Sandra Lee Bartky (5 de mayo de 1935-17 de octubre de 2016) fue una profesora emérita de filosofía y estudios de género en la Universidad de Illinois en Chicago. Sus áreas principales de investigación han sido feminismo y fenomenología. Su notable aportación a la filosofía feminista incluye el artículo "The Phenomenology of Feminist Consciousness".[1]
Sandra Bartky | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
5 de mayo de 1935 Chicago (Estados Unidos) | |
Fallecimiento |
17 de octubre de 2016 o 18 de octubre de 2016 Saugatuck (Estados Unidos) | |
Nacionalidad | Estadounidense | |
Educación | ||
Educada en | ||
Información profesional | ||
Ocupación | Filósofa, profesora de universidad y feminista | |
Área | Feminismo filosófico | |
Empleador | Universidad de Illinois en Chicago | |
Sitio web | www.cddc.vt.edu/feminism/Bartky.html | |
Bartky tiene un título de Bachelor of Arts, una maestría y un PhD de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign y ha estudiado en la Universidad de Bonn, la Universidad de Múnich y la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). En 1997 recibió un título honorario como Doctora en Humanidades de la Universidad de Nueva Inglaterra (New England College).[2]
Sandra Lee Bartky escribió el artículo “Foucault, Femininity, and the Modernization of Patriarchal Power” a fines de los '70 detallando las normas aceptadas socialmente para el cuerpo y el comportamiento femenino, y señala que normalmente las mujeres son juzgadas por su tamaño y su forma porque sus cuerpos reflejan su personalidad y su naturaleza. Bartky explica que el cuerpo femenino ideal es un constructo y afirma que la mujer perfecta refleja las obsesiones culturales y preocupaciones de la sociedad.
Bartky explica que el cuerpo de la mujer ideal cambia con el tiempo y depende de la cultura. En la sociedad actual es «terso, de pechos pequeños, caderas estrechas y una delgadez rayana en la emaciación» ("taut, small-breasted, narrow-hipped, and of a slimness bordering on emaciation”, o aquél propio de una púber. Este aspecto de fragilidad y falta de fuerza muscular permite a las mujeres tener una imagen de indefensión, obediencia y subordinación a los hombre. Se espera que sigan dietas estrictas, controlen su apetito para mantener su tamaño y su forma y, entre otras cosas, hagan ejercicio para «construir sus pechos y evitar la celulitis». Se espera de ellas que tengan piel suave y sin vello, se preocupen por la belleza, oculten su cuerpo, tengan una postura elegante, desvíen su mirada y aparenten ser más pequeñas plegando sus manos y piernas cuando estén sentadas. «Bajo la actual tiranía de la delgadez, las mujeres tienen prohibido hacerse grandes; deben ocupar el menor espacio posible.»
En esta mirada, Bartky señala que «la feminidad es algo en que virtualmente cada mujer está obligada a participar», y que si las mujeres no siguen esta metodología estricta y violan dichas reglas, se transforman en "mujeres perdidas". Afirma que debido a que la diferencia entre hombres y mujeres no es simplemente diferencia sexual, la feminidad se construye, y debido a ello la sociedad crea «un cuerpo subjetivo en el que se inscribe un estatus inferior». Todas estas normas sobre la mujer ideal es una obsesión social para mantener a las mujeres controladas, y que los hombres puedan parecer más poderosos. Bartky afirma que «la feminidad es una trampa» y que debido a ello requiere aquellas transformaciones corporales. Toda mujer que cae en esta trampa está destinada a fracasar.[3]