Pedro Nolasco de Medio (Tresali, Asturias, 31 de enero de 1856-Oviedo, Asturias, 19 de junio de 1928) fue un sacerdote, fraile dominico, filólogo, físico y teólogo español. Escribió una de las primeras gramáticas —y un diccionario— de la lengua ibanag. Destacó en el campo de las ciencias naturales.
Pedro Nolasco de Medio, O.P. | ||
---|---|---|
Información personal | ||
Nacimiento |
31 de enero de 1856 Tresali, Asturias | |
Fallecimiento |
1928 Oviedo, Asturias | |
Nacionalidad | Española | |
Educación | ||
Educado en | Convento de Ocaña y Universidad de Santo Tomás de Manila | |
Información profesional | ||
Ocupación | Sacerdote, fraile dominico, filólogo, físico y teólogo | |
Orden religiosa | Orden de Predicadores | |
Nació en Tresali (Asturias) en 1856. Ingresó en la Orden de Predicadores en el convento de Ocaña en 1871, tomando el hábito ese mismo año y haciendo la profesión solemne el 2 de octubre de 1872.[1] En Ocaña cursó sus estudios de Letras clásicas, Humanidades y Filosofía.
Fue enviado a Filipinas por sus superiores.[2] Cursó sus estudios de Teología en la Universidad de Santo Tomás de Manila. Fue ordenado sacerdote el 8 de marzo de 1879. Un año después fue enviado como misionero a la región de Cagayán, donde permanecerá diez años. De 1880 a 1881 estuvo en Gattaran,[3] y de 1881 a 1890 estuvo en Malaneg. Su prolongada estancia entre los nativos le permitió conocer a la perfección su lengua (ibanag), de la que escribió una gramática y un diccionario.[1] En 1890 regresó a Manila para ejercer como profesor en el colegio de Santo Tomás, cargo que desempeñará hasta 1900.
Durante su vida académica se especializó en física y matemáticas,[4] publicando libros y artículos en revistas especializadas sobre estas materias. Se consagró como científico con su obra Teorías cosmogónicas según la ciencia moderna (1908) —en algunas ediciones aparece con el título Cuestiones cosmogónicas—,[5] al que siguieron otras de la misma temática científica.
En 1900 regresó a España para ocupar una cátedra de Teología en el convento de San Esteban de Salamanca, que regentará hasta 1914.[2] Ese año es enviado al convento de Oviedo, donde falleció el 19 de junio de 1928. Su etapa ovetense fue muy fructífera, escribiendo y publicando obras de gran valor: Relatividad y energía: espacio y tiempo (1923), Las visiones ante el Cristo de Limpias (1923) y Sensación y materia (1927).
Fue uno de los dominicos españoles —nacidos en la segunda mitad del siglo XIX o a principios del siglo XX— que se especializaron en el campo de las ciencias naturales, junto con Aniceto Fernández Alonso, Juan González Arintero, y el beato Luis Urbano Lanaspa, en el campo de la física, y Manuel Barbado Viejo, en el campo de la psicología experimental. El cardenal Ceferino González, también había realizado incursiones en el campo de las ciencias naturales.