La seguridad minera es un término amplio que se refiere a la práctica de controlar y gestionar una amplia gama de riesgos asociados al ciclo de vida de las actividades mineras. La práctica de seguridad minera implica la implementación de controles de riesgos reconocidos y/o la reducción de los riesgos asociados a las actividades mineras a niveles legal, social y moralmente aceptables. Si bien el principio fundamental de la seguridad minera es eliminar los riesgos para la salud y la seguridad de los trabajadores mineros, la práctica de seguridad minera también puede centrarse en la reducción de riesgos para la planta (maquinaria), así como para la estructura y el yacimiento de la mina.[1]
La seguridad ha sido una preocupación en la industria minera desde hace mucho tiempo, especialmente en la minería subterránea. El desastre de la mina de Courrières, el peor accidente minero de Europa, implicó la muerte de 1099 mineros en el norte de Francia el 10 de marzo de 1906. Este desastre fue superado solo por el accidente de la mina de carbón de Benxihu en China el 26 de abril de 1942, que mató a 1549 mineros.[3] Si bien la minería hoy en día es sustancialmente más segura que en décadas anteriores, los accidentes mineros aún ocurren. Las cifras del gobierno chino indican que 5000 mineros mueren en accidentes cada año en ese país, mientras que otros informes han sugerido una cifra tan alta como las 20 mil víctimas fatales hacia 2007.[4]
La ventilación de las minas es una preocupación importante para la seguridad minera. Una ventilación deficiente en minas subterráneas provoca exposición a gases nocivos, calor y polvo, que pueden causar enfermedades, lesiones e incluso la muerte. La concentración de metano y otros contaminantes atmosféricos subterráneos generalmente se puede controlar mediante dilución (ventilación), la captura antes del ingreso en la corriente de aire principal (drenaje de metano) o mediante aislamiento con sellos y obturaciones.[5] Se instalan sistemas de ventilación para impulsar una corriente de aire a través de las áreas de faena: la circulación de aire necesaria para una ventilación eficaz de una mina se genera mediante uno o más ventiladores de gran tamaño, generalmente ubicados sobre el suelo. El aire fluye en una sola dirección, creando circuitos a través de la mina de manera tal que cada área de trabajo principal recibe constantemente un suministro de aire fresco. La dilución en minas de carbón también ayuda a mantener bajos los niveles de polvo: rociando la máquina con agua y filtrando el agua cargada de polvo con un ventilador depurador, los mineros pueden atrapar el polvo con éxito.[5]
Los gases en las minas pueden envenenar a los trabajadores o desplazar el oxígeno en la mina, causando asfixia.[5] Por esta razón, la Administración de Seguridad y Salud Minera de los Estados Unidos requiere que los grupos de mineros en los Estados Unidos lleven equipos que puedan detectar gases comunes, como CO, O2, H2S, CH4, así como para calcular el porcentaje de límite inferior de explosividad.
El gas metano inflamable es una fuente común de explosiones en las minas de carbón, lo que a su vez puede iniciar explosiones de polvo de carbón más extensas. Por esta razón, se esparcen polvos de roca, como hidróxido de calcio, por las minas de carbón para disminuir la probabilidad de explosiones de polvo de carbón y limitar su alcance, en un proceso conocido como espolvoreado de roca . Las explosiones de polvo de carbón también pueden iniciarse independientemente de las explosiones de gas metano. El calor por fricción y las chispas generadas por los equipos de minería pueden inflamarse tanto con el gas metano como con el polvo de carbón. Por esta razón, se suele utilizar agua para enfriar las zonas de extracción de roca. [6]
Los mineros utilizan equipos lo suficientemente resistentes como para atravesar capas extremadamente duras de la corteza terrestre. Este equipo, combinado con el espacio de trabajo cerrado en el que trabajan los mineros subterráneos, puede causar pérdida de la audición.[7] Por ejemplo, un atornillador de techos puede alcanzar niveles de potencia acústica de hasta 115 dB.[7] Combinado con los efectos de reverberación de las minas subterráneas, un minero sin una adecuada protección auditiva adecuada tiene un alto riesgo de sordera.[7] A los 50 años, casi el 90% de los mineros de carbón de Estados Unidos tienen alguna pérdida auditiva, en comparación con solo el 10% entre los trabajadores no expuestos a ruidos fuertes.[8]
La estrategia de prevención preferida consiste en controles de ingeniería para eliminar las fuentes de ruido. También se pueden utilizar controles administrativos y protección auditiva cuando los controles de ingeniería no son viables.[9]
