Patxi Xabier Lezama Perier (Zalla, Vizcaya, 20 de junio de 1967) es un escultor español del surrealismo y la escultura mitológica,[1][2][3]
Patxi Xabier Lezama | ||
---|---|---|
Información personal | ||
Nombre en euskera | Patxi Xabier | |
Nacimiento |
20 de junio de 1967 (58 años) Zalla, Vizcaya | |
Residencia | Zalla, Vizcaya | |
Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Escultor | |
Movimiento | Surrealismo | |
Nació y creció en la Dictadura de Francisco Franco; experiencia que le marcó de por vida, y marcará también su arte y su forma de expresarse.[4]En los primeros momentos utilizó la Terracota como material de Arte figurativo,[5]centrando sus obras en la escultura de la Mitología vasca.[6][7][8][9] [10]En la década de 1980, se pasó a la madera y adoptó la temática de totemismo.[11]Hacia 1990, comenzó a emplearse con hierro en una Fragua. Aprendió a trabajar la forja con Luis Padura Elorza, maestro que proviene de familia de herreros desde el siglo XV e inició una serie de esculturas no imitativas, aumentando el interés por el arte y la cultura vasca.[12][13][14][15]En 2005 abre una nueva etapa de experimentación.[16] Anteriormente, su lenguaje había estado dominado por las líneas curvas en talla de piedra, pero ahora adquirirá un ritmo surrealista,[17]más fluido e inquieto, de fácil comprensión en Talla de madera.[18][19]Paralelamente desarrolló una importante actividad en el campo de la literatura.[20][21][22]Investió la mitología en el III milenio [23]aplicando conocimientos de diferentes ramas [24] integrando en su obra el uso de aplicaciones de inteligencia artificial.[25]
En 1989 realiza la escultura Zaldi manifiesto por la Memoria democrática (España)[26]símbolo antibélico y del Pacifismo que recuerda los bombardeos acaecidos en el País Vasco[27][28] durante la Guerra Civil Española.[29]Zaldi, es la escultura más icónica de la memoria vasca,[30]una impactante y emotiva obra que capta la angustia y el sufrimiento de la población vasca durante los bombardeos indiscriminados llevados a cabo por la Legión Cóndor alemana (una fuerza de intervención enviada por el III Reich para ayudar a las tropas del general Francisco Franco en 1937). Zaldi constituye un grito, una vida dormida en su forma. El grito, siempre heterogéneo respecto al orden del discurso, se sella en él; La obra siempre está fisurada, como un estigma.[31]Como si toda la escultura fuera una invocación encapsulada. Esperando despertar en cada presente que se reconoce en él. Una especie de conductor de emociones: su cualidad no reside en una intención estética, sino en los sentimientos que le dan sustancia. No es de extrañar, entonces, que la vida posterior de Zaldi fuera un Tótem, como un emblema de la comunidad que surgió después de la Segunda Guerra Mundial. En el mundo de Zaldi, que es ante todo un mundo mitológico, la boca se abre en un grito desesperado. Esta figura sufre en un espacio que no es ni interior ni exterior, sino en un lugar literalmente inhabitable. Y, sin embargo, parece estar tratando de elevarse desde el suelo mínimo para mirar, aunque no pueda entender, un horror que escapa a su vulnerabilidad. El gesto desesperado de la figura. La escultura contiene simultáneamente destrucción y renovación, desesperación y esperanza.[32][33]
Cada una de sus obras plantea un problema espacial que intenta resolver con la ayuda del material, según sus características o propiedades.[34]De su interés por la arquitectura surgieron piezas como Amalur[35][36]su primera Escultura abstracta, nombre de origen vasco que significa "Madre Tierra".[37]El arquetipo de la diosa matriarcal[38]y la estructura simbólica de la imagen femenina de la mitología vasca. Hierro forjado y esferas de piedra en la escultura de la hipótesis del universo.[39]Una revisión ecológica de la Naturaleza en su imagen simbólica como capacidad creadora donde la creatividad como atributo matriarcal-femenino, en contacto con la existencia que finalmente abrirá la etapa límite del Espíritu como horizonte del sentido trascendente. La fina sensibilidad creativa que caracteriza toda obra, convertida en referente de la cultura vasca contemporánea de la Diosa Madre y su carácter omnipotente, representado como la divinidad arácnida que teje la red universal del cosmos.[40]El movimiento feminista y su lucha por la liberación por la emancipación adquiere especial relevancia en esta producción escultórica que refleja la realidad del arquetipo creativo que explora matriarcalmente el mundo del cuerpo materno, cuya realidad psicológica encarna simbólicamente a una mujer. La cosmovisión mística del arquetipo de la Diosa Madre para la mediación artístico-cultural del pueblo vasco.[41]Huye de imitar a la naturaleza y va en busca de la creación e Innovación.[42]Su obra está motivada por la interrelación de lo simbólico y lo mitológico.[43][44]Al igual que los viejos maestros de la corriente más conocida del arte vasco como: Jorge Oteiza, Eduardo Chillida,[45]Agustín Ibarrola y Néstor Basterretxea. El surrealismo le diferencia de los marcados por la abstracción y el esquematismo geométrico.[46][47]
