El retrato de Juan Carlos I es una de las obras más polémicas a la vez que menos conocidas del pintor y escultor español Guillermo Silveira (1922-1987). Está pintada al óleo sobre lienzo y sus dimensiones son de 161 x 111 cm. El cuadro, que nunca llegó a exponerse, se conserva en el Museo de Bellas Artes de Badajoz (MUBA), si bien fuera de la vista del público.[1][2][3][4]
Juan Carlos I | ||
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Año | 1976 | |
Autor | Guillermo Silveira | |
Técnica | Óleo sobre lienzo | |
Estilo | Realismo | |
Tamaño | 161 × 111 cm | |
Localización | Museo Provincial de Bellas Artes, Badajoz, España | |
País de origen | España | |
Imagen externa | ||
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Retrato de Juan Carlos I. | ||
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A finales de noviembre de 1975 la Diputación Provincial le encargó al artista la realización de un retrato de Juan Carlos «para su colocación en el salón de sesiones»,[5][6][7] por el que, según la prensa de la época, recibiría unas 150 000 pesetas.[8] La noticia desató la polémica por parte de cierto núcleo de pintores locales que consideraban que la adjudicación de este tipo de obras había de llevarse a cabo por concurso público.[9][10] Ante tales expectativas, se colgó en su lugar una nueva efigie del monarca, confiada esta vez a la pintora María Teresa Romero. El Ayuntamiento por su parte optó por una obra del pintor santeño Ramón Fernández Moreno, «sin duda, el retratista más experimentado que tenemos hoy en Badajoz».[9][11]
Se trata de una pieza de gran formato (algo muy habitual en su obra),[12] en la que Silveira siguió claramente la línea tradicional de los llamados «retratos oficiales», más atentos a reflejar los rasgos físicos del modelo, lo que no es óbice para que se observen en la misma algunos elementos de su propio estilo, unidos a la incorporación de componentes expresivos derivados de su proclamación como nuevo jefe del Estado, que le proporcionan un cierto aire de vanguardia, realizada con total seguridad a partir de algunas de las muchas fotografías del flamante rey publicadas por la prensa del momento. Cromáticamente predominan los tonos verdosos y ocres, que contrastan con la banda de seda azul con cantos blancos de la Orden de Carlos III o la faja roja, anudada a la cintura, de capitán general de las Fuerzas Armadas.