La Noche de los Bastones Largos fue el desalojo por parte de la Dirección General de Orden Urbano de la Policía Federal Argentina, el 29 de julio de 1966, de cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en Argentina, ocupadas por estudiantes, profesores y graduados, en oposición a la decisión del gobierno de facto de intervenir las universidades y anular el régimen de gobierno.[1][2]
Noche de los Bastones Largos | ||
---|---|---|
La Noche de los Bastones Largos. | ||
Localización | ||
País | Argentina | |
Localidad | Universidad de Buenos Aires | |
Datos generales | ||
Tipo | acontecimiento | |
Participantes | Policía Federal Argentina | |
Histórico | ||
Fecha | 29 de julio de 1966 | |
El hecho fue bautizado así por el periodista Sergio Morero, autor del libro homónimo publicado en 1996.
El 28 de junio de 1966, el teniente general Juan Carlos Onganía había derrocado el gobierno democrático de Arturo Umberto Illia dando inicio a la Revolución Argentina. Las universidades públicas argentinas estaban entonces organizadas de acuerdo a los principios de la Reforma Universitaria, que establecían la autonomía universitaria del poder político y el cogobierno tripartito de estudiantes, docentes y graduados.
La represión fue particularmente violenta en las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
La Policía Federal Argentina, que se encontraba bajo intervención militar desde el 28 de junio de 1966, tenía órdenes de reprimir duramente. El nombre del hecho proviene de los bastones largos usados por efectivos policiales para golpear con dureza a las autoridades universitarias, los estudiantes, los profesores y los graduados, cuando los hicieron pasar por una doble fila al salir de los edificios, luego de ser detenidos.
En el caso de la intervención a la Facultad de Ciencias Exactas, Rolando García, el decano en ese entonces, se hallaba con el vicedecano, Manuel Sadosky, cuando entraron los policías, y salió a recibirlos, diciéndole al oficial que dirigía el operativo:
¿Cómo se atreve a cometer este atropello? Todavía soy el decano de esta casa de estudios.
Un corpulento custodio le golpeó entonces la cabeza con su bastón. El decano se levantó con sangre sobre la cara, y repitió sus palabras: el corpulento repitió el bastonazo por toda respuesta.[3]
Fueron detenidas en total 400 personas y destruidos laboratorios y bibliotecas universitarias.
En los meses siguientes cientos de profesores fueron despedidos, renunciaron a sus cátedras o abandonaron el país.
En total emigraron 301 profesores universitarios; de ellos 215 eran científicos; 166 se insertaron en universidades latinoamericanas, básicamente en Chile y Venezuela; otros 94 se fueron a universidades de Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico; los 41 restantes se instalaron en Europa.[4]
En algunos casos equipos completos fueron desmantelados. Es lo que sucedió con Clementina, la primera computadora de América Latina, que había sido construida por Ferranti (del Reino Unido). Renunciaron y emigraron los 70 miembros del Instituto de Cálculo de Ciencias Exactas, donde era operada.[5][6] Lo mismo sucedió con el Instituto de Radiación Cósmica, que fue desmantelado.
Algunos de los profesores e investigadores afectados fueron, en orden alfabético:
Con la intervención del gobierno militar a las universidades se aplicó una estricta censura en los contenidos de enseñanza universitaria y se desmanteló un proyecto reformista de universidad científica de excelencia, sobre la base de la estrecha vinculación entre investigación y docencia.
El hecho está considerado como una referencia central de la decadencia cultural y académica, y de la fuga de cerebros, en Argentina.
En julio de 2005 la Federación Universitaria Argentina entregó diplomas de reconocimiento a los 70 profesores universitarios que renunciaron en 1966 a sus cátedras en la Facultad de Agronomía de la UBA.
En 2004 el director de cine Tristán Bauer estrenó una película con el título "La noche de los bastones largos: el futuro intervenido".
El 8 de septiembre de 2010, el unitario televisivo "Lo que el tiempo nos dejó" presentó un capítulo referido a "La noche de los bastones largos".
El 30 de julio de 1966 se publicó en la edición matutina del periódico The New York Times una carta al editor enviada por Warren Ambrose, profesor de matemáticas en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y en la Universidad de Buenos Aires. Ambrose fue testigo y víctima del ingreso violento de fuerzas policiales a la Facultad de Ciencias Exactas, durante la Noche de los Bastones Largos. A continuación se reproducen dos párrafos de dicha carta.
Entonces entró la policía. Me han dicho que tuvieron que forzar las puertas, pero lo primero que escuche fueron bombas que resultaron ser gases lacrimógenos. Luego llegaron soldados que nos ordenaron, a gritos, pasar a una de las aulas grandes, donde se nos hizo permanecer de pie, contra la pared, rodeados por soldados con pistolas, todos gritando brutalmente (evidentemente estimulados por lo que estaban haciendo –se diría que estaban emocionalmente preparados para ejercer violencia sobre nosotros-). Luego, a los alaridos, nos agarraron a uno por uno y nos empujaron hacia la salida del edificio. Pero nos hicieron pasar entre una doble fila de soldados, colocados a una distancia de 10 pies entre sí, que nos pegaban con palos o culatas de rifles, y que nos pateaban rudamente, en cualquier parte del cuerpo que pudieran alcanzar. Nos mantuvieron incluso a suficiente distancia uno del otro de modo que cada soldado pudiera golpear a cada uno de nosotros. Debo agregar que los soldados pegaron tan duramente como les era posible y yo (como todos los demás) fui golpeado en la cabeza, en el cuerpo, y en donde pudieran alcanzarme. Esta humillación fue sufrida por todos nosotros -mujeres, profesores distinguidos, el decano y el vicedecano de la Facultad, auxiliares docentes y estudiantes-. Hoy tengo el cuerpo dolorido por los golpes recibidos, pero otros, menos afortunados que yo, han sido seriamente lastimados.
No tengo conocimiento de que se haya ofrecido ninguna explicación por este comportamiento. Parece simplemente reflejar el odio del actual gobierno por los universitarios, odio para mí incomprensible, ya que a mi juicio constituyen un magnífico grupo, que han estado tratando de construir una atmósfera universitaria similar a la de las universidades norteamericanas. Esta conducta del gobierno, a mi juicio, va a retrasar seriamente el desarrollo del país, por muchas razones, entre las que se encuentra el hecho de que muchos de los mejores profesores se van a ir del país.Warren Ambrose [7]
En julio de 2016, con el objetivo de mantener vivo el recuerdo y motivar la reflexión, se realizaron las Jornadas “A cincuenta años de la noche de los bastones largos”, en conmemoración del medio siglo de sufridos estos acontecimientos. Fue el 28 y 29 de julio de 2016 y el evento fue organizado por el Programa de Historia y Memoria de la Universidad de Buenos Aires y el Programa de Historia de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Se expusieron aproximadamente 30 relatos que, en distintas versiones, explicaban lo sucedido en la Noche de los Bastones Largos. Lo interesante de las jornadas es la conversación que se generó entre los estudiosos sobre los hechos de aquella noche y varios protagonistas de ese episodio convocados por la Universidad de Buenos Aires.
"El Programa de Historia y Memoria tiene un doble objetivo, el de fomentar los estudios de nuestra historia, con el rigor que eso significa, pero al mismo tiempo mantener la memoria, y aquí entran en juego los recuerdos personales, las emociones (...). Rescato la riqueza de los debates surgidos en el diálogo entre los protagonistas y los investigadores"Pablo Buchbinder, coordinador del Programa de Historia y Memoria de la Universidad de Buenos Aires[8]