En la mitología griega, Laomedonte (en griego antiguo: ΛαομέδωνLaomédōn) fue uno de los primeros reyes de Troya, especialmente recordado por ser un rey perjuro.
Laomedonte rehúsa pagar a Poseidón y Apolo. Óleo sobre tabla atribuido a Joachim von Sandrart, y también a Girolamo Troppa (1637-1710). Hunterian Museum and Art Gallery.Heracles a punto de matar a Laomedonte; el personaje de la izquierda es Hesíone. Frasco de terra sigillata procedente del sur de la Galia; finales del siglo I-principios del siglo II.
Según la Biblioteca mitológica, Laomedonte era hijo del rey epónimo Ilo y de Eurídice, hija de Adrasto. Al morir su padre, Laomedonte ocupó el trono de Troya. Junto a su esposa Estrimo, hija del dios fluvial Escamandro, tuvo varios hijos: Titono, Lampo, Clitio y Hicetaón y Podarces (después conocido como Príamo); también tuvo hijas: Hesíone, Cila y Astíoque.
Algunos dicen que la madre de sus hijos fue en realidad Placia, hija de Otreo. Lo que sí es cierto es que Laomedonte tuvo al menos un hijo bastardo, Bucolión, de la ninfa Cálibe.[1]
Una vez terminada la obra, el rey se negó a pagar el salario estipulado a los dioses: treinta dracmas troyanas. En castigo, Apolo mandó una peste (λοίμος lóimos), y Poseidón creó un monstruo marino (κῆτος kētos) con un golpe de su tridente.
Un oráculo reveló a Laomedonte que debería ser ofrecida regularmente una joven virgen en sacrificio a Apolo para aplacarlo. Cuando le tocó el turno a Hesíone, una de las hijas de Laomedonte, Heracles se ofreció a salvar a la muchacha a cambio de las yeguas divinas que le había regalado Zeus a Tros en compensación por el rapto de Ganimedes. Pero una vez realizada la empresa, Laomedonte intentó dar a Heracles unas yeguas mortales en lugar de las prometidas. Diodoro precisa que hizo encarcelar a Ificles y Telamón, los dos heraldos enviados por Heracles. Fueron salvados in extremis por Príamo. Furioso, Heracles se vengó dando muerte al rey y a todos sus hijos menos a Hesíone y a Príamo, que no estaba de acuerdo con su padre y que, como único descendiente, heredó Troya.[2]
Antígona, que se enorgullecía de tener un pelo más bonito que el de Hera, y la retó a una contienda. Fue transformada, como castigo, en cigüeña, que aún sigue vanagloriándose.[9]
Astíoque,[1] esposa de Télefo y madre de Eurípilo, que murió luchando como aliado de los troyanos.
DUMÉZIL, Georges: Le Triple Péché de Laomédon, en L'Oubli de l'homme et l'Honneur des dieux, 1984 (recogido en Esquisses de mythologie, Gallimard, 1982).