En medicina, el término neoplasia intraepitelial vulvar (NIV) denota una lesión del epitelio escamoso de la vulva que se caracteriza por displasia con varios grados de atipia entre el epitelio originándose desde la lámina basal, la cual permanece intacta, de modo que no es una enfermedad invasiva, como el cáncer, aunque tienen un conocido potencial de volverse maligno.
Neoplasia intraepitelial vulvar | ||
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Micrografía de una NIV III. Tinción H&E. | ||
Especialidad | oncología | |
La terminología que clasifica a las NIV ha evolucionado en las últimas décadas. Hasta 1989 se le conocía como distrofia vulvar, enfermedad de Bowen o vulva de Kraurosis. La enfermedad se localiza entre las capas del epitelio, de allí el término intraepitelial, análoga al concepto de neoplasia intraepitelial de cuello uterino.
La Sociedad Internacional para el Estudio de las Enfermedades de la Vulva clasifica a la neoplasia intraepitelial vulvar en dos tipos—dejando afuera los trastornos no-neoplásicos como el liquen escleroso, la hiperplasia escamosa y otras dermatosis:[1]
En el 50% de los casos las neoplasias intraepiteliales vulvares son asintomáticas, mientras que en las pacientes restantes, suele acompañarse de picazón, sensación de quemado, dolor y la presencia de una masa palpable en la vulva.
Las modalidades más usadas para el tratamiento de una NIV incluyen quimioterapia tópica, ablación con láser de dióxido de carbono y la extirpación quirúrgica. Otras opciones pueden incluir la crioterapia, inyecciones de interferón, etc.