En 2024 crea la obra Sugaar,[48][49]relacionada con la idea de adaptabilidad y cambio, la importancia de la conexión entre lo humano y lo sobrenatural, podemos analizar la relación entre la serpiente y el poder de transmutación. La relación entre Sugaar y la fertilidad se aprecia en la leyenda medieval, según la crónica de Lope García de Salazar que sirve como legitimación del linaje de los señores de Vizcaya.[50][51][52]El mismo año crea la obra Txoria en homenaje al legado literario vasco[53]y el poema Txoria txori popularizado por el cantautor Mikel Laboa que se convirtió en un himno durante la dictadura. Evoca tanto la fragilidad como la fortaleza invitando al espectador a reflexionar sobre la naturaleza de la libertad, al mismo tiempo que reivindica la voz y el lugar de la mujer en la sociedad.[54][55]En 2025 crea la obra Iratxo en homenaje a las raíces y herencia cultural vasca,[56]objeto de estudio por investigadores como Resurrección María de Azkue y José Miguel de Barandiaran.[57][58]
A través de sus obras busca reflejar la importancia de la memoria y la conexión con sus raíces honrando a los ancestros.[59]En su trabajo se pueden apreciar elementos simbólicos[60]que hacen referencia a la herencia cultural y emocional transmitida a través de generaciones [61] utilizando técnicas mixtas que combinan elementos tradicionales con modernos[62] renovando la trama del arte moderno en el País Vasco, incorporando elementos míticos y etnográficos[63]en sus creaciones.[64][65][66]Sus esculturas no solo representan elementos tradicionales, sino que también reflejan las preocupaciones y aspiraciones de la sociedad vasca moderna. Así, convierte el arte en un vehículo para la reflexión y el cambio social.[67]Su trabajo es una invitación a sumergirse en un mundo donde las fuerzas sobrenaturales y los seres míticos conviven con los humanos.[68]A través de sus esculturas, reinterpreta estas creencias ofreciendo una perspectiva que desafía las nociones convencionales. En este contexto revitaliza el arte vasco para las generaciones actuales y futuras, sosteniendo que la tradición vasca es un pilar fundamental que debe ser preservado, pero no como un relicario inmutable, sino como un punto de partida para la innovación.[69][70]Para él, adaptar el arte vasco a los nuevos tiempos implica entender sus raíces y, a partir de ellas, explorar nuevos materiales, técnicas y conceptos que resonarán con un público contemporáneo.[71]Uno de los aspectos más destacados en la visión de Lezama es la incorporación de tecnologías digitales y técnicas modernas en sus obras. Este enfoque permite que el arte vasco deje de ser solo un símbolo del pasado para convertirse en una expresión viva y dinámica del presente, enfatizando la importancia de abordar temáticas actuales como la identidad, la Memoria histórica, la Sostenibilidad y los desafíos sociales resaltando su relevancia en temas de espiritualidad y cultura.[72]
El estilo escultórico de Patxi Xabier Lezama se define por la fusión entre la tradición vasca y la experimentación con tecnologías contemporáneas. Su trabajo parte del uso de materiales clásicos como el hierro, en línea con la herencia de escultores vascos, pero introduce una dimensión innovadora al incorporar recursos digitales como el modelado 3D, los algoritmos generativos y la inteligencia artificial. Lezama trabaja con un enfoque híbrido que combina el contacto físico con la materia —a través de la forja y la manipulación manual— con procesos digitales que permiten explorar formas imposibles de alcanzar mediante técnicas convencionales. Esta integración le permite generar esculturas que conservan la densidad expresiva de lo artesanal, al tiempo que amplían sus posibilidades formales y conceptuales mediante el cálculo matemático y la simulación virtual. A nivel estético, su obra se sitúa entre lo orgánico y lo