Josefa Estruch Pons, más conocida como Pepita Estruch o Pepita Carnicer (Copons, 1920-París, 2011) fue una militante anarquista española, sindicalista, participante en la resistencia francesa durante la ocupación alemana y activista de la organización anarco feminista Mujeres Libres.[1]
Josefa Estruch Pons | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
20 de diciembre de 1920 Copóns (provincia de Barcelona, España) | |
Fallecimiento |
10 de marzo de 2011 París (Francia) | (90 años)|
Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Militante de la resistencia, anarquista y sindicalista | |
Lealtad | Segunda República Española | |
Miembro de | ||
Nació el 20 de diciembre de 1920 en Copons, un municipio de la comarca de la Noya en Cataluña. Era hija de Antonia Pons y de Francesc Estruch. Sus hermanos eran Francesc Xavier, Beatriz y Josep. Pepita y su madre entraron a trabajar en la fábrica de tejidos de algodón de Copons, en la que formaron parte del comité de la empresa por la CNT.[2][3]
En el transcurso de la retirada republicana, tras la caída de Barcelona en enero de 1939, ya en las últimas semanas de la Guerra civil española, cruzó la frontera del Pirineo Oriental con toda su familia camino del exilio.[4][5]
Fue compañera de Antonio Arias, unión que se rompió al ser este deportado a Alemania en 1942 y desaparecer. Posteriormente, se convirtió en pareja de Antonio Carnicer Marín —de ahí el apellido con el que se la conocía— que había sido sargento en el ejército franquista y se pasó a zona republicana en 1937. En 1946 ambos residían en Chartres, muy vinculados a los ambientes anarcosindicalistas. Participaron juntos en la Resistencia francesa y luego, en 1949, se trasladaron a la región parisina. Antonio murió en 1958 en un accidente de motocicleta. Tiempo después, Pepita se unió a Rafael Mari de Dios, que murió en 2008.[6]
Pepita falleció el 10 de marzo de 2011 en el Hospital de la Pitié Salpêtrière de París.[5]
Con la proclamación de la II República, muchas mujeres empezaron a participar en la vida política y se afiliaron a partidos y sindicatos. Aunque las mujeres se organizaban también en las filas del comunismo o el socialismo, fue en el anarquismo donde se dio un desarrollo teórico más avanzado respecto a la cuestión femenina. Las mujeres anarquistas ponían especial interés en la consecución de la autonomía económica de las mujeres, el derecho al trabajo y a la igualdad de salario y el libre acceso a la educación superior. Además de promover la educación sexual y cuestionar el modelo de familia tradicional, luchaban por que se reconociese su derecho a decidir. La resistencia a la sublevación militar del 18 de julio de 1936 les supuso una oportunidad para crecer y seguir luchando por sus ideales.[7]
Durante la guerra civil española, en 1937, Pepita fue bibliotecaria de las Juventudes Libertarias de Riudarenas. Fue activista del grupo anarco feminista Mujeres Libres que trabajó en pro de la emancipación de la mujer obrera. La organización aglutinaba a más de veinte mil mujeres asociadas en decenas de agrupaciones locales y formó parte del Movimiento libertario junto a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y las Juventudes Libertarias. Con otras organizaciones de mujeres españolas, muchas de ellas después exiliadas, dedicaron los años de la guerra a organizar y participar en mítines y otros actos de propaganda en pro de la causa republicana. En el grupo fue muy amiga de Sara Berenguer Laosa. Mujeres libres tuvo que desaparecer una vez acabada la Guerra civil española.[8][9]
Ya exiliada en Francia[4] y durante la ocupación alemana, participó en la resistencia antinazi entre 1942 y 1944 en la zona de Chartres (Eure-et-Loir, Centre-Val de Loire).[10]
Para los que pasamos la frontera, nos pareció que la guerra había terminado, la guerra en cierto modo sí, pero empezó otra con diferente antifaz. En el suelo ibérico, aún continuó hasta abril de 1939. Luego fue la guerra sórdida y secreta, la imposición feroz del vencedor sobre el vencido y España se vio sembrada de cadáveres y sangre. El terror entró en el corazón del pueblo, de aquellos a quienes les arrebataban lo más querido: padres, hijos, compañeros, hermanos, el mejor de los amigos. En principio la historia no la escribe quien la vive.Josefa Estruch (2004)
Terminada la Segunda Guerra Mundial, vivió en París, en el Boulevard de Port-Royal. Cuando la organización Mujeres Libres se reconstituyó en París en 1963, fue su tesorera y formó parte de la redacción de su revista trilingüe (castellano, francés e inglés) llamada Portavoz de la Federación de Mujeres libres de España en el exilio. El primer número está fechado en Londres en noviembre de 1964 y se seguiría publicando hasta 1976. Además de ella, la redacción la componían: Suceso Portales, Gracia Ventura, Hortensia Martí, Juanita Nadal y Luz Continente. Pepita, además, se encargaba de los pedidos desde su casa parisina del 23 de Boulevard Port Royal.[9][11][12][8]
En 1999 colaboró en la edición del libro Mujeres libres. Luchadoras libertarias,[13] editado en Madrid por la Fundación Anselmo Lorenzo.[5]
En 2009, dos años antes de fallecer, participó en el documental sobre Cipriano Mera, Vivir de pie,[14] de Valentí Figueres.[1][5]