En la mitología griega, Procustes[1][2][3][4][5] o Procusto[6] (del griego antiguo Προκρούστης Prokroústês ‘estirador’), Damastes[7][5] (‘avasallador’ o ‘controlador’) y Procoptas (‘cortador’) son sobrenombres de Polipemón[7][8] (‘muchos daños’) o Pemón,[9] que era un bandido y posadero que tenía una posada en el Ática o, según otras versiones, a las afueras de Eleusis). Se le consideraba hijo de Poseidón,[1] y con su esposa Silea fue padre de Sinis. Fue uno de los malhechores que mató Teseo.
Procusto tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su cuerpo era más largo que la cama, procedía a aserrar las partes del cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si, por el contrario, era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo (de aquí viene su nombre). Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de la cama porque Procusto poseía dos, una muy larga y otra demasiado corta, o bien una de longitud ajustable.
Procusto continuó con su reinado de terror hasta que se encontró con el héroe Teseo, quien invirtió el juego, retando a Procusto a comprobar si su propio cuerpo encajaba con el tamaño de la cama. Cuando el posadero se hubo tumbado, Teseo lo amordazó y ató a la cama y, allí, lo torturó para «ajustarlo» como él hacía a los viajeros, cortándole a hachazos los pies y la cabeza. Matar a Procusto fue la última aventura de Teseo en su viaje desde Trecén (su aldea natal del Peloponeso) hasta Atenas.[10]
Procusto se ha convertido en un símbolo de conformismo y uniformización.