La Vijanera (a veces también llamada Viejanera, Vejanera, Bejanera o Vejenera) es una mascarada de invierno que se desarrolla en la localidad española de Silió que pertenece al municipio de Molledo y se sitúa en la parte sureste del Valle de Iguña, en Cantabria. La tradición se celebra siempre el primer domingo de cada año, pero en el caso de que esta fecha coincidiese con Año Nuevo, se traslada al domingo siguiente. Debido a su popularidad y tradición está declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional.[1] Desde 2021 está declarada como bien de interés cultural etnográfico inmaterial.[2]
La Vijanera | ||
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Trapajero descendiendo por el "tarrero" | ||
Localización | ||
País | España | |
Localidad | Silió, Cantabria | |
Datos generales | ||
Tipo | Mascarada | |
Celebrada por | Pueblo de Silió | |
Sede | Escuelas de Silió, s/n | |
Comienzo | Época prerromana | |
Duración | 1 día | |
Fecha | Primer domingo del año (salvo que coincida con Año Nuevo) | |
Nº de ediciones | Origen incierto | |
Organizador | Asociación Cultural Amigos de La Vijanera | |
Participantes | Más de 150 varones, encarnando a numerosos y distintos personajes | |
Motivo | Relacionada con el rito celta del solsticio de invierno | |
Significado | Mascarada de reminiscencias paganas | |
Relacionada con | Mascaradas | |
Fiesta de Interés Turístico Nacional | ||
www.vijanera.com | ||
En ningún caso se trata del primer carnaval o mascarada del año en Europa ya que hay cientos de tradiciones similares en todo el continente con las que comparte personajes, actos y simbolismos que salen el 1 de enero. La expresión carnaval nunca se usó en los valles de Cantabria en los que se celebraba la Vijanera.[cita requerida]
La fecha de este rito en algunos puntos como Silió era siempre el 31 de diciembre, aunque en los pueblos cercanos se alargaba hasta mediados de enero. Su origen es incierto ya que comparte similitudes con mascaradas del resto de Europa en zonas escasamente romanizadas. De hecho en la península estas tradiciones se encuentran por lo general en zonas de montaña donde los cultos paganos relacionados con la naturaleza se mantuvieron más tiempo. Tiene rasgos que también aparecen en las calendas de enero romanas, que coincidían desde el 153 a. C. con el inicio del año y fueron adquiriendo cada vez más importancia durante época imperial. A esta se la llamaba ianuaria, pues estaban dedicadas al dios Jano (Kalendae Ianuariae), de donde procede al parecer el nombre de Vijanera (Dies Januaria > Dijanera > Vijanera).[3]
Esta fiesta primitiva se ajusta mucho a lo que el folclore cántabro ha conservado, teniendo probablemente un origen pastoril. Jano, dios idealizado con dos caras, representaba la dualidad (el bien y el mal, lo viejo y lo nuevo, etc.), pero además era el dios protector de los rebaños.[4]
En los países célticos las mascaradas, en las que los participantes se disfrazaban de diversas clases de animales, eran frecuentes y esto también sucedía en el norte de España, como queda reflejado en el celo en combatir esta práctica por parte San Paciano, obispo de Barcelona, en el siglo IV. A través de su obra perdida dedicada al paganismo Cervulus (o Cervus) denunciaba la mala costumbre de estos pueblos paganos de disfrazarse en figuras monstruosas de animales, las más ordinarias de ciervos, de cabras y de bueyes.[5] Paciano se refería a la fiesta llamada Hennula Cervula, una especie de bacanal que se celebraba el día primero del año y que fue común a las ciudades más notables del Imperio romano.[6]
La lucha de la Iglesia contra esta costumbre de los pueblos de la cordillera Cantábrica tenía toda su vigencia en el siglo VI. Por San Martín de Braga conocemos que en ese siglo una de las celebraciones paganas que aún persistían era la fiesta de las calendas, atribuyéndola un origen demonológico y llegando incluso a promover un cambio de calendario que retrasase el comienzo del año al día 25 de marzo.[5]
Un siglo después San Isidoro de Sevilla insistiría en la misma idea de combatir tal celebración:
La Iglesia instituyó el ayuno de las Kalendas de enero (Kalendarum ianuariarum) a causa del error de la gentilidad. Pues Jano fue un príncipe de los paganos, del cual toma su nombre el mes de enero, que hombres inexpertos veneran como a un dios, lo que trasmitieron a sus generaciones con un sentido religioso, mientras que tal día lo consagraron a las representaciones y a la lujuria. Desde entonces, aquellos pobres hombres, y lo que es peor hasta los fieles, se disfrazan poniéndose caretas monstruosas y vestidos de fieras, mientras que otros, camuflados con ademanes femeninos, dan a su semblante masculino un aire de mujer. Algunos también profanan aún tal día por la fanática costumbre de la práctica de ciertos augurios, todo lo aturden con los pasos de los bailarines, con las patadas de los danzantes, y lo que es un delito más obsceno, a causa de la unión entre sí de los coros de ambos sexos, la turba falta de espíritu y enfurecida por el vino se promiscuye.De ecclesisticis officiis I, XLI: Divi Isidori Hispalensis episcopi opera...
