Jon Elster (Oslo, 22 de febrero de 1940) es un filósofo y científico social noruego que ha publicado trabajos sobre una amplia gama de temas en ciencias sociales y filosofía de las ciencias sociales incluyendo, entre otros, marxismo, teoría de la elección racional, economía, sociología, ciencias políticas, psicología e historia. Fue un miembro destacado del marxismo analítico y un crítico de la economía neoclásica y de la teoría de la elección pública, basándose para ello en consideraciones comportamentales y psicológicas.
Jon Elster | ||
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![]() Jon Elster en 2010 | ||
Información personal | ||
Nacimiento |
22 de febrero de 1940 Oslo (Noruega) | (85 años)|
Nacionalidad | Estadounidense y noruega | |
Lengua materna | Noruego | |
Familia | ||
Padres |
Torolf Elster Magli Elster | |
Educación | ||
Educado en |
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Supervisor doctoral | Raymond Aron | |
Información profesional | ||
Ocupación | Filósofo, catedrático, sociólogo, economista y politólogo | |
Área | Ciencia política | |
Cargos ocupados | Catedrático | |
Empleador | ||
Miembro de | ||
Distinciones |
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Fue miembro del llamado Grupo septiembre o marxismo analítico (formado, entre otros, por G. A. Cohen, John Roemer, Adam Przeworski, Erik Olin Wright, Philippe van Parijs y Robert-Jan van der Veen). Ha enseñado en la Universidad de Oslo, en el departamento de historia, y obtuvo una cátedra en la Universidad de Chicago, donde enseñó en los departamentos de filosofía y de ciencia política.[1] Actualmente es Profesor Robert K. Merton de Ciencias Sociales con especialidad en ciencia política y filosofía en la Universidad de Columbia, así como professeur titulaire en el Colegio de Francia.
Elster obtuvo su doctorado en la Sorbonne en París con una tesis sobre Karl Marx bajo la dirección de Raymond Aron en 1972. En 1975 obtuvo el cargo de profesor adjunto en la Universidad de Oslo, con una designación conjunta para los departamentos de filosofía e historia. Durante el resto de la década participó como profesor invitado en los departamentos de filosofía de Berkeley, de Stanford, y en el departamento de ciencias políticas de la Universidad de Chicago. Finalmente, en 1984 se hizo cargo de una cátedra en dicha Universidad. Además,en 2009 recibió el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Colombia y en 2010, recibió el doctor honoris causa por la Universidad Torcuato Di Tella (Buenos Aires).
Fue un miembro fundacional del grupo de académicos que desarrolló un "marxismo analítico", conocido como el grupo de septiembre o "marxismo sin tonterías [Non-Bullshit Marxism]". Se reunieron anualmente a partir de 1979 para discutir temas del marxismo como la explotación, las clases sociales o el materialismo histórico, con una vocación de claridad influenciada por la filosofía analítica, que les hacía dispuestos a descartar todo aquello en la obra de Marx que no resistiese a un escrutinio desapasionado y les llevó a rechazar conceptos y teorías que consideraron oscurantistas y/o falsos es decir, confusos, triviales o falsos como el de la lógica dialéctica, el funcionalismo en la obra de Marx y gran parte de la economía marxista (con algunas diferencias entre los miembros del grupo sobre sus posiciones en estas cuestiones). Elster abandonó el grupo en 1993 junto con Adam Przeworski).[2] El balance que hizo años después sobre los logros del marxismo analítico es este:
"Las deficiencias del marxismo como empresa teórica fueron expuestas tan minuciosamente por el grupo de los «marxistas sin tonterías» que el marxismo sin tonterías quedó al descubierto como un conjunto vacío (un caso poco común de autofagia intelectual). En mi opinión, la única contribución de Marx que sigue vigente es su concepción normativa de la buena vida como una de autorrealización activa junto con otras personas. La teoría marxista no tiene nada que aportar a las ciencias sociales empíricas (lo cual no implica menospreciar el trabajo de todos los académicos marxistas)".[3]
En varios textos desarrolla más en detalle su crítica al marxismo, como por ejemplo en uno sobre Marx y Freud donde brevemente expone los problemas que tiene a su juicio la teoría económica marxista:
"No necesito decir mucho sobre Marx como economista. En palabras de Paul Samuelson (1957), Marx fue un «postricardiano menor», cuya única contribución de interés fue ser precursor del análisis de insumo-producto en el segundo volumen de El capital. Aunque todavía hay estudiosos que pierden su tiempo y el de sus alumnos defendiendo la teoría del valor-trabajo y la teoría de la caída de la tasa de ganancia, Roemer (1981) y otros han demostrado que Marx fue un fracaso como economista analítico. Su «explicación» de la caída de la tasa de ganancia fue particularmente errónea, ya que el explanandum [la caída de la tasa de ganancia] era un puro producto de sus ilusiones".[4]
