Mustang (caballo)

Summary

Los mustangos son los caballos salvajes de Norteamérica. En realidad se trata de caballos cimarrones (animales que se escapan o pierden y que se han readaptado a vivir en la naturaleza), puesto que el caballo se había extinguido en Norteamérica a finales del pleistoceno y fueron reintroducidos por los conquistadores españoles a partir del siglo XVI, de raza andaluza, árabe o hispano-árabe.[1]

Mustang

Mustangs luchando
Región de origen América del Norte (Canadá, EE. UU. y México)
Características
Morfología Caballo salvaje
Tipo Caballo
Tamaño 1,45 m a 1,62 m
Cabeza Pequeña
Carácter Salvaje, inteligente, se levanta con dificultad, fuerte y duradero

Las inmensas llanuras estadounidenses y la ausencia de depredadores naturales contribuyeron a su rapidísima expansión. De hecho, una manada de mustangos puede doblar su tamaño cada cinco años.
Han sido muy apreciados por los aborígenes y los pioneros por estar dotados de una gran resistencia y fortaleza, producto de un enorme desarrollo muscular.

Etimología

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En Estados Unidos, el nombre "Mustang" proviene del coloquialismo mexicano "Mesteño" con que se nombraba a los caballos mexicanos que eran salvajes y sin dueño.

La palabra "mustang" proviene del coloquialismo mexicano "mesteño" o "mostrenco", que significa "salvaje" o "cerril". En el español mexicano, tanto mesteño como mostrenco se usaban indistintamente y significaban caballos, mulas y ganado vacuno, salvajes y sin dueño, que vagaban libremente por la inmensidad de la campiña mexicana; sinónimos de cerrero, cerril, indómito, bronco, feroz, bravo, salvaje.[2][3][4]​ La acepción mexicana es la adoptada por los estadounidenses.[5]

En España, por el contrario, mesteño se refería originalmente a cualquier res ganadera extraviada de propiedad incierta que terminaba bajo la propiedad del poderoso gremio de ganaderos trashumantes de ovejas merinas en la España medieval, la Mesta; en el castellano ibérico, mesteño significa literalmente "lo que toca o pertenece a la Mesta".[6]​ A su vez, mesta proviene del latín "(animalia) mixta", es decir, "(animales) mezclados". Mientras que "mostrenco" se refiere a cualquier tipo de bienes, incluyendo muebles o joyas, que hayan sido abandonados o cuya propiedad sea incierta y, por lo tanto, después de un año y un día pasa a ser propiedad del Rey o de la comunidad que tenga privilegio sobre ello. Deriva de «mostrar», ya que por ley, tras encontrar dichos bienes, deben mostrarse o manifestarse ante las autoridades.[7][8]​ En España, también se refiere a una persona sin hogar ni amo, alguien ignorante o lento para razonar o aprender, y alguien gordo y pesado.[9]

La Cacería de la Caballada Mesteña

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Mesteñeros eran los Charros que se dedicaban a cazar caballos salvajes, mesteños, en la inmensa campiña mexicana.

La caza del caballo mesteño era un gran acontecimiento, una gran batalla entre el hombre y la bestia. Los mexicanos la llamaban coloquialmente "correr mesteñas", es decir, cazar a las manadas mesteñas con el lazo, ya que se les cazaba con sus reatas.[10]​ Las grandes cacerías de caballos mesteños tenían lugar después de la temporada de lluvias (monzón) y durante las lluvias invernales, entre octubre y diciembre, o tras el deshielo, cuando se reponían los abrevaderos y se renovaban los pastos, y los caballos bajaban a beber, principalmente en la región conocida como "Los Llanos", una zona que se extendía desde el norte de Zacatecas, al sur, hasta el sur de Nuevo México, al norte, y al oeste, hasta las faldas de la Sierra Madre Occidental en Chihuahua, y a las faldas de la Sierra Madre Oriental en Nuevo León, al oriente. En esta extensa zona, tan solo la región del Bolsón de Mapimí contaba, a finales del siglo XVIII, con más de 230,000 caballos salvajes.[11]

