Hablamos de socioproductividad para referirnos al modelo de producción colectiva mediado por la conformación de nuevas relaciones sociales bajo los principios del trabajo liberador, solidaridad, control social y autogestión. La implementación de este modelo permite el establecimiento de redes productivas de intercambio y complementariedad de manera consensuada y endógena.[1]
Las organizaciones socioproductivas trabajan para la construcción de un nuevo modelo económico fundamentado en el desarrollo de nuevas fuerzas productivas alternativas al modelo capitalista.[2]
Para la caracterización o construcción de un Modelo de Gestión Socio-Productivo debemos tener en cuenta dos dimensiones articuladas en la práctica social:
A través de la organización entre comunes es posible llevar a cabo proyectos que permitan el desarrollo local sostenible y de comunidades, involucrando en el proceso a pobladores capacitados profesionalmente o con conocimientos empíricos en el área a trabajar. Llevando a cabo proyectos socios comunitarios, socioproductivos o socios tecnológicos es posible transferir estos conocimientos a contextos reales.[3]
Parte de los logros del desarrollo de proyectos socioproductivos de vinculación comunitaria, se encuentran unidos al crecimiento de la presencia de mujeres a cargo de iniciativas productivas. Los espacios de trabajo de esta naturaleza permiten avanzar en la participación equitativa de hombres y mujeres en los procesos de desarrollo alternativos, que apuestan a las mejoras de la calidad de vida desde una perspectiva social, la búsqueda de la sociedad mejor.[4] La socioproductividad en la vida cotidiana permite la inclusión de actores sociales históricamente excluidos, dando paso a la renovación de la realidad social, económica, educativa, cultural e ideológica.[5]