Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid fue un periódico ilustrado, fundado por Joaquín Ezquerra y Pedro Pablo Trullenc. Se publicó en Madrid, con algunas interrupciones, entre enero de 1784 y octubre de 1808. De periodicidad primero mensual, después quincenal y por último trimensual, acogió en sus páginas una gran variedad de temas: crítica literaria y teatral; ensayos, discursos y cartas de diferentes autores; memorias académicas, reseñas de libros, textos poéticos, información sobre comercio marítimo, medicina y salud pública, meteorológica, militar, sobre la corte real, cambio de moneda, normas legales, corridas de toros, etc. Fue uno de los periódicos más destacados del siglo xviii no solo por su riqueza de contenido sino también por su larga trayectoria y extensa difusión.
Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid | ||
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País | España | |
Sede | Madrid | |
Ámbito de distribución | España, América y Filipinas | |
Fundación | 1784 | |
Fundador(a) | Joaquín Ezquerra y Pedro Pablo Trullenc | |
Fin de publicación | 1808 | |
Género |
Misceláneo Crítica literaria y teatral | |
Idioma | español | |
ISSN | 1576-9801 | |
Se publicó en números de unas 140-180 páginas mientras fue periódico mensual, para bajar a la mitad cuando se convirtió en quincenal. En su primera etapa, al principio cada entrega tenía su paginación propia, pero desde septiembre de 1785 empezaron a secuenciarse por tomos cuatrimestrales. Se estampaba en la Imprenta Real, en octavo, a una columna. Se compone casi por completo de texto, aunque inserta esporádicamente algunas figuras, planos y grabados. Los epígrafes apenas se diferencian del cuerpo de las noticias. Solo el uso de la cursiva y las contadas ilustraciones interrumpen la monotonía gráfica de las páginas. Cada número se cierra con un índice de los temas tratados.[1]
El Memorial Literario fue fundado por dos aragoneses afincados en Madrid: Joaquín Ezquerra, catedrático de latín en los Reales Estudios de San Isidro, y Pedro Pablo Trullenc, Portero de la Cámara de Castilla.[2]
El propósito de los fundadores consistió en ofrecer aquellas noticias que no solían tener cabida en los periódicos oficiales, la Gaceta, el Mercurio histórico y el Diario de Madrid, dedicados sobre todo a los asuntos políticos, costumbristas o de actualidad. El Memorial Literario se ocupó de divulgación literaria y artística (reseñas de libros y publicaciones recientemente aparecidos, memorias de academias, noticias del mundo del arte, estrenos teatrales) pero también, en consonancia con el espíritu del siglo ilustrado, proporcionó espacio a las novedades científicas, técnicas, económicas o legislativas, sin dejar de lado los aspectos religiosos.[3]
Se publicó entre 1784 y 1808, siempre en 8.º, con algunas interrupciones y cambios en los redactores, el título completo y la periodicidad. Estas son las distintas etapas:[4][5][6][7]
De los periódicos españoles y con la excepción de los oficiales, el Memorial Literario fue el que más difusión tuvo dentro y fuera de España. En 1784 contaba con 1140 suscriptores. En 1786 anunció la ampliación de su difusión a las provincias, y en febrero de 1787 a ultramar: posesiones españolas en América y Filipinas. Entre los suscriptores se contaban importantes miembros del Gobierno y de las élites sociales e intelectuales del país. Gozó del respaldo de Floridablanca y Campomanes, y disfrutó de exenciones como el porte franco de correos, o incluso, en cierta ocasión, de la condonación de una deuda de 12000 reales con la Imprenta Real.[8]
Los contendos son extremadamente variados. Ya en el primer número advierten los redactores que «no hallará el lector en todos uniformemente unas mismas materias». Si bien es cierto que los temas literarios priman sobre los demás (considerando críticas teatrales, reseñas de libros, discursos literarios, relaciones bibliográficas y composiciones poéticas), se pueden hallar en sus páginas asuntos relacionados con las ciencias (medicina, botánica, meteorología y clima), la técnica, discursos y disertaciones académicas, memorias y descripciones, la economía política, a veces listas de precios, ventas, información de la lotería, legislación, crónicas de fiestas y toros, etc., todo ello circunscrito al ámbito de la monarquía hispánica y principalmente a la Corte y las provincias peninsulares.[9]
