Santas Nunilo y Alodia (también conocidas como Nunilón o Nunilona y como Alodía o Elodia)[a] eran dos hermanas cristianas cuyo lugar de nacimiento sigue siendo objeto de debate abierto, bien nacidas en Huesca, Adahuesca, Huéscar, Bezares, bien en la Puebla de Don Fadrique, y que engrosan el martirologio medieval español durante el periodo musulmán de la península ibérica.
Nunilo y Alodia | ||
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Información personal | ||
Fallecimiento | 21 de octubre de 851 | |
Información religiosa | ||
Festividad | 22 de octubre | |
reconocimientos | ||
Vírgenes y mártires, de padre musulmán y madre cristiana, según la tradición católica murieron decapitadas el jueves 21 de octubre del año 851 por un delito de apostasía tras negarse a renegar de su fe cristiana ante un juez (ya que, según la ley mahometana, los hijos de matrimonios mixtos eran musulmanes desde el momento mismo de su nacimiento),[1] y ello tras haber sido educadas en el cristianismo por su madre cristiana en una de las época de persecución religiosa durante el dominio omeya.
Como recogen varios autores[2][3] básicamente son seis las fuentes documentales desde donde emanan las noticias:
Algunas investigaciones existentes sobre los códices medievales que narran su historia llegaron a finales de la Edad Media a la conclusión de que habían nacido en la localidad de Adahuesca, dentro de la actual provincia de Huesca.[cita requerida] Contamos con una crónica latina escrita en fecha incierta en el antiguo Condado de Aragón, la Passio beatissimarum birginum Nunilonis atque Alodie, que narra su juicio y martirio. Existen otras interpretaciones de los códices que afirman, que las santas nacieron y murieron en otros lugares de Aragón, La Rioja o incluso Granada.[cita requerida]
Sin embargo, conforme al Martirologio de San Eulogio, coetáneo de los hechos, habrían sido ejecutadas en Andalucía, en la ciudad de "Oscua", "in territorium barbetanum". En el siglo XX puso de manifiesto el profesor Rafael León la imposibilidad de fijar el martirio en Aragón, tras analizar el manuscrito b-I-4 (I.H.8,9, signatura antigua) del Monasterio de El Escorial, original del llamado “Pasionario de Cardeña”, demostrando que el mismo tuvo lugar en la Bética. Las ruinas de la ciudad de Oscua se encuentran en el cerro del León, junto a la actual Villanueva de la Concepción, y pertenecía a la comarca cuya capital fue el Magnum Municipium Flavium Singilense Barbitanum, sito en el término municipal de Antequera. En dicho lugar ya situaba los hechos igualmente en 1875 el conocido literato e historiador granadino Aureliano Fernández-Guerra en el libro "Antigüedades del Cerro de los Santos en término de Montealegre".
Según varias obras, algunas coetáneas de los sucesos, tras el martirio de ambas hermanas sus reliquias fueron trasladadas al monasterio de San Salvador de Leyre (Navarra),[4] aunque una pequeña parte de estas fueron llevadas a Adahuesca en 1672.[cita requerida]
Tras la exclaustración decretada por las Cortes de España en 1820, parte de las reliquias fueron recogidas en la iglesia de Santiago el Mayor de Sangüesa por parte de su párroco, Pedro Úriz atendiendo a la solicitud del obispo de Pamplona, Joaquín Úriz y Lasaga. El 28 de febrero de 1821, a los dos días de que la comunidad cisterciense de Leyre abandonara el monasterio, el párroco recibió cinco arquetas con reliquias de santos, incluida la conocida Arqueta de Leyre con los restos de las dos santa.[5] Sin embargo, los vecinos y el ayuntamiento de Adahuesca, ante la oportunidad, realizaron con éxito, ante las autoridades españolas, las pertinentes «gestiones para obtener los relicarios que contenían los restos de sus santas paisanas.» Consecuencia de ello, el obispo de Pamplona, el 11 de agosto de 1821, envía comunicado al párrodo de Adahuesca confirmando la concesión que se verificó el 30 de agosto en Sangüesa llegando el 5 de septiembre a Adahuesca. Poco tiempo después, en 1826, restaurada la vida monástica en Leyre, estas reliquias regresan al monasterio aunque dejando en la parroquia «una pequeña porción para satisfacer la devoción de los fieles».[6]
Algunos autores apuntan a esta razón como la causa y origen del conocido como "Motín de Sangüesa"[7] tras ser reclamadas por las autoridades de Adahuesca. Las reliquias protagonistas del pleito y posterior motín, reposaban por entonces en la afamada Arqueta de Leyre, siendo este elemento el motivo principal de la pugna. Pequeños fragmentos se repartieron al Monasterio de Leyre, Huéscar y la Puebla de Don Fadrique (Granada).
