Marta Villanueva Cárdenas —más conocida por su seudónimo Luz de Viana— (Santiago, 25 de diciembre de 1894-Santiago de Chile, 1995)[1] fue una escritora y pintora chilena.[7]
Luz de Viana | ||
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Marta Villanueva Cárdenas | |
Nacimiento |
15 de diciembre de 1894 Chile | |
Fallecimiento |
(101 años) Santiago, Chile | |
Nacionalidad | chilena | |
Lengua materna | español | |
Familia | ||
Cónyuge | Alfonso Bulnes Calvo[5] | |
Información profesional | ||
Ocupación |
Escritora Pintora[1] | |
Años activa | 1945 - 1995 | |
Seudónimo |
Luz de Viana[3] Marta Villanueva (como pintora)[4] | |
Lengua literaria | español | |
Género | novela y cuento[2] | |
Distinciones | Premio Atenea (1945)[6] | |
Debutó con su libro No sirve la Luna blanca en 1945[8] con la que ganó el Premio Atenea de la Universidad de Concepción;[6] es incluida dentro de un grupo de literatas adscritas a la «Escuela subjetivista» presente no sólo en la literatura femenina chilena, sino que además, en la novela contemporánea escrita por mujeres;[9] en el ámbito de la pintura, se la incluye dentro del Grupo Montparnasse.[10] Su esposo fue Alfonso Bulnes Calvo (1885-1970), historiador, ensayista y diplomático chileno.[5][1]
Junto con María Carolina Geel, se considera que su trabajo literario se alejó de los cánones tradicionales de la novela femenina chilena donde primaba el costumbrismo y la trivialidad;[11] particularmente con la publicación de La casa miraba al mar (1948), las investigadoras Patricia Poblete y Carla Rivera la catalogan como una exponente del feminismo aristocrático subversivo, con «rasgos de la literatura de vanguardia que se gestó en Chile y en Hispanoamérica».[12]
En la pintura, vivió en París donde cursó estudios en la Le Grand Chaumiére y en el taller de André Lothe;[1][13] en opinión de Ricardo Bindis en Pintura chilena, 200 años: despertar, maestros, vanguardias, «sus desnudos fantasmales y de planimétrica factura, se desvanecen en esos esfumados que evitan recortes rotundos. Es un arte que sintió el llamado de la abstracción, pero nunca prescindió de la representación bien estudiada».[13]