Dado que la minería implica la remoción de tierra y roca de su ubicación natural, creando así grandes fosas, salas y túneles vacíos, los derrumbes y desprendimientos de tierra y rocas, son una preocupación importante en las minas. Las técnicas modernas para entibar y apuntalar paredes y techos en minas subterráneas han reducido el número de muertes por derrumbes, pero los derrumbes siguen representando hasta el 50% de las muertes en la minería.[10] Incluso en casos donde los derrumbes de minas no son inmediatamente mortales, pueden dejar atrapados a mineros en las profundidades. Casos como estos a menudo dan lugar a importantes rescates, como el de 33 mineros chilenos que quedaron atrapados en las profundidades durante 69 días en 2010.[11]
Las altas temperaturas y la humedad pueden provocar enfermedades relacionadas con el calor, como hipertermia, que puede ser mortal.[12] La presencia de equipo pesado en espacios confinados también supone un riesgo para los mineros. Para mejorar la seguridad de los mineros, las minas modernas utilizan la automatización y operación remota, incluyendo, por ejemplo, equipos como palas cargadoras automatizadas, trituradoras de rocas operadas a distancia, camiones autónomos, perforadoras automáticas y plataformas de Big Data para mejorar la eficiencia y la seguridad.[13] Sin embargo, a pesar de las mejoras modernas en las prácticas de seguridad, la minería sigue siendo una profesión peligrosa en todo el mundo.
Los explosivos se utilizan en las minas con fines constructivos, pero pueden ser peligrosos si no se toman las medidas de seguridad adecuadas. Por ejemplo, las rocas proyectadas tras voladuras pueden salir despedidas más allá del lugar de la explosión, causando lesiones personales y daños materiales. En minería a tajo abierto los riesgos predominantes por el uso de explosivos son la proyección de fragmentos volantes, vibraciones y ondas de concusión, mientras que en la minería subterránea son los desplomes y el gaseamiento por los humos de la explosión.[14]
De acuerdo con datos de la Administración de Seguridad y Salud Minera, la proyección de rocas y la falta de seguridad en las zonas de voladura fueron las principales causas de lesiones relacionadas con voladuras en la minería a cielo abierto. Las lesiones mortales por falta de seguridad en las zonas de voladura se debieron principalmente a la falta de limpieza de la zona o a un control de acceso inadecuado.[15] Una planificación adecuada puede reducir la incidencia de rocas proyectadas.[16]
En la minería del carbón, la extracción, trituración y transporte del carbón pueden generar cantidades significativas de polvo de carbón respirable extremadamente fino en el aire. En operaciones de minería no carbonífera, como la extracción de piedra, arena y grava, y en ciertas ocupaciones en minas de carbón, el polvo de sílice respirable generado durante las faenas es la principal preocupación.[17] El polvo respirable puede causar problemas pulmonares a largo plazo. El polvo de carbón respirable puede causar neumoconiosis de los mineros del carbón, y el polvo de sílice respirable puede causar silicosis, cáncer de pulmón y enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Las partículas minerales alargadas pueden provocar asbestosis, cáncer de pulmón y mesotelioma.[18]
Las minas abandonadas pueden ser peligrosas para cualquiera que intente explorarlas sin los conocimientos y la capacitación en seguridad adecuados. La existencia de una gran cantidad de pasivos ambientales mineros (PAM), esto es, aquellas instalaciones, efluentes, emisiones, restos o depósitos de residuos que se generaron en el pasado por el cierre inadecuado o el abandono de faenas mineras, constituye un riesgo potencial para la salud de las poblaciones y los ecosistemas.[19]
En Estados Unidos, la Administración de Seguridad y Salud Minera (MSHA) desarrolla y aplica regulaciones para garantizar la seguridad minera.[20] Además, el Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH) investiga problemas de salud ocupacional relacionados con la minería, un sector industrial prioritario en la Agenda Nacional de Investigación Ocupacional (NORA).[21] [22]
En Chile, el Reglamento de Seguridad Minera establece el marco regulatorio general al que deben someterse las faenas de la minería en el país para proteger la vida e integridad física de las personas que se desempeñan y están ligadas en la industria, así como proteger las instalaciones e infraestructura que hacen posible las operaciones mineras, y por ende, la continuidad de sus procesos.[23] La principal autoridad encargada de regular y fiscalizar el cumplimiento de normativas mineras en materia de seguridad, propiedad y planes de cierre es el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin).[24]