En el siglo XVII, en Francia, «Las Hijas del Rey» (les Filles du Roi o les Filles du Roy, conforme a la ortografía de la época) eran las aproximadamente 800 jóvenes francesas que emigraron a Nueva Francia entre 1663 y 1673 como parte de un programa patrocinado por el rey Luis XIV para casarse allí.[1]
El rey de Francia actuaba como tutor, pagando los gastos del viaje y una dote de 50 libras si contraían matrimonio.
La mayoría de ellas eran huérfanas y de origen modesto.[2]
El primer grupo de mujeres emigrantes llegó en 1663.
En sus inicios, Nueva Francia estaba poblada principalmente por hombres: soldados, comerciantes de pieles y sacerdotes misioneros. Los colonos comenzaron a desarrollar granjas y, para mediados del siglo XVII, existía un grave desequilibrio entre hombres y mujeres solteros en Nueva Francia. El reducido número de mujeres inmigrantes debía pagar su propio pasaje, y pocas mujeres solteras querían dejar su hogar para mudarse y establecerse en el duro clima y las duras condiciones de Nueva Francia. Al mismo tiempo, las autoridades observaron el crecimiento demográfico de las colonias inglesas competidoras, que contaban con más familias, y les preocupaba la capacidad de Francia para mantener sus reivindicaciones territoriales en el Nuevo Mundo.[3]
Diez años después de su llegada, la población de la colonia se había duplicado.[4]
Marguerite Bourgeoys fue la primera persona en usar la expresión filles du roi (hijas del rey) en sus escritos.[5] Se hacía una distinción entre las Hijas del Rey, quienes eran transportadas a Nueva Francia y recibían una dote a expensas del rey, y las mujeres que emigraban voluntariamente con su propio dinero.[6] La investigación del demógrafo histórico Yves Landry determina que hubo en total entre 770 y 850 filles du roi.[7] que se asentaron en Nueva Francia entre 1663 y 1673.[8] U entre 832–852 hijas del rey.[9]