El tratado de paz de Nisibis puso fin a la guerra entre el imperio romano y el imperio sasánida en 299. Firmado en Nisibis (actual Nusaybin, en Turquía, refleja la victoria romana en la guerra que enfrentó a los emperadores de la tetrarquía (en especial, Diocleciano y Galerio) contra Narsés de Armenia.
Las condiciones en las que se firmó la paz de Nisibis fueron duras para el imperio persa:[1] este debía ceder terreno a Roma, convirtiendo al Tigris en la frontera entre ambos. Además, Armenia volvía a control romano, con el fuerte de Ziatha como frontera y la iberia caucásica pasaría también a la esfera de control de Roma. Nisibis, ciudad ahora bajo el control romano, se convertiría en el único conducto para el comercio entre los dos imperios, y roma controlaría también las cinco satrapías entre el Tigris y Armenia. Dentro de estas regiones estaba el paso del Tigris a través del Antitauro, el paso de Bitlis (la ruta más rápida en dirección sur hacia la Armenia persa) y el acceso a la meseta de Tur Abdin. Con estos territorios Roma contaba con un puesto de avanzada al norte de Ctesifonte y podría ralentizar cualquier futuro ataque persa en la región.[2] Tirídates también recuperaba el trono armenio, y Roma aseguraba una amplia zona de influencia cultural en la región.[3] El hecho de que el imperio fuera capaz de mantener un esfuerzo de guerra tan constante en tantos frentes a la vez se ha visto como un signo de la eficacia del sistema de Diocleciano, así como de la buena aceptación que su gobierno tenía entre el ejército.[4]
La paz se mantuvo durante algunas décadas hasta el surgimiento de Sapor II en la década de los años 330.[5][6]