Silverio de Santa Teresa es el nombre religioso de Julián Gómez Fernández, carmelita descalzo nacido en Escóbados de Arriba (Burgos), el 8 de marzo de 1878 y fallecido en Mazatlán (México), el 11 de marzo de 1954. Fue historiador general, editor de las obras de los santos del Carmelo y Prepósito General de la Orden. Una de sus mayores contribuciones a los estudios carmelitanos fue la edición anotada de las obras de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
Silverio de Santa Teresa | ||
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Julián Gómez Fernández | |
Nombre religioso | Silverio de Santa Teresa | |
Nacimiento |
8 de marzo de 1878 Escóbados de Arriba (España) | |
Fallecimiento |
11 de marzo de 1954 Mazatlan (México) | (76 años)|
Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Historiador, religioso, editor y escritor | |
Orden religiosa | Orden de los Hermanos Descalzos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo | |
Distinciones | ||
Julián Gómez Fernández, nacido en Escóbados de Arriba (Burgos), el 8 de marzo de 1878[1] y fallecido en Mazatlán (México), el 11 de marzo de 1954,[1] perteneció a una familia agrícola que, de trece hijos, daría siete al Carmen descalzo. Julián, el mayor, a los 14 años, ingresó en el seminario de San Jerónimo de Burgos. Sin embargo, ya al año siguiente, había decidido pasarse a los carmelitas descalzos, aunque se vio prudente que concluyera el ciclo de tres años de filosofía antes de ingresar en el noviciado de Larrea, donde tomaría el hábito en julio de 1895, con el nombre de Silverio de Santa Teresa. Un año más tarde, realizó su profesión simple y al poco, se traslada a Marquina para continuar los estudios. En 1899, haría la profesión solemne. En el trienio siguiente, realizaría los estudios de Teología, para ser ordenado sacerdote en Burgos, el 27 de julio de 1902. Con todo, la ordenación no suponía el fin de su etapa estudiantil: le faltaban dos cursos de Teología. Pero ese año, la Curia General iniciaba un ensayo de Colegio Internacional en Roma y el P. Silverio fue uno de los alumnos seleccionados. En la ciudad eterna, acudían como oyentes a la Universidad Gregoriana (en aquellos tiempos, las constituciones de los carmelitas prohibían acceder a títulos de licenciatura y doctorado). Tras concluir cada curso, eran examinados ante un tribunal nombrado por la propia Casa General. Finalizada la experiencia romana, en 1904, aunque el P. General quería enviarlo como profesor de Teología al Colegio de Nápoles, fue requerido por su provincia navarra, y regresó a Burgos. Previamente, realizó un viaje de estudios que le permitiría visitar Venecia, Viena, Munich, Bruselas y Londres.
En 1905 llega al Convento de Burgos, donde residirá durante 32 años (hasta el año 1937, en que regresaría a Roma como Definidor General), y en ese período desarrolla su faceta de escritor fecundo. Desde 1906, se ocupa de la dirección de la revista y editorial “Monte Carmelo” hasta mediados de 1913, año en el que fue nombrado Historiador General de la Orden. Este cargo le llevaría a recorrer archivos de los conventos de la Orden, en busca de documentos de gran valía, que fueron copiados o fotografiados. Entre ellos cabe destacar originales desconocidos como cartas de Santa Teresa o escrituras fundacionales. No fue esta, naturalmente, una tarea que él realizara solo, sino que contó siempre con valiosos ayudantes y colaboradores, entre los que cabe mencionar al P. Eliseo de San José. Muchos documentos se hubieran perdido definitivamente sin esta labor previa suya, ya que, durante la guerra civil española, cundió el expolio y la destrucción en los conventos. Pero no se limitó el P. Silverio a visitar los archivos carmelitanos, sino que frecuentó también archivos históricos diocesanos, provinciales o estatales, y sobre todo, el Archivo Histórico Nacional y la Sección de manuscritos de la Biblioteca Nacional Española, lugares donde se había recogido, en buena medida, el antiguo Archivo de la Orden que se hallaba en San Hermenegildo de Madrid. En cuanto a sus cargos dentro de la orden, además del ya mencionado de Historiador General (1913, revalidado en 1920), señalamos los siguientes: Definidor de la provincia de Navarra (1909), prior