La desheredada es una novela del escritor español Benito Pérez Galdós publicada en 1881, que abre el ciclo de las "Novelas españolas contemporáneas".[1] Algunos estudiosos de su obra la han considerado una de sus narraciones más cervantinas,[2] mientras otros la relacionan con Balzac, como un «étude des moeurs», propósito anunciado por el propio Galdós en "Observaciones sobre la novela contemporánea en España", artículo publicado en 1870.[3] También se ha reseñado el paralelismo entre la Nana de Zola y la protagonista de La desheredada, ambas prostitutas.
La desheredada | |||||
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de Benito Pérez Galdós | |||||
![]() Manuscrito de la novela | |||||
Género | novela | ||||
Idioma | Castellano | ||||
País | España | ||||
Fecha de publicación | 1881 | ||||
Formato | Impreso | ||||
Texto en español | La desheredada en Wikisource | ||||
Novelas españolas contemporáneas | |||||
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La desheredada, que se desarrolla en lo que ha llegado a conocerse y estudiarse como el Madrid de Galdós o Madrid galdosiano,[4] narra las desventuras de Isidora —la supuesta desheredada—, una bonita muchacha que llega a la capital española "llena de ilusiones, cae en la prostitución y acaba en la cárcel".[5] Una sensibilidad soñadora a la que han hecho creer heredera de un marquesado. A este respecto, Casalduero, leyendo con acierto a Galdós, anota que "un impostor como Isidora puede llegar a tener grandeza trágica, cuando él mismo es engañado; de lo contrario es un farsante vulgar". Desde esta perspectiva psicológica, resulta contundente a reclamación de la protagonista cuando, agarrada a las rejas de la prisión, grita:[5]
"Soy noble, soy noble. No me quitaréis mi nobleza, porque es mi esencia y yo no puedo ser sin ella."
Entre los personajes secundarios de este primer intento naturalista de Galdós, sobresale el aquí joven médico Augusto Miquis, heroico en su humanidad y protagonista coral en otras novelas posteriores como El doctor Centeno, Torquemada y San Pedro o Tristana.[6]
(Véanse páginas adjuntas)
El humor con que Benito Pérez Galdós contemplaba su propia obra parece ser el estimulante de esta moraleja al final de la novela:
"Si sentís anhelo de llegar a una difícil y escabrosa altura, no os fieis de las alas postizas. Procurad echarlas naturales, y en caso de que no lo consigáis, pues hay infinitos ejemplos que confirman la negativa, lo mejor, creedme, lo mejor será que toméis una escalera".Benito Pérez Galdós, La desheredada (capítulo 37)