En cuanto a su teoría social, escribe Elster, Marx falló a menudo por su tendencia a la explicación funcional, uno de sus archienemigos en las ciencias sociales desde el inicio de sus publicaciones hasta hoy:
"Las acciones o instituciones que, desde una u otra perspectiva, pudieran considerarse beneficiosas para la clase capitalista, debían [según Marx] poder explicarse por ese beneficio. Siempre se pueden inventar explicaciones así por ejemplo, afirmando, como hizo Marx, que a la clase capitalista le interesaba dejar que otra clase ejerciera el poder político".[5]
Para concluir, puede citarse este fragmento suyo que complementa su balance crítico de la obra de Marx:
"En mi opinión, las contribuciones más valiosas de Marx a la teoría social fueron su crítica de la alienación y, como contrapartida positiva, la concepción de la buena vida como una de autorrealización a través de la autoexteriorización (de la que el trabajo productivo es una forma, pero no la única). Estas ideas fueron secuestradas y transformadas por los escritores de la escuela de Frankfurt y otros críticos de la sociedad de consumo, según los cuales la falsa conciencia (estar alienado sin saberlo) es el principal problema de las sociedades industriales. En la práctica, esta visión ha llevado a menudo a una crítica elitista de la cultura popular, como en los ataques desinformados y profundamente erróneos de Adorno al jazz, en lugar de a esfuerzos por cambiar el lugar de trabajo y facilitar otros vehículos de autorrealización. En este caso, las opiniones de Marx no tuvieron el impacto que merecían, en contraste con casos en los que tuvieron un impacto que no merecían".[6]
Jon Elster ha defendido desde el inicio de su carrera el individualismo metodológico. En su último artículo sobre la cuestión [2023] escribe, actualizando su definición previa:
"«Por [individualismo metodológico (IM)] me refiero a la doctrina de que todos los fenómenos sociales —su estructura y su cambio— son, en principio, explicables de maneras que solo involucran a los individuos: sus propiedades, sus objetivos, sus creencias y sus acciones» (Elster 1985, p. 5). Hoy en día, yo caracterizaría la IM como una exhortación más que como una doctrina. El IM es una forma de reduccionismo, que es el motor del progreso en la ciencia. Nos exhorta a buscar microfundamentos".[7]
Más en detalle, en su libro Explaining Social Behavior [edición revisada del 2015] escribe:
"En principio, las explicaciones en las ciencias sociales deberían referirse únicamente a los individuos y sus acciones. Sin embargo, en la práctica, los científicos sociales se refieren a entidades supraindividuales, como hogares, empresas o naciones, ya sea como una abreviatura inofensiva o como una segunda opción a la que se ven obligados a recurrir por la falta de datos o de teorías detalladas (...) Si los estudiosos tienen presente este principio, es posible que, al menos en algunas ocasiones, encuentren explicaciones mejores y más fructíferas. Cuando intentamos explicar las decisiones tomadas en la Convención Federal de 1787, los votos registrados de las delegaciones estatales son útiles, pero incompletos. Los historiadores han mejorado nuestra comprensión al identificar los votos emitidos por los miembros individuales de estas delegaciones. Las explicaciones de por qué la Asamblea Nacional Alemana en 1933 y la Asamblea Nacional Francesa en 1940 abdicaron de sus poderes ganan mucho en fuerza y enfoque cuando podemos rastrear las motivaciones cambiantes e interactuantes de los diputados individuales. A veces, el individualismo metodológico debería obligarnos a rebajar nuestras expectativas. Los científicos sociales se sienten atraídos de forma natural por las grandes preguntas, pero algunas preguntas pueden ser demasiado grandes como para permitir una respuesta. Podemos ser capaces de explicar el auge del calvinismo, pero no la existencia de alguna forma de religión en prácticamente todas las sociedades. Podemos ser capaces de explicar la aparición de formas capitalistas de agricultura en la Inglaterra del siglo XVIII, pero no la «transición del feudalismo al capitalismo» en Europa en su conjunto. Los debates sobre «la edad axial» y la «modernidad» también fracasan, entre otras razones, por la falta de agentes identificables y sus motivaciones. Si se exige a los científicos sociales que utilicen el microscopio en lugar del telescopio, algunas preguntas pueden, por supuesto, escapárseles para siempre. La pérdida de amplitud se compensa, o más que eso, con la ganancia en profundidad".[8]