Dentro de la gran variedad de temas que tienen cabida en el Memorial Literario merece ser destacada la crítica teatral, con una sección permanente de «Teatros» dedicada a las obras representadas en los coliseos madrileños. Siguiendo el modelo habitual en la época, esta labor crítica pretende por una parte mostrar a los autores dramáticos lo que está bien y lo que está mal en las obras representadas, y por otra educar el gusto del público.[a] Estas críticas teatrales fueron una labor de grupo, si bien se desconoce quiénes fueron los colaboradores del periódico, probablemente una tertulia de amantes del teatro que se reunirían tras las representaciones. Tenían las críticas una doble vertiente, estética y ética o ideológica, por lo que examinaban tanto los aspectos técnicos y literarios como la moralidad y utilidad de las ideas contenidas en cada obra.[11]
En esta labor de crítica teatral hay pruebas fehacientes de que los redactores del Memorial Literario recibieron repetidamente directrices de las autoridades civiles (no así de las religiosas) para que contribuyesen a la postergación de las obras consideradas por aquellas perniciosas y de mal ejemplo, aunque gozaran del favor del pueblo. Se puede notar una diferencia de tratamiento entre el teatro aurisecular y las obras populares dieciochescas: mientras que las piezas representadas de Lope, Calderón o Moreto se analizan sistemáticamente desglosando sus defectos formales (según el canon neoclasicista) con un tono sereno y mesurado, con los géneros más en boga del momento la crítica es mucho más exaltada y combina juicios poéticos con razonamientos morales y religiosos. Entre los géneros más denostados por los memorialistas se encuentran las comedias de magia y las historicomilitares. Por el contrario, obras ajustadas al canon del buen gusto, como la moratiniana El viejo y la niña, merecen el aplauso de aquellos.[12][13][b]
Las páginas del Memorial Literario ofrecieron desde el principio información mensual tabulada de las oscilaciones meteorológicas correspondientes a la ciudad de Madrid, acompañadas de comentarios sobre el comportamiento de la atmósfera y de los resultados de las «observaciones médicas» llevadas a cabo por los médicos de los diferentes hospitales madrileños. A partir de abril y agosto de 1786 se añadió información meteorológica de las ciudades de Cádiz y Barcelona, respectivamente. Los datos de esta última los proporcionaba el ilustre médico catalán Francisco Salvá Campillo, cuya contribución no se ciñó solo a este campo sino que se extendió a temas de medicina, electricidad atmosférica, ciencias naturales y mecánica. Hubo críticas a la inclusión de este tipo de información en las páginas del Memorial, que negaban su utilidad e incluso la equiparaban a los pronósticos de astrólogos y almanaques. Los redactores tuvieron que defenderse ratificando la validez de las mismas y su aplicación práctica a la medicina y la agricultura.[15][16][c]
La información no se restringía a los datos puramente meteorológicos, sino que incluía noticias referidas a la influencia del comportamiento del clima sobre la salud, en sintonía con las corrientes médicas y científicas europeas contemporáneas. Las dos décadas finales de la centuria ilustrada estuvieron presididas en España por fenómenos climáticos extremos, acompañados de otras amenazas en forma de enfermedades y plagas agrícolas de graves consecuencias para la población, como el paludismo o fiebres tercianas, cuya expansión en los años ochenta a amplias zonas de la península, hasta entonces exentas, fue favorecida por graves sequías alternadas a períodos de precipitaciones excesivas.[18]
En un último cuarto del siglo caracterizado por una climatología extrema, fenómenos recurrentes como las repetidas sequías, grandes temporales, riadas e inundaciones, inviernos extraordinariamente rígidos, etc., tuvieron cumplido reflejo en las páginas del periódico.[19]
Los textos relacionados con la medicina y la salud pública ocuparon regularmente un buen espacio en el periódico. Se pueden distinguir varios bloques temáticos:[20]
En el Memorial se encuentran páginas dedicadas a temas que en la época se consideraban de vital importancia, como el crecimiento demográfico, o bien el desarrollo de la agricultura, las manufacturas y el comercio, interno y externo. A título de ejemplo, en ocho cartas publicadas entre abril y agosto de 1789 se ilustran los efectos nocivos del lujo. Según argumenta su autor, el lujo provoca en las capas sociales más altas el deseo de aumentar continuamente los gastos relacionados con las bodas; la necesidad de acopiar cada vez más dinero retrae a los posibles contrayentes, que retrasan o anulan sus matrimonios, con el consiguiente daño demográfico.[21][d]