Michel Jacobsen (1560-1632) fue un corsario dunkerqués al servicio de la Monarquía Hispánica. Conocido como el Zorro de los Mares por su habilidad y veteranía, pasó a la historia como uno de los comandantes navales más efectivos del norte de Europa durante la Guerra de los Ochenta Años.
Michel Jacobsen | ||
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![]() Estatua de Jacobsen en el ayuntamiento de Dunkerque. | ||
Información personal | ||
Nacimiento |
1560 Dunkerque | |
Fallecimiento |
1632 Sanlúcar de Barrameda | |
Información profesional | ||
Ocupación | Militar | |
Lealtad |
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Rama militar | Armada de Flandes | |
Rango militar | Almirante | |
Conflictos | Guerra de los Ochenta Años | |
Distinciones | ||
Nació en una familia de marinos originaria de Róterdam que había abjurado del protestantismo. Su padre, Jan Jacobsen, que falleció cuando Michel tenía tres años, había sido un notable corsario a las órdenes de los Austrias.[1] Michel comenzó su andadura para armadores privados en 1582, y tres años después era capitán en una flota corsaria de filibotes armada por el tesorero de la ciudad. En enero de 1587 capitaneaba el navío Chien o La Mouette. Participó en la frustrada Armada Invencible, en la que fue piloto,[1] y cuyos restos ayudó a traer de vuelta a España.[2]
Jacobsen reaparece poco años después, en 1595, como corsario al mando del buque Lévrier con el patrocinio de la también familia corsaria de Jacques van der Walle. Hostigó con vigor a las marinas inglesas y holandesas, los segundos de los cuales le apodaron el Zorro de los Mares (Le renard des mers o de la mer en francés, de Vos der zeeën en neerlandés) por su habilidad para aparecer en cualquier punto del mapa, destruir sus barcos y desaparecer.[1]
En julio de 1600, Michel y su hermano Mathieu quedaron directamente al servicio de los gobernadores de los Países Bajos españoles, Isabel Clara Eugenia y el archiduque Alberto de Austria, cuyo almirante Charles d'Arenberg les contrató para devastar la industria pesquera neerlandesa, lo cual hicieron a conciencia.[1] Formó parte de la reorganizada Armada de Flandes en 1602, sirviendo en uno de los cinco navíos personales del vicealmirante Adrien Diericksen,[1] que murió al año siguiente, y pasó entonces al servicio de Willem Janssen, otro superviviente de la Armada Invencible que desde entonces organizaba el corso por iniciativa de Alejandro Farnesio.[3]
En 1604, a pesar de la nueva neutralidad de los ingleses, éstos requisaron dos navíos pertenecientes a Jacobsen, el Santa María y el Santa Clara, después de haber recalado en Portsmouth por una tormenta, por lo que Jacobsen los suplió armando pequeños y escurridizos barcos de diez toneladas para las campañas de 1604 y 1605.[1] Con su creciente éxito, en 1609 era uno de los siete mayores capitanes al servicio de los archiduques y de su general, Ambrosio Spínola,[1] y comandaba ya el mismo Jacobsen una flota de once barcos recién botados. La tregua de los doce años no empañó sus servicios, y en 1621 volvió a la actividad con prestaza. Tres años después recibía la Orden de Santiago de manos del rey Felipe IV.[1]
En 1627, acostumbrado ya a eludir los bloqueos neerlandeses, Jacobsen descendió hasta España con su flota para proveerse de marinos vascos en Pasajes, Guipúzcoa, tras lo que salió en una expedición a Groenlandia, donde los pesqueros holandeses e ingleses hacían pesca de arrastre. El dunkerqués llegó a sus aguas en mayo, hundió alrededor de 50 buques antes de regresar a Dunkerque por la ruta norte alrededor de las islas británicas. Junto con otra expedición dunkerquesa que estragó una flota militar y mercante en las islas Shetlands, la armada de Flandes acabó el año habiendo devastado el comercio protestante sin haber perdido un solo barco.[4]
En otra de sus mayores correrías, Jacobsen logró pasar una flota de transporte de hombres, petrechos y dinero por el cerco marítimo holandés en 1631, con ayuda del almirante español de la Armada de Flandes, el conocido Francisco de Ribera.[5] Hecha la misión, Ribera y Jacobsen llevaron a cabo varias campañas de corso y volvieron a aniquilar la flota pesquera holandesa. El año siguiente repitió la hazaña, escoltando un convoy con 4000 hombres, incrementando el prestigio de un corso dunkerqués en su apogeo.[3]
En 1633, Jacobsen navegaba hacia España con tres galeones cuando se topó con una docena de buques otomanos, a los que derrotó y puso en fuga.[3] Sin embargo, días después moría de fiebres en Sanlúcar de Barrameda a la respetable edad de 72 años, haciéndose cargo de sus galeones Fermín de Ochoa.[5] Una leyenda flamenca dice que se le enterró en la catedral de Sevilla, junto a Cristóbal Colón y Hernán Cortés, aunque no es cosa probada.[6][7]
Dejó diez hijos con Laurence Weus, hija del también famoso corsario dunkerqués Cornelis Weus. Entre ellos se hallaron corsarios como Charles Jacobsen, ascendido a capitán el año siguiente por recomendación de Jacob Collaert,[5] y Jan Jacobsen, quien también tuvo una carrera como corsario, además de Antoine y Francois Jacobsen.[3] Una de sus hijas, Agnes Jacobsen, casó con Michel Bart y sería abuela de Jean Bart,[3] quien se convertiría en gran almirante para franceses y holandeses cuando Dunkerque se perdiera.