El posporno es un movimiento artístico y activista que busca subvertir ideas hegemónicas acerca de la sexualidad y el cuerpo a través de reinterpretaciones feministas y queer de la pornografía. El posporno se centra en cuerpos y formas de representar que se alejan de la mirada predominante en la pornografía, y, a diferencia de la pornografía feminista, con frecuencia lleva a cabo performances y obras de arte público, así como intervenciones digitales, talleres y obra escrita.[1][2]
El posporno surge a mediados de los años 80 en Estados Unidos, como posicionamiento político frente al movimiento antipornografía de grupos como Women Against Pornography y autoras como Andrea Dworkin, y vinculado por tanto al feminismo prosex.[2]
El texto fundacional del movimiento es el Manifesto Post-Porno, firmado por las activistas y performers Annie Sprinkle, Verónica Vera, Candida Royalle y Frank Moore, y el concepto fue usado inicialmente por el fotógrafo Wink van Kempen y popularizado por Sprinkle.[3][2]
La recepción del posporno en España se inició a finales de los años noventa, bajo la influencia de los nuevos movimientos queer y, posteriormente, el transfeminismo.[4] El movimiento se desarrolló de forma significativa en la década de los 2000, con una influencia destacada de Paul B. Preciado, Virginie Despentes y María Llopis en el plano teórico y un carácter crítico y contracultural.[5] En este sentido, desde sus orígenes combinaron acciones en centros de arte contemporáneo con otras en centros sociales autogestionados y espacios asociativos.[2]
El colectivo Girlswholikeporno, que integraban Maria Llopis y Águeda Bañón, fue uno de los primeros grupos en el Estado español de esta corriente crítica, centrada en la subversión de normas sexuales patriarcales.[6][7] Entre los años 2004 y 2007, realizaron piezas de videoarte, performances, fotografía y talleres feministas. Llopis es también autora de una obra en solitario que explora temas como el placer y la violencia sexual, la sexualidad de las mujeres mayores, la performatividad de género o las maternidades alternativas.[8]Diana J. Torres es autora de una obra orientada a la performance pública que ella ha denominado "pornoterrorista". En 2010 participó junto a otros colectivos en una serie de performances en el Palau de la Virreina en homenaje a Ocaña.[9]
En 2003 Preciado organizó en el MACBA el Maratón posporno, el primer congreso y exposición que se realizaron sobre el tema en España. Contó con el seminario "Pornografía, pospornografía: estética y políticas de representación sexual", así como performances, proyecciones, conferencias y un taller con Annie Sprinkle.[2]En Barcelona surgieron también los colectivos Post-Op (2003) y Quimera Rosa (2008).[2]El primero ha incorporado una perspectiva biopolítica, que reproduce y resignifica diferentes prácticas y "tecnologías de género" para alterar sus significados.[9] En la ciudad también se creó la Mostra Marrana, un evento anual que contó con siete ediciones, la última de ellas en Ciudad de México.[10][11]En Valencia se formó en 2001 el colectivo O.R.G.I.A. (Organización Reversible de Géneros Intermedios y Artísticos).[8]
En la década de los 2010 también se han desarrollado prácticas posporno en México y Colombia, con artistas como Nadia Granados, Felipe Osornio, Rocío Boliver y Mirna Roldán.[12][2]En Argentina han tenido lugar tres ediciones de la Muestra de Arte Pospornográfico, así como otras performances.[13][14]