Hijas de padre musulmán y madre cristiana, las gemelas Nunilo y Alodia, nombres romanos, fueron educadas en el cristianismo tras morir su padre siendo todavía muy niñas, aun estando obligadas a profesar la fe de Mahoma. Al fallecer su madre, un pariente que pretendía conseguir el patrimonio perteneciente a las niñas las denunció a las autoridades y fueron hechas prisioneras en los calabozos del castillo de Alquézar.
Jalaf ibn Rasid, máximo poder musulmán de la región, fue quien las juzgó, y viendo las intenciones del pariente y la indefensión de las niñas, resolvió ponerlas en libertad. Pero el familiar no se contentó y las denunció ante el gobernador de Oscua, quien las condenó a muerte. Fueron decapitadas el 21 o 22 de octubre de 851.
Dice la leyenda que tras arrojar sus cuerpos en un lugar alejado de las murallas, las aves rapaces no los tocaron, sino que más bien fueron sus cuidadores. Y lo más sorprendente es que a lo largo de una noche, unos cristianos vieron destellos luminosos que salían del mismo lugar donde fueron arrojadas las santas.
A lo largo de los siglos, su devoción se ha extendido por la península ibérica, comenzando por los alrededores del Monasterio de Leyre (Yesa, Liédena, Sangüesa, Lumbier) y por la patria de las Santas Adahuesca (que cuenta con reliquias desde el siglo XVI). Todos los calendarios medievales de la diócesis oscense incluyen la celebración de Santa Alodia y Santa Nunilo como día festivo.
El culto se extendió rápidamente a La Rioja, en los alrededores de la ciudad de Nájera, como es el caso de la población de Castroviejo, debido a varias comunidades monásticas establecidas que recibieron la tradición desde el monasterio de Leyre.
La devoción a las Santas llegó a tierras granadinas en la época de los Reyes Católicos tras la conquista de la ciudad de Huéscar, que fue donada a Don Luis de Beaumont, conde navarro de Lerín, como el Marquesado de Huéscar. Tras un destierro por parte del último rey navarro Juan III de Albret, el conde de Lerín se refugió en Huéscar junto con una gran cantidad de familias navarras, que trajeron consigo la devoción a las Santas Alodia y Nunilo. Posteriormente, tras la conquista del reino de Navarra, el conde de Lerín recuperó sus posesiones y regresó a Navarra, pero muchas de las familias permanecieron en territorio granadino.
Asimismo, a comienzos del siglo XVI se construyó un templo conocido como ermita de las Vírgenes en la casi despoblada Torreparedones (Baena, provincia de Córdoba) dedicada a las santas y edificada sobre unas termas romanas.[8]
De esta manera, las Santas han llegado a ser actualmente patronas tanto de Huéscar como del municipio adyacente de la Puebla de Don Fadrique. En esta zona reciben el nombre de Alodía y Nunilón, más conocidas como "Las Santas", y sus fiestas constituyen la celebración más importante de toda la comarca oscense.
Su culto se ha extendido desde estas dos localidades granadinas a otros lugares durante el siglo XX, debido a la emigración desde el entorno rural a núcleos industriales, tales como Murcia, Valencia, Cornellá de Llobregat y Madrid.
En España, su onomástica se celebra el 22 de octubre.