geométrico, entre la contundencia del metal y la fluidez del dato. Las esculturas pueden presentar estructuras complejas derivadas de ecuaciones generativas, pero también incorporar elementos sensoriales que las conectan con el entorno. En muchas de sus piezas, la textura del hierro coexiste con componentes tecnológicos que permiten la interacción con el público, dotando a las obras de una cualidad casi performativa. En cuanto a materiales, además del hierro, ha trabajado con terracota, madera, piedra y estructuras impresas en 3D. El uso de estos materiales responde tanto a decisiones estéticas como a criterios de sostenibilidad y eficiencia técnica. Gracias a herramientas digitales, Lezama optimiza los recursos utilizados, minimizando el desperdicio y adaptando sus esculturas a distintos contextos, como entornos digitales o virtuales. El resultado es una obra que mantiene el espíritu de la escultura vasca —con su peso simbólico, su relación con la cultura y su dimensión filosófica—, pero que se proyecta hacia el futuro mediante un lenguaje que combina lo físico y lo digital, lo ancestral y lo tecnológico.[73]
En el marco de la investigación artística incorpora el uso de herramientas de inteligencia artificial aplicadas a la visualización arquitectónica, explorando su potencial para generar propuestas especulativas sobre el entorno construido. Esta línea de trabajo se concreta en la serie La Arquitectura del Futuro, en la que crea edificaciones digitales de carácter surrealista, influenciadas por la mitología vasca y situadas en paisajes distópicos produciendo composiciones donde el objeto arquitectónico actúa como un elemento central, casi totémico. Estas obras se caracterizan por texturas renderizadas, brillos y contrastes propios de los sistemas de generación visual asistidos por IA, lo que refuerza su apariencia onírica y simbólica. Su aproximación se sitúa en un contexto más amplio de reflexión sobre el papel de la arquitectura y el urbanismo en tiempos de Estado de emergencia climática, entendiendo estas disciplinas como clave para idear futuros más sostenibles y habitables considerando que estas herramientas resultan muy útiles en la fase de visualización y conceptualización, ampliando las posibilidades expresivas del arte y el diseño contemporáneo.[74]
En 2024 reivindica una moda responsable con el consumismo desenfrenado, utilizando el arte y el diseño como medio para concienciar a la sociedad sobre los impactos negativos que tiene la industria de la moda en el medio ambiente con la sobreproducción de ropa, promoviendo la sostenibilidad y la adopción de prácticas más respetuosas en la industria textil.[75]En ese contexto crea la serie Newspaper Dresses, diseños de moda elaborados con papel de periódico reciclado, combinando una propuesta estética con una protesta visual con el objetivo de promover la reutilización y el consumo responsable.[76][77]
Ha realizado exposiciones tanto en España como en América. Su trabajo ha sido expuesto en museos y galerías de arte nacionales e internacionales. Su obra está presente en museos, galerías, colecciones de arte privadas y públicas e instituciones culturales de países como España, Francia, Alemania, Inglaterra, Italia, Grecia, Atenas, Egipto, Chile, México, Albania, Rusia, Israel, Polonia, Puerto Rico, Países Bajos, Estonia, Noruega, Suecia, Lituania y Estados Unidos.[78][79][80][81]
Francisco Arroyo Ceballos publicó en la revista Blanco sobre negro, acerca de Lezama: «Patxi Xabier Lezama. Mitología, Tradición y Simbolismo. La evolución es algo innato al ser, a la sociedad y al propio cosmos. El ser humano a lo largo de la historia ha ido evolucionando como fruto de un pensamiento consciente en el que tradición y origen han jugado bazas o pilares fundamentales de alineación con todo lo que supone cualquier forma de expresión. Las muy diferentes formas de expresión no interfieren en manera alguna dentro de lo artístico ya que en muchas ocasiones nos encontramos incluso una más que perfecta conjugación entre tradición, lo que refiere lo ancestral, y modernidad o contemporaneidad. Patxi Xabier Lezama combina todo ello de manera singular. Su obra es fruto de una más que lograda mezcla de la búsqueda de los orígenes o tradición, el gusto por lo mitológico y un surrealismo fuente de una pura necesidad por expresar lo sentido, por resolver el enigma que supone desgranar pieza a pieza lo ensoñado para así procurar dotarlo de vanguardia y modernidad, aderezado con toques de