En el folclore de Cantabria se ha conservado la januaria del año nuevo con muchas de las características que debió tener en época pagana. Hasta principios del siglo XX se celebraba en los valles de Iguña, Anievas, Cieza, Cinco Villas, Luena y Toranzo, y que a juzgar por diversos indicios, debió estar mucho más extendida por Cantabria en épocas más antiguas.[7]
El documento más antiguo que constata la celebración de Vijaneras corresponde a la Vijanera de Silió y data de 1849. En ella se pone de manifiesto como el concejo de Silió pagaba de manera regular todos los años una cántara de vino tinto a los de la "Viejanera" que salían el 31 de diciembre. Posteriormente en otra mención de 1862 ya se hace alusión a Vijanera, tal y como ha llegado hasta nuestros días, solamente interrumpida desde 1937 hasta 1981.[cita requerida] Julio Caro Baroja señala que es una "danza salvaje muy semejante al Gurria, de Ponga".[8]
Originalmente La Vijanera se festejaba en los valles de Iguña, Anievas, Toranzo, Cieza, Luena y Cinco Villas, pero en la actualidad la única localidad de la región donde se lleva a cabo la Vijanera como tal es Silió. También encontramos mascaradas en Campoo, Liébana, Soba y Polaciones . Tiene lugar el primer domingo del año salvo que coincida con Año Nuevo, circunstancia que obliga a su traslado al día 8.
Este rito de solsticio de invierno consiste en una mascarada colorista en la que participan alrededor de 75 personajes diferentes encarnados por más de 160 vecinos (todos varones): la madama, el mancebo, el marquesito, los trapajones o naturales, los traperos, el oso y su amo, el pasiego y la pasiega, el caballero, la Pepa o Pepona, el médico, la preñá, el húngaro y las gorilonas, el viejo y la Vieja, los danzarines blancos y negros, el caballero, las giraldas, las jilonas, la zorra, el zorrocloco, el ojáncanu, los guardias, los guapos, el afilador, la pitonisa, la bruja, el diablo... todos ellos vestidos de manera vistosa y con una función y un simbolismo propios.
La Vijanera se compone de multitud de capas encontrando trajes más arcaicos que conviven con otros como las profesiones que datan de comienzos del siglo XX. La tendencia a representar figuras femeninas en la mascarada es muy antigua, como se desprende por los textos del mencionado San Isidoro de Sevilla y del canon del IV Concilio de Toledo.[5]
Sin embargo los verdaderos protagonistas de la fiesta son los zarramacos debido a la importancia de su papel. Estos últimos son personas vestidas con pieles de oveja y sombreros picudos además de llevar la cara pintada de negro que van ahuyentando los malos espíritus del año que comienza haciendo sonar los varios campanos que llevan atados al cuerpo. Danzando sin parar y produciendo un ruido atronador, su misión es la de expulsar a dichos espíritus del pueblo llegando hasta los límites del mismo. Las figuras de animales constituyen principalmente el elemento tradición prerromana local.[5]
En esta fiesta se representa el deseo de desterrar el año pasado y preparar el camino al entrante para que comience con ilusión y buenos augurios.
Actualmente existe un Centro de Interpretación de la festividad en la localidad de Silió, que muestra los trajes más representativos, máscaras, coplas y demás materiales propios de la mascarada. Ambas iniciativas han sido promovidas por la Asociación de Amigos de la Vijanera, responsable de la organización y recuperación de este evento tras su prohibición durante el franquismo. La citada asociación, encargada de la organización de la fiesta, trabaja en la candidatura de esta como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad junto a otros grupos de mascaradas de España y Portugal.
La Vijanera es una representación en la que participan únicamente varones, cada uno con un disfraz único y un papel específico. La naturaleza es una protagonista indiscutible, tanto en la vestimenta de muchos de los personajes, elaborada con materiales naturales, como en las escenas de la celebración:[9]
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En primer lugar, los más jóvenes se inician en el rito a las 6 de la mañana con la salida a tocar los campanos, se recorre el pueblo anunciado que se trata de un día especial. A partir de ese momento, la gente comienza a llegar a los distintos puntos de encuentro. A media mañana, se produce la unión de la comitiva, la captura del Oso y la partida hacia el otro extremo del pueblo, límite con el barrio de Santián perteneciente a la junta de San Martín de Quevedo. Allí se pide guerra o paz.
A continuación, se regresa a la campa junto a las escuelas donde se leen coplas que recogen lo acontecido desde el nivel más internacional al local. Posteriormente se produce el parto de la preñá que representa el nacimiento del nuevo año y una especia de augurio en función de lo complicado que sea dicho alumbramiento.
Más tarde, en la plaza de la iglesia se da muerte al Oso comenzando a continuación el recorrido por los bares y tabernas del pueblo. La fiesta se mantiene mientras exista luz natural aunque puede alargarse hasta entrada la noche sucediéndose distintas representaciones y parodias. Salvo en los actos más importantes, no existe un recorrido establecido pudiendo los vijaneros variar su camino por todas las calles del pueblo.
La fiesta se encuadra dentro de los ritos de invierno que se celebran anualmente en varias partes de Europa: existen cientos de manifestaciones similares en gran parte de la geografía europea. Podemos encontrar ritos muy similares en Macedonia, Rumanía, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, Polonia, Alemania, Austria, Suiza, Italia, Francia, Irlanda, Inglaterra y Portugal.
En España principalmente son las regiones del norte y oeste peninsular las que presentan mayor concentración de fiestas de este tipo: Huesca, Navarra, Burgos, León, Zamora, Asturias, Galicia, Ávila, Cáceres. En Cantabria, aparte de las Vijaneras que ya han desaparecido, se conservan Zamarrones en Polaciones, Liébana, Lanchares y Los Carabeos.
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