El sitio de Apamea fue un enfrentamiento militar librado entre el 45 y 44 a. C. en el contexto de la segunda guerra civil de la República romana.
En el 47 a. C., Cayo Julio César nombró a su primo[1] y legado Sexto Julio César gobernador de Siria.[2] Un año después, el équites pompeyano Quinto Cecilio Baso[3] propagó la falsa noticia de que César había sido vencido en África, animando a la aristocracia local y las legiones ahí estacionadas a sublevarse. Por entonces César enfrentaba otra rebelión en Hispania a cargo de los hijos del difunto Cneo Pompeyo Magno. Decidió ir personalmente a sofocarla mientras enviaba refuerzos a su primo.[4]
El general pompeyano consiguió tomar Tiro pero posteriormente es vencido y herido por Sexto en una batalla campal.[5] Baso consiguió escapar y se dedicó a animar a los soldados de Sexto para que se amotinaran, lo que logró, siendo asesinado Sexto en el proceso[6] a finales del 46 a. C..[7]
Baso estaba refugiado en Cilicia, pero después de morir Sexto volvió a Siria con un ejército de esclavos, vasallos de los reyezuelos regionales (como el tetrarca gálata Deyótaro), partos y judíos enemigos de Antípatro de Idumea.[8] Se hizo dueño de la provincia, organizando su propio gobierno y milicias.[7]
Los refuerzos de César llegan[9] a Cilicia, donde los recibe el gobernador Quinto Cornificio.[4] Iban comandados por el nuevo gobernador para Siria, Cayo Antistio Veto, pero sufren una calamitosa derrota gracias a la intervención a favor de Baso del príncipe Pacoro I de Partia y el rey árabe Alcaudonio (aliado de los partos contra Marco Licinio Craso).[7][10]
César ordenó una nueva campaña con dos ejércitos de tres legiones cada uno bajo las órdenes de Lucio Estacio Murco y Quinto Marcio Crispo[11] más un contingente de judíos enviados por Antípatro.[12] Baso se refugió en su cuartel general, Apamea, urbe fortificada a orillas del Orontes.[13] No se podía asaltar, así que Murco y Crispo decidieron asediarla hasta rendirla por hambre.[14] Esto fue a finales del 45 a. C.[7] Baso tenía dos legiones según Estrabón y Apiano,[15] y sólo una según las cartas de Casio a Cicerón.[16]
El sitio se prolongó hasta la llegada de las noticias del asesinato de César. El cesaricida Cayo Casio Longino llegó con órdenes de poner fin a la guerra. Baso y Crispo recibieron una amnistía, y Murco recibe el mando de una flota y conserva su mando.[17] Baso no vuelve a ser mencionado por las fuentes de la época y su destino es desconocido.