El libro de Esdras es un libro que forma parte de la biblia hebrea y del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. Pertenece al grupo de los escritos conocidos como Ketuvim. Originalmente formaba con el libro de Nehemías una sola obra conocida como Esdras-Nehemías. Ambas obras representan el capítulo final en la narrativa histórica de dicha biblia.[1] Los dos libros se separaron en los primeros siglos de la era cristiana.[2] En el judaísmo aproximadamente en el año 1448.[3] El libro de Esdras trata del retorno a Sion (la tierra de Israel) por los judíos, después de su cautiverio en Babilonia, y está dividido en dos partes.[4]
La primera cuenta la historia del primer retorno de los exiliados en el primer año de Ciro el Grande en 538 a. C. además de la finalización del nuevo Templo de Jerusalén en el sexto año de Darío I en 515 a. C.. La segunda parte, narra hechos acaecidos casi setenta años después en 448 a. C.; año séptimo del reinado de Artajerjes, la posterior misión del sacerdote Esdras en Jerusalén y su lucha por purificar a los judíos de lo que el libro llama: «el pecado de matrimonio con no-judíos».
En el patrón narrativo recurrente del libro, el Dios de Israel inspira tres veces a un rey de Persia para que encargue a un líder de entre los judíos que lleve a cabo una misión: la primera, reconstruir el Templo; la segunda, purificar la comunidad judía, y la tercera, sellar la ciudad santa tras un muro. Esta tercera misión, la de Nehemías, no forma parte del Libro de Esdras.
No existe consenso histórico sobre la existencia o la misión de Esdras debido a la falta de pruebas extrabíblicas y a las interpretaciones contradictorias de los estudiosos, que van desde considerarlo un funcionario histórico arameo hasta una figura literaria, con debates que giran en torno a la autenticidad del rescripto de Artajerjes y su datación. [5]
Los libros de Esdras y Nehemías guardan una estrecha relación entre sí, tanto en estilo como en orientación, y presentan evidentes afinidades con los libros de las Crónicas. En sus orígenes formaban una sola obra dentro del canon hebreo, tradición que fue recogida también por la traducción griega de los Setenta, donde aparecen como un solo libro bajo el nombre de Esdras B, en contraste con el llamado Esdras A, de carácter apócrifo, más tarde incorporado en un apéndice de la Vulgata como III Esdras. Con el tiempo, la tradición cristiana introdujo una división en dos volúmenes atendiendo a la materia de los relatos, lo que dio lugar a la designación de I Esdras y II Esdras en la Vulgata. Esta forma de transmitirlos terminó por influir en la tradición hebrea posterior y se consolidó también en la Neovulgata, donde se conservan como dos libros diferenciados.[6]
El Libro de Esdras consta de diez capítulos: capítulos 1-6, que abarcan el período desde el decreto de Ciro el Grande hasta la dedicación del Segundo Templo, están narrados en tercera persona. Los capítulos 7-10, que tratan de la misión de Esdras, están narrados en su mayor parte en primera persona. El libro contiene varios documentos presentados como inclusiones históricas, escritos en arameo, mientras que el texto circundante está en hebreo (1:2-4, 4:8-16, 4:17-22, 5:7-17, 6:3-5, 6:6-12, 7:12-26) [7]
Estos escritos no presentan un relato continuo de los hechos, como ocurre en la llamada «historia deuteronomista» o en los libros de las Crónicas, sino que seleccionan únicamente los episodios más significativos en la restauración religiosa y social de Judá, cuando aún estaba bajo dominio persa. Dentro de esta obra unitaria pueden reconocerse las siguientes secciones:
A principios del siglo VI a. C., el Reino de Judá se rebeló contra el Imperio neobabilónico y fue destruido. Como resultado, la corte real, los sacerdotes, los profetas y los escribas fueron llevados cautivos a la ciudad de Babilonia. Allí se produjo una profunda revolución intelectual, ya que los exiliados achacaban su destino a la desobediencia a su Dios y esperaban con ilusión un futuro en el que él permitiera a un pueblo purificado regresar a Jerusalén y reconstruir el Templo de Jerusalén. En ese mismo periodo, Persia, que anteriormente era un reino sin importancia en el sur de la actual Irán, ascendió rápidamente a la categoría de gran potencia, y en el año 539 a. C., Ciro II, el gobernante persa, conquistó Babilonia. [8]
Es difícil describir los partidos y la política de Judea en este periodo debido a la falta de fuentes históricas, pero parece que había tres grupos importantes implicados: los repatriados del exilio que reclamaban la reconstrucción con el apoyo de Ciro II; «los adversarios de Judá y Benjamín»; y un tercer grupo, «el pueblo de la tierra», que parece ser la oposición local contra los repatriados que construían el Templo en Jerusalén.
