recibían un fuerte entrenamiento desde niños y toda su vida estaba comprometida con la milicia. El ejército romano fue uno de los primeros en encuadrar soldados profesionales de forma permanente.
La mayoría de los países posee un ejército, ya sea profesional (Estados Unidos), con soldados de reemplazo, es decir, procedentes de un reclutamiento obligatorio (Rusia) o combinando ambos sistemas. Algunos ejércitos admiten a mujeres en sus filas. En Israel, el servicio militar es obligatorio para ambos sexos. Hay algunos países sin Fuerzas Armadas, como Costa Rica y Panamá, que basan la defensa de su integridad territorial en un sistema de alianzas y tratados internacionales.
En tiempos de la República romana y con anterioridad a la época de Cayo Mario, las costumbres familiares respecto a los hijos que algún día serían soldados eran las siguientes:
Estos regalos eran para toda la vida y, si se conservaban en buen estado, formaban parte de la herencia.
Los soldados en la guerra pueden tener diversas motivaciones para alistarse voluntariamente y permanecer en un ejército u otra rama de las fuerzas armadas. En un estudio de los registros escritos de los soldados del siglo XVIII sobre su tiempo en servicio, el historiador Ilya Berkovich sugiere "tres 'palancas' principales de motivación incentivos 'coercitivos', 'remunerativos' y 'normativos'".[5] sostiene que las suposiciones de los historiadores de que el miedo a la fuerza coercitiva mantenía a raya a los reclutas involuntarios y controlaba las tasas de deserción han sido exageradas y que cualquier pago u otra remuneración por el servicio prestado entonces habría sido un incentivo insuficiente. En cambio, "los soldados comunes del antiguo régimen deberían ser vistos principalmente como participantes voluntariosos que se veían a sí mismos involucrados en una actividad distinta y honorable".[5] En los tiempos modernos, los soldados se han ofrecido como voluntarios para el servicio armado, especialmente en tiempos de guerra, por un sentido de deber patriótico hacia su patria o para promover una causa social, política o ideológica, mientras podrían ser más un incentivo en tiempos de dificultades económicas, mejores niveles de remuneración o capacitación. Los soldados también pueden alistarse por motivos personales, como seguir expectativas familiares o sociales, o por el orden y la disciplina proporcionados por el entrenamiento militar, así como por la amistad y conexión con sus compañeros soldados que brinda el contacto cercano en una empresa común.[6][7]
En 2018, la Corporación RAND publicó los resultados de un estudio de soldados estadounidenses contemporáneos en Life as a Private: A Study of the Motivations and Experiences of Junior Allisted Personnel in the U.S. Army. El estudio encontró que "los soldados se unen al Ejército por razones familiares, institucionales y ocupacionales, y muchos valoran la oportunidad de convertirse en militares profesionales. Valoran sus relaciones con otros soldados, disfrutan de su vida social y están satisfechos con la vida del Ejército". Sin embargo, los autores advirtieron que la muestra de la encuesta estaba compuesta por sólo 81 soldados y que "los hallazgos de este estudio no pueden generalizarse al ejército de los EE. UU. en su conjunto ni a ningún rango".[8]