Leonardo (Léonard en francés) es una historieta franco-belga protagonizada por el inventor del mismo nombre y su ayudante. Fue creada en 1976 por el guionista Bob de Groot y el dibujante Philippe Liegeois, conocidos bajo el nombre artístico de Turk & De Groot.
Leonardo | ||
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Leonardo y su discípulo Basile representados en un mural de Bruselas: Leonardo pinta el Palacio de Justicia | ||
Publicación | ||
Formato | Serializada en "Eppo" y "Pif gadget | |
Primera edición | 1976 | |
Contenido | ||
Tradición | franco-belga | |
Género | Cómico | |
Dirección artística | ||
Creador(es) | Bob de Groot y Philippe Liégeois | |
Guionista(s) | Bob de Groot | |
Dibujante(s) | Philippe Liegeois | |
Inspirado en Leonardo da Vinci,[1] el personaje apareció por primera vez en 1976 en el efímero Achille Talon magazine y a continuación en la revista holandesa Eppo y en la francesa Pif gadget. En español, pudieron leerse algunas de sus historietas en la revista Fuera Borda, entre 1984 y 1985.[1]
Sus historietas, habitualmente breves, han sido recopiladas también en formato álbum por Lombard Editions en Bruselas, y por Dargaud en París.
La historieta se desarrolla en la época de comienzos de Renacimiento (aunque con algunos elementos del siglo XX). Leonardo es un inventor y se considera a sí mismo un genio que vive en una pequeña ciudad y se pasa el día inventando cosas. La mayoría de estos inventos se asemejan a la tecnología moderna con artilugios tales como televisión, extintores, automóviles y aviones y otros más extravagantes como máquinas del tiempo y robots.
A Leonardo lo ayuda Basile, un asistente sufrido y bastante renuente. Leonardo se refiere a su joven ayudante joven como "pupilo". Basile le muestra poco respecto a su maestro, y no sin causa justificada, ya que su relación se asemeja más a la de un jefe despótico con su empleado que a la de alumno y maestro, además de tener que sufrir la arrogancia de Leonardo.
De hecho, más que enseñar a su discípulo el método científico, Leonardo le ve como una cobaya para sus inventos y muestra poca simpatía cuando van mal, lo que casi siempre sucede. Sin embargo, Leonardo espera que su discípulo se entusiasme por sus inventos, lo que hace que el ayudante repita a menudo con desgana su latiguillo "Yo sirvo a la ciencia y esa es mi alegría» (« Je sers la science et c'est ma joie »).
El argumento más común es que a Leonardo se le ocurre una idea para un invento. Luego procede a despertar a su discípulo utilizando diversos medios que van desde los altavoces a los explosivos. Después de ser volado en pedazos o sufrir lesiones similares, el discípulo se reúne con él y procede a regañadientes a ayudar a construir y probar última idea de Leonardo. La historieta termina a menudo con el discípulo cubierto de yeso y vendas o teniendo que ir al hospital.
Con el tiempo, acabó volviéndose bastante repetitiva.[1]