La siguiente tabla es una guía de los principales acontecimientos ocurridos en la región durante el período que abarca el Libro de Esdras:
Rey de Persia[9] | Reinado (a. C.) | Acontecimientos principales[10] | Correlación con Esdras-Nehemías[11] |
---|---|---|---|
Ciro II | 550[?]–530 | 539 a. C. Caída de Babilonia | Directiva a los judíos para reconstruir el Templo y primer regreso de los exiliados a Jerusalén (considerado que ocurrió en 538, ya que Babilonia cayó en octubre de 539) |
Cambises | 530–522 | 525 Conquista de Egipto | |
Darío I | 522–486 | Asegura el trono en 520/519 tras derrotar a varios rivales; fracasada invasión punitiva de Grecia | 515 Reconstrucción del templo. |
Jerjes | 486-465 | Intento fallido de conquistar Grecia; comienzo de la lucha con los griegos por el control del Mediterráneo oriental | Según Esdras 4:6, Jerjes (el Asuero bíblico) recibió quejas de los samaritanos contra los habitantes de Yehud en el contexto de las enemistades entre los dos grupos. |
Artajerjes I | 465-424 | 460-456 Supresión exitosa de la revuelta apoyada por los griegos en Egipto 449 Megabizo II, gobernador del territorio que incluía Judá |
Periodo actualmente más aceptado para la llegada de Esdras «en el séptimo año de Artajerjes» Segundo regreso de los exiliados a Jerusalén (en 458 si el rey es Artajerjes I, o en 428 si el año se lee como su trigésimo séptimo en lugar de su séptimo) 445-433 Misión de Nehemías (regresa antes de la muerte de Artajerjes) |
Darío II | 423–404 | (Alternativa) Reconstrucción del Templo. | |
Artajerjes II | 404-358 | 401 Egipto recupera la independencia | (Alternativa) periodo de llegada de Esdras y segundo retorno de los exiliados a Jerusalén (en 398 si el rey es Artajerjes II) |
Artajerjes III | 358-338 | Reconquista de Egipto | |
Darío III | 336-330 | El Imperio aqueménida conquistado por Alejandro Magno |
El único libro hebreo Esdras-Nehemías, con el título «Esdras», fue traducido al griego a mediados del siglo II a. C. [12] La Septuaginta nombra Esdras-Nehemías y 1 Esdras como Esdras B y A, respectivamente. Este uso lo señala el erudito cristiano primitivo Orígenes, quien comentó que el «libro de Esdras» hebreo podría considerarse entonces un libro «doble».[4]
Jerónimo, que escribió a principios del siglo V, señaló que esta duplicación había sido adoptada desde entonces por los cristianos griegos y latinos. El propio Jerónimo rechazó la duplicación en su traducción de la Biblia al latín a partir del hebreo, la Vulgata. En consecuencia, todos los primeros manuscritos de la Vulgata presentan Esdras-Nehemías como un solo libro.[4]
A partir del siglo IX, se encuentran Biblias latinas que, por primera vez, separan las secciones de Esdras y Nehemías de Esdras-Nehemías como dos libros distintos, llamados entonces primer y segundo libro de Esdras. Esto se convierte en la norma en las Biblias de París del siglo XIII. No fue hasta 1516/17, en la primera Biblia rabínica impresa de Daniel Bomberg, cuando se introdujo la separación de forma generalizada en las Biblias hebreas. [13]
1 Esdras, también conocido como «Esdras α», es una versión alternativa en griego de Esdras. Este texto tiene una sección adicional, el «Cuento de los tres guardias», en medio de Esdras 4. [4] 1 Esdras (3 Esdras en la Vulgata) fue considerado apócrifo por Jerónimo. [14]
Cores, en Esdras 1:1, es llamado «rey de Persia» (מלך פרס Melekh Pāras); el título fue introducido por Ciro el Grande algún tiempo después de derrotar a Astiages de Media (585-550 a. C.). [15]
Los estudiosos están divididos sobre la secuencia cronológica de las actividades de Esdras y Nehemías. Esdras 7:8 dice que Esdras llegó a Jerusalén en el séptimo año del rey Artajerjes, mientras que Nehemías 2:1-9 dice que Nehemías llegó en el vigésimo año de Artajerjes. Si se trataba de Artajerjes I (465-424 a. C.), entonces Esdras llegó en 458 y Nehemías en 445 a. C. Nehemías 8-9, en el que ambos aparecen juntos (posiblemente por un error editorial), respalda esta hipótesis.[16]
El contenido de Esdras-Nehemías está estructurado en orden teológico más que cronológico: «Primero debe venir el Templo, luego la purificación de la comunidad, después la construcción de las murallas exteriores de la ciudad y, finalmente, todo puede alcanzar un gran clímax en la lectura de la ley».[17]
