Pedro Barrantes (León, c. 1863-Madrid, 1912) fue un escritor y periodista español de la bohemia.
Valenciano para unos, leonés para otros, amigo del escritor Eduardo Zamacois, quien en su libro de memorias Años de miseria y de risa dejó un puñado de anécdotas del poeta, llevó una juventud bohemia y descreída, durante la cual colaboró en la revista anticlerical Las Dominicales del Libre Pensamiento, dirigida por Ramón Chíes. Sufrió procesos y cárceles por sus violentos e ingeniosos artículos contra la religión, la monarquía y las instituciones sociales de gobierno y justicia; no siempre los escribía él, ya que trabajaba por un duro diario como "hombre de paja" del periódico El País, firmando artículos que nadie quería asumir y haciéndose responsable de aquellos peligrosos y denunciados. Hacia 1894 abjuró de sus ideas y se reconcilió con la Iglesia católica,[a] pasando a colaborar en 1897 en El Movimiento Católico y La Ilustración Católica; a esta etapa corresponde su libro poético Tierra y cielo (1896). Sin embargo, después de esta conversión, al parecer volvió a escribir nuevamente textos anticlericales.[2] Publicó versos, cuentos y artículos en Vida Galante (1899 a 1901), dirigida por su amigo Zamacois, en Pluma y Lápiz, Barcelona Cómica, Madrid Cómico y La Ilustración Española e Hispanoamericana. Fallecido el 9 de octubre de 1912[3] en Madrid, fue enterrado presumiblemente en el cementerio del Este.[4]
Como poeta fue un modernista algo prosaico. En su libro más célebre, según Barreiro "un saco de demasías" escrito para escandalizar, Delirium tremens (1890; 2.ª ed., 1910), escribió unos famosos versos a un asesino llamado Muñoz que estaba preso en la cárcel de Sevilla: "Soy el terrible Muñoz/ el asesino feroz/ que nunca se encuentra inerme/ y soy capaz de comerme/ cadáveres con arroz". Recitados estos versos ante Pío Baroja, éste le dijo: "esto no tiene nada de particular y menos para un valenciano", pues Baroja, como Julio Cejador, lo creía valenciano, aunque nuestro hombre era leonés. Y cuando Barrantes pregunta por qué Baroja le contesta: "porque los cadáveres con arroz es lo que constituye la paella".