sustancial innovación en los que tiempo y espacio se confunden para así lograr una obra diferente, una obra singularmente digna de ser degustada, disfrutada y, por qué no, admirada. Líneas convergen en suaves curvaturas al antojo de un futurismo latente en el que naturaleza y tierra son de ahora y son del mañana, un orbe disciplinado y regido por el respeto a lo ancestral y dirigido a lo mitológico como fuente de necesidad conceptual. Personalmente quiero reseñar el magnetismo que dichas piezas escultóricas inducen en mí. Una clara conjugación entre atracción, estimulación e incitación a no parar de observarlas. Muy nuevo y ancestral a la vez es lo que Lezama nos presenta. Un tanto arraigado en la cultura vasca pero con toques o extrapolaciones que llaman al espectador a adentrarse en un universo incierto pero de una calma absoluta, sin sonidos que desvirtuasen la obra pero con una gran sensación interna de esperanza en la humanidad mediante un gran cambio producido por otra realidad que está por llegar. Tal vez nos encontramos ante algo basado en herencias pasadas y lo mitológico pero con tintes premonitorios. Algo que es capaz de crear controvertidas sensaciones o sentimientos en nosotros. Algo digno de ser estudiado, referenciado y, por supuesto disfrutado. Una obra elegante y cuidada, con un gran mensaje interior sin lugar a dudas».[82]
Rosalía Torrent. «Hay algo en la obra de Patxi Xabier Lezama que no te deja apartar la mirada de ella, algo intrigante a la vez que paradójicamente familiar. Y es que la ascendencia totémica de sus esculturas forma parte de lo más íntimo de la humanidad, en tal ascendencia nos reconocemos y nos preguntamos sobre nosotros mismos, sobre nuestros orígenes y nuestros deseos. Desde niña he convivido (por mi cercanía con África) con una escultura sobria, de rasgos tan contundentes como parcos. Igualmente, los componentes más surrealistas de la creación, me han acompañado en un devenir forjado por una atípica familia artística. Por esta razón, al enfrentarme con los trabajos de Lezama, se han despertado en mí dos sentimientos homogéneos: el que vivo como persona individual y el que comparto con el resto de seres humanos. Se trata de sentimientos que nos unen al clan por medio de ese tótem que reconocemos como protector, pero que también nos mueven de forma personal al reconocer en él nuestra historia e intimidad. Patxi Xabier Lezama traza sus emblemas desde la mitología del País Vasco, pero el tótem es universal y en él nos reconocemos. Sin embargo, y como todo artista de sólidos fundamentos, su obra no sigue un esquema unívoco. Es cierto que, en muchas de sus creaciones, la verticalidad nos empuja a lugares del espíritu. Pero en esa verticalidad lo ancestral figurativo se mezcla con lo también ancestral (no lo hemos inventado nosotros) abstracto. Y, muy especialmente, sus obras destilan ese componente surreal sin el cual la humanidad sería, desde luego, mucho más tediosa. Porque todos y todas hemos tenido sueños, porque todos y todas nos hacemos preguntas ante el enigma. Y desde luego, las esculturas de este artista son continuas apelaciones a la interrogación. Sin concesiones a lo fácil, viviendo la escultura desde su propia historia, Lezama nos deja imágenes de una fuerte personalidad, porque el aire de familia que pueden tener algunas de las obras se rompe cuando se vive cada una de las obras desde la extrema individualidad de cada ser humano; una individualidad, en este caso, teñida de lo surreal y hermanada con el misterio, pero también con la belleza en algún momento aliada a lo siniestro. En todo ello nos recreamos ante una pregunta final sin respuestas unívocas».[83]
Jesús Ferrero. Los dioses pueden aglutinar dimensiones opuestas, tanto de energía y de paz, como de intensidad y apariencia, de movimiento e inmovilidad. Las esculturas del vasco LEZAMA les rinde un homenaje hasta cierto punto persuasivo en sus amenazas, no idealizado ni celeste, sino en toda su densidad y brutalidad simbólica. Su visión constituye una retrospectiva del mito, un relato de lo que tuvo enormes y sublimes proporciones, de presencias materializadas en su ancestral espíritu. ¡Que los dioses me perdonen la ignominia de no haber nacido!. Gregorio Vigil-Escalera. Miembro de las Asociaciones Internacional, Española y Madrileña de Críticos de Arte (AICA/AECA/AMCA).[84]
Medalla de bronce y mención honorífica del patronato de la IV Bienal Internacional de Escultura “Valle de los Sueños” (2012).[cita requerida]