En farmacia, pasta es una forma galénica compuesta por polvos y grasas mezcladas en proporciones parecidas.
Un ejemplo sería la pasta de cinc:
Antes se utilizaban polvos vegetales para muchas formulaciones de pastas, pero han caído en desuso debido a que sufren fácil descomposición y actuarían como irritantes. En la actualidad sólo se utilizan polvos minerales.
Si las formulaciones son demasiado duras o el paciente no las tolera, se reduce la parte correspondiente a los polvos, aumentando la cantidad correspondiente de grasa. Ejemplo:
No sólo se pueden utilizar grasas sólidas, sino que también son muy usados los aceites, dando lugar a pastas oleosas. Para las mismas pueden utilizarse el aceite de sésamo, de oliva, de cedro y otros. Veamos un ejemplo:
Pasta clásica de ditranol, utilizada en el psoriasis.[1]
En líneas generales las pastas son secantes, pero mantienen la piel suave y plegable, protegiendo de traumas mecánicos y permitiendo la transpiración. Están indicadas en procesos secos (dermatitis crónicas) o muy poco secretantes y en la prevención de las úlceras de decúbito, por su efecto protector. Pueden incorporar principios activos tanto en forma líquida como sólida.
Sus contraindicaciones principales son las lesiones secretantes, infecciones y regiones pilosas. Se aplican extendiéndolas con una espátula de madera y se retiran con aceite de oliva o vaselina líquida.[2]
Si a la pasta normal se le añaden líquidos, como el agua, obtenemos la Pasta Acuosa, también conocida como pasta refrescante debido a sus propiedades al aplicarla. Un ejemplo sería:
En la farmacopea anglosajona las pastas acuosas son más conocidas como cremas que como pastas. Un ejemplo sería la crema de zinc BP:[3]
que, en esencia, es igual a la anterior.
Este tipo de pastas están indicadas en dermatosis inflamatorias subagudas.[2] Tienen el inconveniente de que pueden ser cosméticamente poco aceptables en función de las propiedades del principio activo que lleven incorporado.[4]