Martija de Jauregui (siglo XVI) fue una curandera navarra que ejerció en el siglo XVI, protomédica y ginecóloga que fue procesada por intrusismo y desterrada por la Santa Inquisición.
Martija de Jauregui | ||
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Información personal | ||
Nacimiento | Navarra (España) | |
Residencia | Uharte Urakil | |
Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Curandera | |
Hacia 1570 ejercía su profesión por tierras de Estella y Pamplona, según se refiere Florencio Idoate en Rincones de la Historia de Navarra.[1]
No sabía leer ni escribir y sus conocimientos terapéuticos los había aprendido del doctor Cartajena, su abuelo, que había sido médico en Lequeitio.[2]
Por privilegio especial del protomédico de Navarra tuvo autorización para curar algunas enfermedades. Fue experta ginecóloga y hábil para las dolencias propias de las mujeres.[3] Sus remedios consistían principalmente en emplastos y brebajes a base de ingredientes vegetales y como complemento mandaba encargar sendas misas y hacer diversas prácticas religiosas.[2]
Hacia 1580 trasladó sus actividades a Huarte-Araquil (donde se estableció con su marido). Atendía en euskera, su lengua materna, a toda la zona de La Barranca y Araquil hasta Guipúzcoa. Recogía hierbas en los montes de Aralar y se las bendecían en la iglesia por San Juan y otras fiestas.[3]
Con el racionalismo renacentista y la profesionalización de las profesiones sanitarias, se masculinizó la medicina con el consiguiente desplazamiento de la medicina tradicional y de las mujeres que tradicionalmente la habían venido ejerciendo.[4] Fue popular, bien considerada y su fama fue creciendo hasta que la Santa Inquisición la procesó y desterró de Estella por intrusismo. Que una mujer ejerciese, era un desafío para la incipiente ciencia médica.[2][3][5][6]