La narración sigue un patrón repetitivo en el que el Dios de Israel «incita» al rey de Persia a encargar a un líder judío (Zorobabel, Esdras, Nehemías) que emprenda una misión; el líder completa su misión a pesar de la oposición, y el éxito se celebra con una gran asamblea. [18] Las tareas de los tres líderes son progresivas: primero se restaura el Templo (Zorobabel), luego la comunidad de Israel (Esdras) y, por último, las murallas que separarán la comunidad purificada y el Templo del mundo exterior (Nehemías). [19]
El patrón se completa con una coda final en la que Nehemías restaura la fe en Yahvé.[20] Esta preocupación por crear un patrón esquemático, en lugar de por la historia en el sentido moderno de un relato factual de los acontecimientos en el orden en que ocurrieron, explica el origen de los numerosos problemas que rodean tanto a Esdras como a Nehemías como fuentes históricas. [21]
Estos libros no desarrollan una narración cronológica de los acontecimientos, a diferencia de la «historia deuteronomista» o de Crónicas, sino que recogen únicamente los momentos más relevantes en la restauración religiosa y comunitaria de Judá durante su pertenencia al imperio persa. En esta composición unificada es posible identificar las siguientes secciones:
Con el decreto de Ciro que permite el retorno, se organiza una caravana bajo el mando de Sesbasar con destino de Babilonia a Jerusalén. Una vez instalados, los repatriados emprenden la reedificación del Templo. Al finalizar las obras y tras su consagración, celebran con gran alegría la festividad de la Pascua.
La narración comienza con el decreto de Artajerjes que confiere a Esdras, el escriba, la autoridad necesaria para llevar a cabo su encargo. Luego se detallan los preparativos y el viaje hasta Jerusalén. Una vez allí, Esdras constata el incumplimiento de varios preceptos de la Ley y eleva una oración penitencial confesando las faltas del pueblo. Finalmente, se adoptan rigurosas medidas para corregir aquella situación.
Se presentan primero las razones que impulsaron a Nehemías, servidor del rey de Persia, a emprender la restauración de Jerusalén y cómo obtuvo el permiso real. A continuación se relata la obra de reconstrucción de la ciudad y las acciones destinadas a su repoblación. El eje central lo constituye la proclamación solemne de la Ley por parte de Esdras y el compromiso colectivo de cumplirla. Posteriormente se organiza la distribución de la población entre la capital y el resto del territorio, acompañada de la dedicación de la muralla reconstruida. Finalmente, se menciona la restauración de la vida civil en el marco de una segunda misión de Nehemías.[22]
Las opiniones del siglo XX sobre la composición de Esdras giraban en torno a si el autor era el propio Esdras, quien también pudo haber escrito los Libros de las Crónicas, o si se trataba de otro autor o autores que también escribieron las Crónicas. [23] Más recientemente, se ha reconocido cada vez más que Esdras, Nehemías y Crónicas tienen historias extremadamente complejas que abarcan muchas etapas de edición,[24] y la mayoría de los estudiosos ahora se muestran cautelosos a la hora de asumir una composición unificada con una única teología y punto de vista. [25] Como indicación de las numerosas capas de edición por las que ha pasado Esdras, un estudio reciente revela que Esdras 1-6 y Esdras 9-10 eran originalmente documentos separados, que fueron unidos en una etapa posterior por los autores de Esdras 7-8, y que todos han sido objeto de una extensa edición posterior. [26]
Tamara Cohn Eskenazi sostiene que la composición final de Esdras tuvo lugar a finales del período persa (c. 370-350 a. C.), con algunas pequeñas adiciones del período helenístico. Afirma que el lenguaje y la ideología del libro parecen encajar mejor en el contexto del período persa. [27]
La autoría es desconocida, aunque la tradición atribuye la autoría del libro al personaje de Esdras. Es posible que originalmente el libro de Esdras y el libro de Nehemías tengan un mismo escritor como origen inicial, pero existen en ambos libros cambios de orden, adiciones y sustracciones que alteran la obra original.
Puede ser que Esdras y Nehemías conjuntamente hayan escrito el libro entero (Esdras y Nehemías). Admitiendo esto, parece que el coordinador de redacción fue el mismo Nehemías y se lo considera como responsable del libro completo, con correcciones y adiciones atribuidas a su amigo Esdras. Sí se sabe que el ordenamiento, revisión y corrección del texto ocurrieron en tiempos posteriores a la redacción del libro.
Si en verdad el autor fue Nehemías, entonces el libro fue redactado entre 431 y 430 a. C., cuando el hombre real había regresado por segunda vez a Jerusalén después de su visita a Persia. Probablemente se escribió el libro en el intervalo entre la caída de Babilonia en 539 a. C. y la composición del Eclesiástico hacia el 190 a. C..
El manuscrito más antiguo que se conserva de Esdras es 4QEzra, también llamado 4Q117; contiene Esdras 4:2-6, 9-11; 5:17; 6:1-5. Data del período asmoneo (140-37 a. C.). [28] Un ostracon egipcio del siglo VII contiene un texto fragmentario de la Septuaginta (traducción griega): 1 Esdras 2:10, 9:21–24. [29] Se encuentra una traducción al latín vulgar en el Codex Amiatinus (siglo VIII). El texto hebreo completo se encuentra en el Códice de Alepo (siglo X) y en el Códice de Leningrado (siglo XI).[30]
En Esdras se citan siete supuestos decretos persas de reyes o cartas dirigidas a altos funcionarios y recibidas de ellos. Su autenticidad ha sido objeto de controversia. Mientras que algunos estudiosos los aceptan en su forma actual, la mayoría solo acepta como auténticos una parte de ellos, y otros los rechazan por completo. L. L. Grabbe examinó seis criterios con los que se pueden evaluar los documentos (material persa conocido comparativo, detalles lingüísticos, contenidos, presencia de teología judía, actitud persa hacia las religiones locales y fórmulas de redacción de cartas persas) y concluyó que todos los documentos son obras tardías pospersas y probablemente falsificaciones, pero que algunas características sugieren que detrás de algunos de ellos hay correspondencia persa auténtica. [31] Por el contrario, Richard C. Steiner y H. G. M. Williamson sostienen que las pruebas lingüísticas y de otro tipo sugieren que los documentos son auténticos. [32][33]
Nehemías es un personaje bíblico, considerado por algunos exégetas autor del libro que lleva su nombre. Perteneció probablemente a la tribu de Judá, y su familia debe haber sido natural de Jerusalén. Vivió durante la dominación persa de Judea, y fue copero del rey Artajerjes I, de quien obtuvo permiso para gobernar el país hebreo a fin de solucionar el grave estado del culto. Completó las obras del escriba Esdras antes de regresar a prestar servicio en la corte persa.
Como queda dicho, I Crónicas, II Crónicas, Libro de Esdras y Libro de Nehemías constituyen una unidad temática. El autor de los dos primeros no corresponde con el o los de los dos últimos, aunque sí pertenecían a la misma escuela literaria y casi con seguridad formaban parte del personal de servicio del Templo.
Concretamente, Esdras y Nehemías relatan los hechos acaecidos en un siglo entero, desde 538 a. C. (decreto de Ciro el Grande) hasta el fin de la actividad de Nehemías (432 a. C.).
La parte que corresponde a Esdras trata especialmente de la reconstrucción del Templo (Esd. 1-6) y de la organización legal del judaísmo (Esd. 7-10).
Parece haber un anacronismo en Esdras 4:7 con la mención de Artajerjes I Longimano, pues se supone que estos hechos de Esdras ocurren décadas antes del reinado de Artajerjes I como rey del Imperio Aqueménida o siquiera de su nacimiento. La obra Perspicacia para comprender las escrituras sugiere que en este caso, el uso de «artajerjes» actúa más bien como un título y no como un nombre específico. [34]
Este libro concluye la parte de narración histórica estricta del Antiguo Testamento, si es que no se considera al libro de Ester en esta sección. El profeta Malaquías fue posiblemente contemporáneo de Nehemías y Esdras.
El valor histórico de Esdras es discutido; mientras que algunos consideran a su autor un historiador competente y honesto en lo que respecta a la historia de su pueblo, cuyas fuentes continúan siendo válidas en la actualidad, otros lo evalúan como una obra partidaria y fuertemente sesgada. En cuanto a los documentos citados, su autenticidad ha sido discutida; algunos eruditos los aceptan tal como se encuentran en su forma actual, la mayoría los acepta solo parcialmente, mientras que otros los rechazan en su totalidad. El historiador Grabbe, en su estudio sobre el período de Segundo Templo, los estudió comparándolos con la documentación persa auténtica (esto es, que ha llegado a la actualidad en monumentos o archivos), las características de la lengua, los elementos teológicos judíos presentes en ellos y las fórmulas de escritura de la época. Su conclusión es que se trata de documentos escritos después del período aqueménida y que se trata probablemente de falsificaciones, si bien inspiradas por una correspondencia genuina.[35] Otras fuentes, como la Encyclopaedia Iranica, consideran que la evidencia disponible en la actualidad favorece más bien la autenticidad esencial de los decretos.[36]
Como empleado del Templo de Jerusalén, el autor de Esdras intenta demostrar que la única forma lógica de gobierno para Israel es la teocracia.
Sigue, por tanto, el canon conocido como "historia deuteronómica" —que ya estaba terminado cuando él comienza a componer Esdras—, formado por los libros del Deuteronomio, Libro de Josué, Libro de los Jueces, I Samuel y II Samuel y I Reyes y II Reyes.
Esdras pretende perfeccionar y profundizar en la historia deuteronómica subrayando los designios y actividades de Dios en los sucesos que narra. Así, convierte a David en la figura más importante de toda la Biblia, porque lo considera el perfeccionador de las leyes del legislador Moisés.
Deja el autor sin efecto las distinciones raciales y religiosas entre Israel y las tribus del norte, a las que llama en conjunto con un único nombre («Israel») para simbolizar con ello la unidad davídica y mesiánica, y remarca la homogeneidad lingüística, histórica y cultural que cohesiona al pueblo de Dios.
Los aspectos señalados son especialmente visibles en Esd. 1:5, 4:1 y 10:2.
En los primeros cuatro versículos Habacuc demuestra estar abrumado por las circunstancias que le rodean. No puede pensar en otra cosa que no sea la iniquidad y la violencia que ve en medio de su pueblo. El libro de Esdras, como el libro de Nehemías, son libros mesiánicos, y por lo tanto siguen a los reformadores religiosos judíos que entendían que Dios propone un nuevo paso hacia el Mesías.
Ninguno de los protagonistas conseguirá restaurar a la Casa real de David, pero se hace evidente que van en la dirección correcta. La autonomía política judía se ha perdido, porque los personajes son fervientes judíos pero también funcionarios leales a sus jefes persas.
Aquellos que han sido liberados por Ciro de Babilonia donde estaban cautivos, se aglutinan ahora alrededor del Templo y adoptan una actitud aislacionista y legalista. Existe el peligro de caer en el esoterismo, pero los profetas mantendrán el orden y la esperanza.
Se observa en Esdras un radical ascenso intelectual del pueblo hebreo: mientras los perezosos y mediocres se quejan de la difícil situación, la nobleza judía se acercará a Dios, se abrirán muchas sinagogas, escuelas de escribas que siguen las enseñanzas de los profetas Ezequiel y Esdras y el Sanedrín o consejo de ancianos establecerá una evolucionada reforma judicial.
Es, desde todo punto de vista, el canto de gloria y unidad de un pueblo que se vería después al borde de la aniquilación por el Helenismo (ver I Macabeos).
Los libros de Esdras y Nehemías ponen de manifiesto que los sucesos de la restauración social y religiosa de Judá, tras el exilio en Babilonia, forman parte de un único proyecto divino, desarrollado en distintas etapas bajo el gobierno de varios monarcas persas. Dichos acontecimientos representan una nueva fase en la historia de la salvación, en continuidad con las anteriores, lo cual se evidencia en las genealogías que enlazan a los repatriados con el pueblo que habitaba la tierra antes del destierro. Se trata de generaciones diferentes, pero de la misma comunidad elegida desde antiguo por Dios.[37]
El Israel de época persa y griega se presenta como la misma entidad que en tiempos pasados, aunque profundamente transformada por las circunstancias históricas. La soberanía política había desaparecido, ya no existía un rey davídico y el gobierno interno estaba en manos del sumo sacerdote. También el culto experimentó cambios: el largo exilio impidió ofrecer sacrificios en Jerusalén, lo que favoreció la aparición de la sinagoga como centro de reunión y el protagonismo creciente de la Ley. Con la reedificación del Templo y la reconstrucción de las murallas, la vida nacional y religiosa recobró su organización, subrayando la continuidad con el pasado: el altar y el santuario se levantaron en el mismo lugar, los utensilios sagrados eran los que Nabucodonosor había llevado a Babilonia y el personal del culto descendía de quienes habían desempeñado esas funciones anteriormente.[38]
Esta insistencia en la continuidad constituye una clave fundamental de la enseñanza de estas obras, pues muestran cómo Dios guía la historia de la salvación, ofreciendo nuevas respuestas a los retos de cada época sin romper los vínculos con los orígenes. Junto con esa continuidad, los libros subrayan la identidad del pueblo elegido, que se protege mediante la prohibición de matrimonios mixtos y la separación frente a los extranjeros. Aunque en otras tradiciones bíblicas, como Rut o Jonás, se reflejan actitudes más abiertas, en aquel contexto la estricta diferenciación fue considerada necesaria para salvaguardar la identidad religiosa del pueblo, que empieza a configurarse como «pueblo judío». Desde las reformas impulsadas por Esdras y Nehemías, la pertenencia a esa comunidad dejó de estar vinculada al territorio y pasó a definirse por la genealogía y la observancia de la Ley, reconocida como dada por Dios a Moisés, pero asumida y aplicada bajo la autoridad de un soberano extranjero.[39]
Dentro del canon bíblico, los libros de Esdras y Nehemías no solo reflejan la acción de Dios en el tiempo del retorno del exilio, sino también la visión que el autor inspirado tenía acerca de Dios, del pueblo elegido y de las enseñanzas dirigidas a sus contemporáneos. En este sentido, constituyen un momento particular de la revelación en el Antiguo Testamento. Esa revelación, sin embargo, no se clausura en ellos —como daría a entender el canon judío, que concluye con Esdras-Nehemías y Crónicas—, sino que prosigue en otros libros posteriores reconocidos como canónicos, como 1 Macabeos o el Libro de la Sabiduría, y encuentra su plenitud en el Nuevo Testamento.
Desde esta perspectiva, Esdras-Nehemías se comprenden como una etapa preparatoria y transitoria hacia la revelación cristiana. Son preparatorios porque expresan, al menos en parte, la situación religiosa y el pensamiento del judaísmo centrado en la Ley, tal como existía en los tiempos de Jesús y en los inicios de la Iglesia. Son transitorios porque la enseñanza que absolutiza la Ley como medio de alcanzar la misericordia de Dios y que sostiene la segregación frente a los gentiles como signo de identidad del pueblo será transformada en el Nuevo Testamento. Allí, aunque la Ley conserva valor, la misericordia divina se ofrece universalmente en Jesucristo, y la identidad del nuevo pueblo de Dios —la Iglesia— ya no depende de la separación, sino de la fidelidad y santidad vivida en medio del mundo.
La tradición cristiana ha interpretado estos libros principalmente en clave espiritual, descubriendo en ellos una enseñanza sobre la construcción de la Ciudad de Dios, figura de la Iglesia. En este horizonte, la acción de Esdras se contempla como anticipo de la obra de Cristo: del mismo modo que Esdras enseñó al pueblo la Ley de Moisés, Jesús asumió esa Ley y la llevó a su plenitud.[40]
Rey de Persia[41] | Año | Eventos principales[42] | Correlación con Esdras–Nehemias[43] |
---|---|---|---|
Ciro II El grande | 550[?]–530 | 539 a. C Caída de Babilonia | 538 a. C. Primer retorno de los Judíos. |
Cambises II | 530–522 | 525 a. C. Conquista de Egipto | |
Darío I | 522–486 | Intento fallido de conquistar Grecia. | 515 Inauguración del Templo de Jerusalén. |
Jerjes | 486–465 | Intento fallido de conquistar Grecia. | |
Artajerjes I | 465–424 | 449 a. C. Revuelta de Megabyzo, gobernador de un territorio que incluye Judá. | Probable llegada de Esdras, en el año séptimo de Artajerjes. 445–433 Misión de Nehemías y su retorno antes de la muerte del rey. |
Darío II | 423–404 | ||
Artajerjes II | 404–358 | 401 Egipto se independiza. | |
Artajerjes III | 358–338 | Conquista de Egipto | |
Darío III | 336–330 | El imperio Aqueménida es conquistado por Alejandro Magno. |
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