Elster llegó al tema de la elección racional a través de su estudio del marxismo:
"Para estudiar a Marx, obviamente tenía que comprender la economía marxista. Para evaluar ese sistema, tuve que asimilar la teoría económica estándar, no marxista, y decidir cuál era la más plausible. Descubrí que la economía marxista era insostenible, porque no dejaba margen para la elección del productor o del consumidor, salvo la mínima elección que implicaba la igualación de la tasa de beneficio en todos los sectores. Los capitalistas no podían elegir técnicas en ningún sentido significativo, pero podían optar por trasladar su capital de un sector de baja rentabilidad a otro de alta rentabilidad hasta que todos los sectores tuvieran la misma tasa de beneficio. Marx no dejaba ningún margen para la elección de los consumidores en la determinación de los precios relativos. Habiendo decidido que la economía estándar, o neoclásica, era superior a la economía marxista, decidí estudiar los fundamentos de la economía neoclásica, la teoría de la elección racional. En cierto modo, fue un error, pero quizá uno fructífero. Hoy en día, creo que la idea de elección está en el núcleo de las explicaciones de las ciencias sociales, pero que la elección racional es solo una variedad entre otras. Sin embargo, quizás no habría llegado a esa conclusión sin pasar por un purgatorio de la elección racional. La teoría parece tener una combinación convincente de claridad, simplicidad y poder predictivo. En muchos casos, sin embargo, resulta ser simplista y sus predicciones son indeterminadas o falsas. Tendré más que decir sobre estos defectos. Sin embargo, lo que quiero señalar ahora es que, en virtud de su claridad y explicitud, la teoría obliga a sus críticos a explicar exactamente en qué falla, en lugar de simplemente rechazarla como ideología o ciencia ficción".[9]
Elster ha denunciado en distintos artículos y libros lo que juzga como el estado de crisis en que están inmersas las ciencias sociales contemporáneas, librando lo que llama una batalla de dos frentes contra los dos responsables de esta crisis: el oscurantismo duro o cuantitativo y el oscurantismo blando o cualitativo. Así describe Elster el problema general:
"Sostengo que hay muchas escuelas de pensamiento en las humanidades y las ciencias sociales que son oscurantistas, con lo que quiero decir que se puede afirmar de antemano que es poco probable que las investigaciones realizadas dentro de estos paradigmas produzcan algo de valor. Si se produce algo de valor, como puede ocurrir, es a pesar de la adopción del paradigma y no gracias a él. Además, creo que, salvo honrosas excepciones, estos enfoques han adquirido un estatus casi dominante o hegemónico (...) Los oscurantistas moderados tienden a criticar a los oscurantistas radicales y viceversa. Cuando critico a ambas partes, cada una de ellas puede suponer fácilmente que pertenezco a la otra. Alternativamente, cada parte puede tomarme por un aliado en su lucha contra la otra. Ninguna de las dos situaciones es particularmente agradable. Afortunadamente, no estoy solo en esta empresa. Varios académicos con espíritu cívico han dedicado tiempo de su propio trabajo a criticar y denunciar el oscurantismo en detalle, frase por frase o ecuación por ecuación. En términos abstractos, el oscurantismo puede causar desperdicio o daño. El desperdicio afecta principalmente a los académicos y estudiantes que podrían haber dedicado su vida a un trabajo más útil para la sociedad y más satisfactorio para ellos mismos. El daño puede producirse cuando las teorías oscurantistas se utilizan como premisas para la acción".[3]
Así, en esto consistirían los dos tipos:
Los dos componentes principales del oscurantismo duro serían la teoría de la elección racional y los análisis de datos basados en regresiones:
"En lo que respecta al análisis de datos, no puedo afirmar tener competencia de primera mano. Me baso principalmente en el trabajo de David Freedman, un reconocido maestro de la estadística pura y aplicada (...) Friedman demostró los numerosos escollos, falacias y tentaciones que surgen en el análisis de regresión tal y como se lleva a cabo habitualmente".[11]
Más específicamente, en un artículo critica estas 4 prácticas como las más habituales en el oscurantismo duro: 1) citar pruebas empíricas de manera arrogante, en forma de anécdotas, «impresiones» y afirmaciones históricas sin fundamento, 2) adoptar simplificaciones enormes que hacen que la relevancia empírica de los resultados sea prácticamente nula, 3) suponer que las intenciones pueden inferirse a partir de los resultados y 4) adherirse a la filosofía instrumental de explicación al estilo de Chicago, que enfatiza la racionalidad «como si» y niega que el realismo de las suposiciones sea una cuestión relevante.[12]