Para esta gran cacería, o rodeo como lo llamaban los Rancheros —ya que era un gran rodeo— se requería una gran cantidad de hombres, típicamente entre 100 y 200 jinetes hábiles, astutos y bien montados, y suficientes provisiones para al menos un mes. Estos rancheros salían en busca de las manadas en grupos de seis a diez, vagando durante muchos días por las vastas llanuras, desiertos y montañas hasta encontrar a su objetivo. Esta operación requería tiempo y mucha paciencia, ya que todo el proceso, desde el momento en que partían hasta que eran capturados, podía durar semanas. Cuando finalmente lograban localizar a los caballos, construían un corral muy grande y ancho de gruesa madera de mezquite con empalizadas dobles atadas con fuertes cuerdas de cuero, en donde atraparían a los caballos. Una vez terminada la construcción del corral y cubierto con pasto y arbustos para no alarmar a los caballos, comenzaba el rodeo. Este consistía en que los cazadores se dividían en grupos de cinco, diez y quince hombres, que se posicionaban en ciertos lugares alrededor de un área de más de veinte leguas (aproximadamente 105 km) para bloquear el paso de las manadas, obligándolas a dirigirse hacia el punto donde se había construido el corral. El proceso para encerrar a las manadas era una batalla muy peligrosa y violenta en la que perecían muchos caballos y hombres. Cuando finalmente lograban capturar y encerrar a suficientes caballos —cientos de ellos—, los dejaban sin comida ni agua durante seis días. Debilitados y exhaustos, se les unían yeguas domadas llamadas "caponeras" y los conducían a los agostaderos y corrales en donde se llevaría a cabo el apartadero para seleccionarlos y domarlos para luego llevarlos a las grandes ciudades para su venta.[12]

Mustango en Wyoming

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Manada de mustangos en Utah.

A comienzos del siglo XX los mustangos llegaron a alcanzar los dos millones de cabezas. Se convirtieron en un problema para los ganaderos, ya que competían con sus reses por el pasto. Así comenzó su caza, y su número se redujo paulatinamente hasta quedar en tan sólo unos trescientos veinte mil animales a finales de la década de los 60. A la vista del rápido declive del número de cabezas, el Congreso estadounidense aprobó en 1971 una ley que declaraba al mustango especie protegida.

Véase también

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Referencias

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  1. «Caballo hispano-árabe, y normativa». Archivado desde el original el 20 de octubre de 2014. Consultado el 22 de octubre de 2014. 
  2. Salvá y Pérez, Vicente (1846). Nuevo diccionario de la lengua castellana que comprende la última edición íntegra, muy rectificada y mejorada : del publicado por la Academia española : y unas veinte y seis mil voces, acepciones, frases y locuciones entre ellas muchas americanas. Paris: Librería de Don Vicente Salvá. p. 714. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  3. Domínguez, Ramon Joaquin (1856). Diccionario nacional ó gran diccionario clásico de la lengua Española, Tomo 2 (Sexta edición). Madrid: Mellado. p. 222. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  4. García Icazbalceta, Joaquín (1899). Vocabulario de mexicanismos. México: La Europea. p. 59. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  5. Ganilh, Anthony (1838). Mexico Versus Texas A Descriptive Novel, Most of the Characters of which Consist of Living Persons. Philadelphia: N. Siegfried. p. 344. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  6. Diccionario de autoridades. Gredos. 2002. p. 556. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  7. Diccionario de autoridades. Gredos. 2002. p. 617. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  8. BASTÚS, Joaquín (1856). Memorandum Anual Y Perpetuo de Todos Los Acontecimientos Naturales O Estraordinarios, Historicos Civiles Y Religiosos Que Ocurren O de Los Cuales Se Hace Mencion en El Curso Del Año; Esplicando El Origen, la Etimologia, El Significado Y la Historia de Cada Uno de Ellos, Tomo 2. Barcelona: El Porvenir. pp. 1245 - 1246. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  9. «Mostrenco». Diccionario de la lengua española. Real Academia Española. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  10. Salvá y Pérez, Vicente (1846). Nuevo diccionario de la lengua castellana que comprende la última edición íntegra, muy rectificada y mejorada : del publicado por la Academia española : y unas veinte y seis mil voces, acepciones, frases y locuciones entre ellas muchas americanas. Paris: Librería de Don Vicente Salvá. p. 714. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  11. Hernández, Lucina (2001). Historia Ambiental de la Ganaderîa en México. Xalapa: Instituto de Ecología A.C. p. 61. ISBN 968-7863-66-8. Consultado el 30 de abril de 2025. 
  12. Payno, Manuel (1843). «Cacería de Caballada Mesteña». El Museo mexicano, ó, Miscelanea pintoresca de amenidades curiosas é instructivas 2: 39-40. Consultado el 30 de abril de 2025. 

Bibliografía

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  • Steiguer, J. Edward (2011). Wild Horses of the West: History and Politics of America's Mustangs (First ed.). Tucson: University of Arizona Press. p. 296. ISBN 978-0-8165-2826-4.
  • Dobie, Frank (1952). The Mustangs (Seventh printing ed.). Boston: Little, Brown and Company. LC no. 52-6802.
  • Mangum, A.J. (December 2010). "The Mustang Dilemma". Western Horseman: 70–80.
  •   Datos: Q211848
  •   Multimedia: Feral horses of the United States / Q211848