Oxana Malaya (en ruso Оксана Малая) (Ucrania, Blagoveschenka, Unión Soviética; 4 de noviembre de 1983), es una mujer que nació en un hogar compuesto por unos padres alcohólicos que no tenían capacidad para cuidar ni querer a su hija. Antes de los dos años fue retirada de su hogar materno y llevada a un orfanato; más tarde vivió con su padre y su madrastra. Allí mostraba un comportamiento aislado, no podía socializar y era agresiva con otros niños. Fue llevada a otra institución, donde empezó a comportarse como un perro, ladraba igual y mordía. Adquirió gran número de hábitos caninos y tuvo dificultades para manejar el lenguaje.
Oxana Malaya Оксана Малая (en ruso) | ||
---|---|---|
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Oxana Malaya | |
Otros nombres | La niña perro de Ucrania | |
Nacimiento |
4 de noviembre de 1983 (41 años) Blagoveschenka, RSS de Ucrania, Unión Soviética | |
Nacionalidad | Ucraniana | |
Información profesional | ||
Ocupación | Trabajador agrícola | |
Desde los trece años vive en la clínica Baraboy en Odesa, donde trabaja como granjera, ordeñando las vacas como actividad principal. Tras el tratamiento fue rehabilitada y aprendió a hablar y caminar, aunque su discapacidad intelectual es evidente cuando se la entrevista.[1]
Malaya nació en el pueblo de Nova Blahovishchenka en el raión de Hornostaivka, óblast de Jersón, en la República Socialista Soviética de Ucrania. Según los médicos y sus registros, nació como una niña normal,[2] pero más tarde, a los tres años, su padre alcohólico la abandonó y vivió rodeada de perro.[3][4] Cuando las autoridades encontraron a Malaya, tenía siete años y medio, pero no podía hablar, carecía de muchas habilidades básicas y se comportaba físicamente como un perro. Corría a cuatro patas, ladraba, dormía en el suelo y comía y cuidaba de su higiene como un perro salvaje[2] olisqueaba la comida antes de ingerirla y se descubrió que tenía muy agudizados los sentidos del oído, el olfato y la vista. Los servicios sociales le quitaron la custodia a sus padres.[4]
Un vecino descubrió la situación de la niña después de 5 años de aislamiento humano y de convivir con perros, y dio aviso a las autoridades. Cuando la encontraron había pasado tantos años privada de estimulación intelectual y social que a Oxana le resultó muy difícil volver a adquirir habilidades sociales y emocionales humanas.
Al día de hoy, Oxana puede hablar y gran parte de sus problemas de comportamiento se han remediado. Aún está por verse si podrá formar relaciones estables y sentirse parte de una comunidad humana.
En un documental producido por el Canal 4 británico, sus doctores manifestaban que es difícil que llegue a rehabilitarse adecuadamente a una sociedad 'normal'. Sus médicos dicen que tiene la mentalidad de un niño de 6 años. Recientemente se encontró con su padre, que la había dejado en la caseta de perro de pequeña. Fue interesante ver que Oxana buscaba su afecto.
En 2006, a la edad de 23, Oxana residía en un hogar para discapacitados mentales, donde ayuda a cuidar las vacas en la granja de la clínica.
En una entrevista para National Geographic Channel declaró que en sus momentos libres le gustaba "correr, jugar, saltar por allí aullando y ladrando"; también que "era su naturaleza". National Geographic realizó estudios y dio a conocer que el cerebro del niño es muy influenciable hasta los 7 años, y es imposible revertir estos efectos.