Las quintas de recreo de Madrid eran propiedades de las familias aristocráticas o de la alta burguesía que se establecen en las fincas rústicas de los alrededores de Madrid después de que, en la segunda mitad del siglo xvi, Felipe II eligiera a la villa para su corte permanente.
Estas quintas, ya no con fines estrictamente agrícolas, «proliferaron»,[2] sobre todo a partir de finales del siglo XVIII y también a lo largo del siglo XIX,[2] en pueblos cercanos a la villa de Madrid, como Leganés, Chamartín, Aravaca, Pozuelo, Canillejas,[2] o los Carabancheles —como es el caso de Vista Alegre, por ejemplo, en Carabanchel de Abajo, convertido por su dueño en «quinta pública» en 1825 y más tarde, en 1832, en finca privada de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias—.[2]
Aunque algunos de estos pueblos o municipios no se incorporarán al municipio de Madrid hasta las Anexiones Municipales del Plan Bidagor, realizadas entre 1948 y 1954,[3] a partir de finales del siglo XX, algunas de sus quintas de recreo se convertirían en parques públicos de la ciudad.