En las páginas 26 y 27 de la edición revisada de Explaining Social Behavior [2015] escribe:
"En las ciencias sociales hay muy pocas leyes generales bien establecidas. La «ley de la demanda» —cuando los precios suben, los consumidores compran menos— está bien fundamentada, pero como ley es bastante débil. La ley de la gravedad, por ejemplo, no solo dice que a medida que aumenta la distancia entre dos objetos disminuye la fuerza de atracción entre ellos, sino que nos dice en qué medida disminuye (inversamente con el cuadrado de la distancia). No hay nada parecido a la ley de la gravedad en las ciencias sociales (...) La ley de la demanda no solo es débil, sino que además es poco adecuada para fines explicativos. Como vimos en el capítulo 1, es compatible con varias hipótesis sobre el comportamiento de los consumidores. Para explicar por qué los consumidores compran menos de un bien cuando se encarece, tendríamos que adoptar y poner a prueba una hipótesis específica sobre las reacciones individuales de los consumidores ante los cambios de precio. En concreto, tenemos que basarnos en lo que yo denomino mecanismos. En términos generales, los mecanismos son patrones causales fácilmente reconocibles que ocurren frecuentemente y que se desencadenan en condiciones generalmente desconocidas o con consecuencias indeterminadas. Nos permiten explicar, pero no predecir. Se ha argumentado, por ejemplo, que por cada niño que se convierte en alcohólico como respuesta a un entorno alcohólico, otro rechaza el alcohol como respuesta al mismo entorno. Ambas reacciones encarnan mecanismos: hacer lo que hacen tus padres y hacer lo contrario a lo que ellos hacen. No podemos saber de antemano qué será del hijo de un alcohólico, pero si acaba siendo abstemio o alcohólico, podemos sospechar que sabemos por qué. No pretendo afirmar que aquí haya ningún tipo de indeterminación objetiva; de hecho, ese concepto tiene poco sentido fuera de la mecánica cuántica. Solo pretendo afirmar que a menudo podemos explicar el comportamiento mostrando que es un ejemplo de un patrón causal general, aunque no podamos explicar por qué se produjo ese patrón (...) Estoy de acuerdo sin duda en que una explicación que mostrara por qué ocurrió un resultado en lugar de otro sería mejor y no niego que a veces podamos proporcionarla. Pero subsumir un caso individual bajo un patrón causal más general también es proporcionar una explicación. Saber que el niño se convirtió en alcohólico como resultado del conformismo es eliminar parte de la opacidad del resultado, aunque algo de opacidad permanecerá mientras no expliquemos también por qué el niño fue sometido al conformismo".[14]
Jon Elster defiende que el principal objetivo de las ciencias sociales es explicar fenómenos sociales. que la historia y la psicología son los dos principales pilares de todas las ciencias sociales, al ser las principales fuentes de mecanismos:
"Los buenos académicos necesitan inteligencia, creatividad, perseverancia (Sitzfleisch) y honestidad intelectual. (La suerte también es útil). Fuera de las matemáticas y la física, no es esencial tener un alto nivel de inteligencia, aunque obviamente se necesita un mínimo. La creatividad parece depender tanto de la capacidad innata del inconsciente para formar asociaciones, que hacen que la solución a un problema aparezca al despertarse por la mañana, como de la acumulación de elementos entre los que se pueden establecer esas asociaciones. Esa acumulación depende, a su vez, de una lectura amplia y extensa de los clásicos y de la historia. Los clásicos pueden proporcionar mecanismos explícitos, a menudo en forma lapidaria. Los historiadores suelen proporcionar mecanismos implícitos o potenciales, además de mostrarnos las variedades del comportamiento humano y de la organización social. La psicología y la economía conductual pueden refinar los mecanismos y transformarlos en hipótesis comprobables, así como aportar ideas en las que nadie había pensado. Se necesita persistencia para prestar la atención necesaria a los detalles. Es demasiado pedir que los académicos tengan «la capacidad infinita de esforzarse» que se ha utilizado como definición de genio, pero deben esforzarse mucho. La honestidad intelectual puede no tener mucha importancia en matemáticas y física, ya que las pruebas formales y los experimentos replicables no dependen de la posesión de esa cualidad. Sin embargo, la honestidad (y la modestia) es vital en disciplinas en las que no existen las limitaciones impuestas por la lógica deductiva y los hechos concretos. Si alguien me preguntara cómo adquirirla, le diría: lee a Montaigne".[15]