de Burgos (1918), Primer Definidor de la nueva Provincia Burgense (1927-1930), Provincial de Burgos (1933-1936), Definidor General (elegido en el Capítulo de Venecia de 1937). La prematura muerte en accidente automovilístico del P. general Pedro Tomás de la Virgen del Carmen (28 de agosto de 1946) lleva al P. Silverio —en ese momento, primer definidor— a tomar las riendas de la orden como vicario general, y convocar Capítulo en el que saldría él mismo elegido como prepósito general. Este cargo lo desempeñó desde el 25 de abril de 1947 hasta su fallecimiento, que se produjo durante una visita a las comunidades de la Orden en México, (Mazatlán, 10 de marzo de 1954). Tenía 76 años y dejaba atrás una vida de fecunda entrega al Carmelo. Fue constante su interés por sus hermanas, las carmelitas descalzas. La puesta en práctica de la Constitución Apostólica Sponsa Christi, de Pío XII (1950) —concretada por la instrucción Inter Praeclara— supuso para el P. Silverio no pocos quebraderos de cabeza, en un tiempo en el que determinados cambios que la Iglesia proponía a las contemplativas eran, a menudo, interpretados como una traición a la herencia teresiana. Se entiende más, si cabe, lo comprometido de su situación, si mencionamos la estrecha relación de amistad que unía al P. Silverio con la M. Maravillas de Jesús, aun desde antes de que ella ingresara en el Carmelo.
Dos rasgos sobresalientes de su generalato fueron la potenciación de los tradicionales desiertos carmelitanos, y la edificación del nuevo Colegio Internacional y actual sede del Teresianum en San Pancracio, que se inauguró ya tras su muerte, en el curso 1954-1955.
Laureado con innumerables galardones y títulos, destacamos algunos de los que recibió: presidente de la Asociación de Archiveros de Burgos, miembro y Medalla de Oro de la Real Academia, miembro honorífico y diplomado de la Academia Colombiana de Historia, miembro de la Academia Hispano-Americana de Cádiz (1924) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1948), Cruz de Plata del Estado Vaticano (1950) y Cruz de Oro de Alfonso X el Sabio (1952).
Su intensa tarea investigadora cuajó en los XX tomos de la Biblioteca Mística Carmelitana (1515-1535), con los que realizó una labor editorial de gran solvencia que permitió depurar y fijar los textos teresianos y sanjuanistas. La Biblioteca Mística Carmelitana se comenzó a editar en 1515 (Burgos: “Tipografía El Monte Carmelo”). Los nueve primeros volúmenes, culminados en 1924, están dedicados a la edición de las obras de Teresa de Jesús.También bajo la dirección del P. Silverio, salieron a la luz otros once tomos en la misma colección, dedicados a San Juan de la Cruz (1929-1931), a los escritos de Jerónimo Gracián (1932-1933) y a los procesos de beatificación y canonización de la Santa (1934-1935). Los textos de la B.M.C. han servido de base para las posteriores ediciones de las Obras Completas de los santos carmelitas, así como para traducciones a diferentes lenguas.
Cántico espiritual y poesías de San Juan de la Cruz según el códice de Sanlúcar de Barrameda; edición y notas del P. Silverio de Sta. Teresa, C.D (Burgos: Monte Carmelo, 1928). Edición Fototipográfica: Tomo I, Tomo II
Fruto de su labor como historiador de la Orden nos legó los 15 volúmenes de la su Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América (1935-1952). Con palabras del propio P. Silverio, ofrecemos dos claves de interpretación de esta obra: «Mis intentos han sido escribir la historia de la Descalcez en España, Portugal y América, no como lo hicieron nuestros antiguos cronistas, sino más ceñida, y lo mejor informada posible, como hoy se exige al historiador» (Tomo I, p. XVII). Sin embargo, al concluir el último tomo, señalaba algo que, desde el punto de vista de la historiografía actual, es sumamente revelador: «Tengamos presente que la Historia de las Órdenes religiosas se escribe, en parte principal, para edificación y estímulo de sus hijos» (Tomo XV, p. 821).
Aparte de todo lo ya reseñado, añadimos las siguiente:
El Archivo Silveriano se constituyó el 1 de enero de 1955 (Paseo del Empecinado, 1, 09001 Burgos) y dedicado a la memoria del P. Silverio, cuenta con un rico contenido, disponible para los investigadores: