Libertad o Muerte es una leyenda inscripta en la bandera de los Treinta y Tres Orientales. Es una expresión que utilizó un grupo de hombres con el objetivo de liberar al territorio conocido como Banda Oriental de la dominación del Imperio del Brasil.[1][2]
Carlos Real de Azúa aportó la visión del General Iriarte :
"Por ahora el gobierno de Buenos Aires espera los primeros resultados de la guerra que va a encenderse en la Banda Oriental; calcula con razón, y ésta es la opinión general, que los patriotas van a sucumbir; y bien que simpatiza con ellos no los auxiliará franca y directamente, porque a la verdad más no se le puede exigir.” (Cita tomada de: Iriarte, General Tomás de (tomo III) Rivadavia, Monroe y la guerra Argentino-Brasileña”, Buenos Aires, Sociedad Impresora Americana, 1944)[1]
Juan Spikerman, militar y partícipe en la Cruzada, evocó estos sucesos en sus memorias La primera quincena de los Treinta y Tres
“El día 1° de abril de 1823 nos embarcamos, a las doce de la noche, en la costa de San Isidro, en un lanchón, los nueve primeros individuos de la expedición, desembarcando y acampando en una isla formada por un ramal del Paraná, llamado Brazo Largo. En dicha isla permanecimos 13 días esperando la segunda expedición la cual, hasta completar el número de Treinta y Tres, venía a las órdenes de Don Juan Antonio Lavalleja. Permanecimos en la isla hasta el día 18 de abril. En aquella fecha nos embarcamos en los dos lanchones y navegamos durante la noche, hasta ponernos a la vista de la costa oriental, a fin de hacer la travesía del Uruguay, en la noche del 19. A las 11 de la noche desembarcamos en el Arenal Grande, costa del Uruguay. En ese momento no pudimos menos que besar el suelo de nuestra Patria. Concluido el desembarque, D. Juan Antonio Lavalleja despachó los dos lanchones para Buenos Aires llevando la lista de los Treinta y Tres a don Pedro Trápani, cuyo señor fue quien nos proporcionó los recursos para nuestra expedición. Concluido este trabajo, nuestro jefe Lavalleja tomó la bandera y nos dirigió una proclama llena de fuego y patriotismo a la que contestamos con el mismo ardor, jurando llevar adelante nuestra empresa de Libertad o Muerte.” [2][3]
Luis Ceferino de la Torre, patriota firmante del juramento en Buenos Aires, lo recordó de esta manera:
“Se hallaban emigrados en Buenos Aires muchos jefes patriotas Orientales que habían tomado parte activa en los sucesos políticos del año 1823 en Montevideo con la esperanza de dar libertad a la Provincia dominada por los Portugueses desde 1817, que la invadieron. … estos emigrados que reunidos en la Casa de comercio que regenteaba don Luis Ceferino de la Torre firmaron espontáneamente un compromiso jurando sacrificar sus vidas en la libertad de su patria, dominada por el Imperio del Brasil”. [2]
La proclama o juramento
"¡Viva la Patria! Argentinos Orientales: Llegó el momento de redimir nuestra amad a patria de la ignominiosa esclavitud con que ha gemido por tantos años [...]. ¡Argentinos Orientales! Aquellos compatriotas nuestros, en cuyos pechos arde inexhausto el fuego sagrado del amor patrio [...] no han podido mirar con indiferencia el triste cuadro que ofrece nuestro país, bajo el yugo ominoso del déspota del Brasil. Unidos por su patriotismo, guiados por su magnanimidad, han emprendido el noble designio de libertaros [...] con la firme resolución de sacrificarse en aras de la patria [...l. ¿Seréis insensibles al eco dolorido de la patria, que implora vuestro auxilio? [.. .] Venguemos nuestra patria [...]. Constituir la Provincia bajo el sistema representativo republicano en uniformidad a las demás de la antigua unión. [...] ¡He aquí nuestros votos!" (Cita tomada de Eduardo de Salterain y Herrera, "Lavalleja". Montevideo, Ediciones del Sesquicentenario, 1975, pp. 133 a 135.) [4]
La bandera
Según Don Luis de la Torre los siete iniciadores del movimiento juraron sacrificar sus vidas en la libertad de su patria. Se resolvió que la bandera a adoptar luciría los mismos colores que la bandera artiguista y con el lema “Libertad o Muerte” siendo confeccionada personalmente por Don Luis de la Torre siguiendo el modelo utilizado por las fuerzas orientales ante la invasión portuguesa[5]
“Esos Treinta y Tres llevan también una bandera. Pero no es la de ningún amigo generoso; es la propia, tricolor: roja, blanca y azul; los colores de Artigas. Pero la banda diagonal roja ha tomado la dirección horizontal de sus compañeros, para dejar libre la central blanca o de plata, en que aquellos hombres han escrito, como si fueran locos: “LIBERTAD O MUERTE*’, ¡Valiente bandera! "[6]
Luis Ceferino de la Torre encarga dos banderas idénticas, compuestas de tres franjas horizontales de igual dimensión, siendo azul celeste la superior, roja la inferior y blanca la central la cual incluiría la leyenda” Libertad o Muerte”, destinadas a los expedicionarios y al barco que ejercería el corso bajo el mando del capitán Fournier.[7]
La bandera de los treinta y tres se convirtió de manera provisional en el pabellón nacional, en cuanto la Provincia Oriental no se incorporara a las demás provincias del Río de la Plata. Se realizaron modificaciones establecidas por la ley del 26 de agosto de 1825 como ser la modificación del color pasando de azul a celeste y eliminando el lema de la franja central. El decreto del 18 de febrero de 1952 art. 11 define la bandera de la siguiente forma “La segunda tendrá tres franjas también iguales, que correrán horizontalmente, siendo la primera azul, la segunda blanca y la tercera punzó, llevando la segunda la inscripción "Libertad o Muerte"(ley del 26 de agosto de 1825) El 19 de abril de 1858 la bandera fue donada al Estado por los hijos del Gral. Juan Antonio Lavalleja (Constantino, Francisco y Juan Antonio). En 1899 fue ratificada su autenticidad por el escribano Francisco Sáenz, suscitando una discusión sobre su creador. Por un lado, el Sr. Vicente de la Torre (de 91 años) que aseguraba haberla confeccionado personalmente y por otro su sobrino, Benjamín de la Torre, asegurando que la misma había sido encargada a su padre Ceferino de la Torre .[8][9]
Se transcribe identificación de acuerdo al Catálogo descriptivo del Museo Histórico Nacional de 1946 - Apartado VI) Banderas:
Dimensiones: 725 x 1235 mm. Descripción: Bandera formada por tres franjas horizontales: azul-celeste, blanca y punzó, de arriba a abajo; la franja central lleva la leyenda Libertad ó Muerte pintada, con tinta negra, por J.P. Goulu. Carpeta 125, lib. 1, fol. 23; procedencia: donación de los Sres. Constantino, Juan Antonio y Francisco Lavalleja.[10]
Usos de los conceptos Patria y Libertad
Ya es clásica la distinción entre la libertad de los antiguos y los modernos de Henri-Benjamin Constant, filósofo suizo-francés, asignando sentidos positivos y negativos. En un sentido positivo, la libertad como derecho natural y referida al libre albedrío. En el sentido negativo, como licencia, excesos y libertinaje producto de falta de control y autoridad.[11] Con las crisis monárquicas ibéricas y sus consecuencias americanas, la invasión de Napoleón Bonaparte y las invasiones inglesas en el Río de la Plata; el concepto de libertad comenzó a asociarse al de independencia, sea como liberación circunstancial de un dominio extranjero o a los «tres siglos de esclavitud» de la monarquía española. La idea de lucha contra un poder despótico asociado a un tirano y el mal gobierno se desarrolló en un período de diversos levantamientos insurreccionales. Así, los conceptos de patria, virtud, ciudadanía y ley, se insertan en un campo semántico de clara dimensión republicana. La libertad se concibe como derecho ciudadano, así como la seguridad y la propiedad bajo el amparo de las leyes y una constitución. Estas nuevas concepciones se contraponían al orden colonial cuya base ideológica y discursiva se fundamentaba en la trilogía Patria, Dios y Rey. [4]
En el período posterior a la revolución de Mayo de 1810 se produjo una politización del concepto con evidentes diferencias entre Montevideo y la campaña. En Montevideo, la ciudad puerto, no podían abandonar la concepción realista de los derechos del Rey y la propiedad, mientras que en una campaña bajo la influencia y comando de José Artigas la idea de libertad implicaba soberanía, patria, independencia y sobre todo igualdad social; en resumen, los ideales de la Ilustración. En este sentido se comprende esta radicalización social y política que tenía al ejército como protector, que necesitaba un reglamento agrario y a la confiscación de tierras como necesidad. Para la élite montevideana, así como para el Directorio en Buenos Aires, estas ideas revolucionarias de los filósofos ilustrados promueven la anarquía y el desorden, desafían la propiedad y amenazan al gobierno.
De cualquier forma, en las declaraciones de independencia la libertad se hallaba asociada más al orden antes que a su moderación posibilitando tanto formas monárquicas como republicanas en un marco de disputas de poder entre federales y centralistas, conservadores y liberales. Podrían existir distintas formas de entender el orden por lo que se generarían diversos sentidos de libertad. Para los portugueses ocupantes de la Banda Oriental (1817-1828) existía un orden monárquico que estaba cuestionado por la «anárquica república» artiguista.[11]
Se observa una dicotomía fundamental orden/anarquía por la cual no siempre libertad e independencia constituyeron una unidad semántica. Hacia la independencia de Brasil en 1822 y las consecuentes luchas y conflictos en la Banda Oriental, el patriciado local comenzó a asociar las ideas de Patria y Libertad con la ausencia de la dominación extranjera, a quienes consideraban estandartes de la tiranía y la esclavitud.[11]
Patria torna a noción de “espacio de libertad” y en una visión más política de “patria americana”. Los movimientos independentistas en Montevideo (1822-1823), apelan al concepto patria. “Uno de los nuevos periódicos que surgió en Montevideo, de la mano del mayor aperturismo emergente luego de 1821, se llamó precisamente ‘El Patriota’, al tiempo que otro periódico denominado ‘Los amigos del Pueblo’ lucía en su cabezal este lema: «Vivir en cadenas/ ¡Qué triste vivir! / Morir por la Patria, / ¡Qué bello morir!»”[4]
“Aunque los pronunciamientos insurreccionales del cabildo de Montevideo en 1822 y 1823 no lograron el éxito esperado, tanto por la elusiva actitud del gobierno bonaerense para involucrarse en una guerra abierta con el Imperio de Brasil, como por ciertas dificultades para consolidar la cohesión oriental tras un programa de emancipación, ambos acontecimientos fueron los antecedentes directos de la Cruzada Libertadora, iniciada con el desembarco de un núcleo revolucionario liderado por Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe el 19 de abril de 1825.” [4]
Para el comienzo de la Cruzada Libertadora (1825) y con el manifiesto de Juan A. Lavalleja más las resoluciones provinciales de agosto se perciben dos registros de libertad. Por un lado, como cese dominación extranjera (provincia libre e independiente del Rey de Portugal, del Emperador de Brasil y de cualquier otro del universo). Por otro lado, como una reasunción de la soberanía y reincorporación de las provincias rioplatenses (por ser la libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componen). Se configura de esta manera, una variante negativa del concepto (liberación de un poder autoritario) y otra positiva (la elección del camino a seguir).[11]
Fue clave para el triunfo del movimiento de 1825 la conformación de un eje patriótico merced a la incorporación, luego de vacilaciones, de la pata caudillesca con el apoyo de Fructuoso Rivera y cuyas divergencias anteriores en previos alzamientos insurreccionales habían llevado a fracasos. ‘Ya estoy reunido a mi compadre y amigo don Juan Antonio Lavalleja, y seguido de una fuerza capaz de presentar a la Patria días de gloria; nuestras armas se llevarán contra los que se opongan a nuestra justa libertad…” [4]
Con el final de las guerras revolucionarias en 1825, se multiplicarán las constituciones concebidas como una garantía de la libertad: «Constitución y vida, libertad o muerte», clamarían jóvenes habaneros luego del restablecimiento en 1820 de la Constitución política de la monarquía española. [12]
En el cuadro del pintor uruguayo Juan Manuel Blanes “Juramento de los Treinta y Tres Orientales” se puede ver la bandera con la leyenda.
El concepto de libertad en el Río de la Plata
La prensa periódica tuvo un papel destacado durante el proceso independentista ya que fue el mecanismo a través del cual las nuevas ideas políticas pudieron llegar a un público más numeroso. En junio de 1814 Montevideo se incorporó a las Provincias Unidas tras una capitulación con las fuerzas realistas españolas. A partir de julio de comenzó a publicarse El Sol de las Provincias Unidas bajo el signo editorial de la difusión del espíritu revolucionario que se propagaba en la región. A través de sus 14 números (julio/setiembre 1814) es posible dilucidar el concepto dado a la voz libertad, partiendo esencialmente de la libertad política, aunque sin excluir otra amplia gama de significados, como libertades civiles y económicas. En todos los casos, el concepto invariablemente desemboca en las ideas de felicidad y orden que el nuevo gobierno pretende asegurar. Estas ideas atraviesan y orientan el pensamiento político del periódico.[13]
La primera idea de libertad esgrimida en estos tiempos en la editorial es aquella que le da la posibilidad de liberarse de gobiernos extranjeros y de incorporarse a las Provincias Unidas. Así se expresa: “La incorporación a la nueva entidad política es la única acción posible en el orden “natural” de cosas según la visión de El Sol...: “Habitantes de Montevideo: – Vuestro pueblo dejó de ser el asilo de nuestros enemigos: desde entonces la compasión por vuestras desgracias es el sentimiento que me ocupa. Restituidos al seno de la Patria es preciso haceros sentir á cada paso que ya pertenecéis á vuestros amigos, y á vuestros hermanos” .[13]
En este concepto de libertad revolucionaria y autónoma se hace hincapié en la revolución protagonizada por Buenos Aires y no en la que llevaba a cabo el artiguismo, este tipo de revolución no era afín a la ideología política del Directorio bonaerense y no era difundida por la editorial: “Con el artiguismo, “el sentido del concepto se deslizó hacia el de igualdad social”, idea que quedaba por fuera del concepto de libertad que manejaba el gobierno bonaerense”.[13]
Estas ideas sobre la libertad desarrolladas en la editorial responden a una época de Montevideo y al interés del gobierno de Buenos Aires en su contexto y puede dar luz a las nociones de libertad que inspiraron la frase: “Se trata de una libertad que hoy podríamos calificar de moderada, que se ubica como un punto medio entre el despotismo monárquico y la libertad autonomista del artiguismo. A su vez presenta tintes de liberalismo económico, tanto en las políticas económicas que propone como en la defensa de la seguridad y de las propiedades, rasgo típico de esta corriente de pensamiento. La felicidad se relaciona, justamente, con la idea de ser gobernado por compatriotas, que garanticen el cumplimiento de las libertades individuales. El orden, por su parte, se vincula a la existencia de unas autoridades que provean un marco jurídico adecuado a la nueva situación política, más flexible que la anterior y eliminando el despotismo, pero sin llegar a degenerar en licencia”. [13]