Las alegres comadres de Windsor (en inglés: The Merry Wives of Windsor o Sir John Falstaff and the Merry Wives of Windsor) es una comedia escrita por William Shakespeare y publicada por primera vez en 1602, aunque se cree que fue escrita para 1597. El protagonista de la obra es John Falstaff. El Windsor del título de la obra es una referencia a la ciudad de Windsor, también la ubicación del Castillo de Windsor en Berkshire, Inglaterra. Aunque nominalmente ambientada en el reinado de Enrique IV o comienzos del reinado de Enrique V, la obra refleja la vida cotidiana de la clase media contemporánea de la época isabelina (finales del siglo XVI), cuando la obra fue escrita y representada.
La obra se centra en el personaje de sir John Falstaff, el caballero gordo que ya había aparecido en Enrique IV, parte 1 y parte 2. La trama principal se centra en los intentos de Falstaff de seducir a dos mujeres casadas y respetables por su dinero, la señora Ford y la señora Page. Sin embargo, las esposas son astutas y pronto descubren que Falstaff les envió cartas de amor idénticas. Ofendidas por su presunción y deseosas de darle una lección, deciden unirse y engañarlo. Su plan es humillarlo con una serie de elaboradas artimañas.
Ha sido adaptada para la ópera al menos diez veces. La obra es una de las menos valoradas de Shakespeare entre los críticos literarios. Según la tradición, Las alegres comadres de Windsor fue escrita a petición de la reina Isabel I, quien tras ver Enrique IV, parte 1, le pidió a Shakespeare que escribiera una obra que representara a Falstaff enamorado.
Falstaff llega a Windsor escaso de fondos. Para mejorar su situación financiera, decide cortejar a dos mujeres casadas, Mistress Ford y Mistress Page. Escribe cartas de amor idénticas a las dos y pide a sus respectivos criados, Pistol y Nym, que se las entreguen. Ellos se niegan, por lo que Falstaff les sacude. Como venganza, los criados informan a los maridos de las intenciones de Falstaff. El señor Page hace caso omiso, pero el celoso señor Ford decide averiguar por sí mismo los planes de Falstaff.
Las esposas comparan sus cartas y deciden engañar al «grasiento caballero». Dos veces engañan a Falstaff, lo que resulta en que sea arrojado a una zanja fangosa y, más tarde, sea disfrazado de bruja y reciba una paliza. El engaño de las dos mujeres también sirve para frustrar los celos del señor Ford. La señora Ford finalmente le cuenta la broma a su esposo, y las dos parejas, planean con entusiasmo una nueva treta a costa de Falstaff.
Una trama secundaria se centra en el cortejo de la encantadora hija de los Page, Ana. El doctor Caius, Slender y Fenton rivalizan por el afecto de Ana. Con gran efecto cómico, los tres pretendientes utilizan a la sirvienta de Caius, la señora Quickly, para defender su caso ante la joven Ana. Slender es el favorito del señor Page, quien urde un plan para que Slender y Ana se fuguen tras la escena culminante de la obra. La señora Page, que prefiere a Caius como yerno, urde un plan similar.
En la escena culminante, ambientada en el bosque de Windsor, Falstaff se disfraza absurdamente de Herne el cazador, con cuernos de ciervo incluidos, esperando una cita. Sin embargo, las mujeres y sus maridos han organizado que un grupo de amigos, entre ellos Ana Page, se vistan de brujas y hadas para asustarlo y provocarlo. Los planes de matrimonio concebidos por el señor y la señora Page se ven frustrados cuando Ana se fuga con el pretendiente de su elección, Fenton. Todas las identidades se revelan al final y, en un ambiente de buen humor, Fenton es bienvenido en la familia Page y Falstaff es perdonado.
Al comparar el personaje de Falstaff en «Las alegres comadres de Windsor» con el de las dos obras de Enrique IV, Mark Van Doren afirma: «Aquí solo queda la cáscara de la voz de Falstaff».[1] Harold Bloom se refiere a este Falstaff como «un impostor sin nombre que se hace pasar por el gran sir John Falstaff».[2] Añade:
Este Falstaff, que ya no resulta ingenioso ni inspira ingenio en los demás, me haría lamentar una gloria pérdida si no supiera que es un impostor. Su encanto reside precisamente en que Shakespeare no le dedica ningún esfuerzo. Las alegres comadres de Windsor es la única obra de Shakespeare que él mismo parece despreciar, incluso mientras la compone.[3]
Que Shakespeare se tropiece de tal manera con una de sus creaciones más geniales resulta desconcertante, y aún no se ha encontrado una explicación satisfactoria. La explicación más obvia es que la obra se escribió con gran rapidez. Leslie Hotson escribió: «Es indudable que la obra muestra claros signos de haber sido escrita a la carrera».[4]