La guerra de las Malvinas o conflicto del Atlántico sur (en inglés: Falklands War) fue una guerra no declarada oficialmente entre Argentina y el Reino Unido de diez semanas de duración en el año 1982, por la cual se disputó la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur.
Guerra de Malvinas | ||||
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Parte de la cuestión de las Islas Malvinas | ||||
Mural de eventos ocurridos durante la guerra. | ||||
Fecha | 2 de abril de 1982—14 de junio de 1982[1] (2 meses y 12 días) | |||
Lugar | Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur | |||
Coordenadas | 51°45′S 59°00′O / -51.75, -59 | |||
Casus belli | Crisis de los Chatarreros en la Isla San Pedro (Georgias del Sur) y del posterior exitoso desembarco argentino en Malvinas. | |||
Resultado | Victoria británica | |||
Consecuencias | Véase: Consecuencias de la guerra de las Malvinas | |||
Cambios territoriales | Reino Unido recupera el control de las islas | |||
Beligerantes | ||||
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Figuras políticas | ||||
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Comandantes | ||||
Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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Civiles muertos:
3 civiles muertos por un bombardeo erróneo de un barco británico[30] | ||||
El conflicto comenzó el 2 de abril, cuando tropas Argentinas mandadas por la Junta Militar desembarcaron en las Islas Malvinas (conocido como Operación Rosario), y al día siguiente ocurrió la invasión de las Georgias del Sur (conocida como Operación Georgias). El 5 de abril, el gobierno británico envió una enorme fuerza expedicionaria naval para enfrentarse a la Armada y la Fuerza Aérea argentinas antes de realizar un asalto anfibio a las islas. El conflicto duró 74 días y terminó con la rendición argentina el 14 de junio, volviendo las islas al control británico. En total, 649 militares argentinos, 255 militares británicos y tres isleños civiles de las Malvinas murieron durante las hostilidades.
El conflicto fue un episodio importante en la prolongada disputa por la soberanía de los territorios. Argentina afirmó (y sostiene) que las islas son territorio argentino, y el gobierno argentino caracterizó así su acción militar como la recuperación de su propio territorio nacional. El gobierno británico consideró la acción como una invasión extranjera de un territorio que había sido colonia de la Corona británica desde 1841. Los isleños de las Malvinas, que habitaban las islas desde principios del siglo XIX (esto es, tras la toma por la fuerza de las islas por una fuerza británica), son predominantemente descendientes de colonos británicos y están mayoritariamente a favor de la soberanía británica. Ninguno de los Estados declaró oficialmente la guerra, aunque ambos gobiernos declararon a las islas zona de guerra.
El conflicto ha tenido un fuerte efecto en ambos países y ha sido tema de varios libros, artículos, películas y canciones. La victoria británica precipitó la caída de la dictadura cívico-militar argentina y el inicio de recuperación del Estado de derecho democrático, al tiempo que contribuyó a la reelección del gobierno conservador de Margaret Thatcher en 1983. El efecto cultural y político del conflicto ha sido menor en el Reino Unido que en Argentina, donde sigue siendo un tema común de discusión.[31]
Las relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y Argentina se rompieron y no se restablecieron hasta una reunión en Madrid en 1989, en la que ambos gobiernos emitieron un comunicado conjunto.[32] No se hizo explícito ningún cambio en la posición de ninguno de los dos países con respecto a la soberanía de las Islas Malvinas. En 1994, Argentina adoptó una nueva Constitución, que declaró a las Islas Malvinas como parte de una de sus provincias por ley (integradas a la provincia de Tierra del Fuego). Sin embargo, las islas continúan operando como un Territorio Británico de Ultramar. La Organización de las Naciones Unidas continúa llamando al diálogo a ambas partes, por considerar los tres archipiélagos con sus aguas circundantes como territorios disputados.[33]
Cada 2 de abril se conmemora en la República Argentina el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. La fecha se debe al desembarco de las tropas Argentinas ese mismo día en 1982. También fue la primera vez que, tras 150 años, se izaba la bandera Argentina en la casa de gobierno británica.
La Organización de las Naciones Unidas consideraba a los archipiélagos como territorios en litigio entre Argentina y Reino Unido, mientras este último los administraba y explotaba. Su descubrimiento es motivo de controversias; fueron ocupados en forma sucesiva por España, Francia, Argentina y Reino Unido. Argentina considera que estos territorios se encuentran ocupados por una potencia invasora, y los considera parte de su provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.[34]
En las islas existieron en otro tiempo importantes puestos balleneros, pero la gradual desaparición de numerosas especies de ballenas en los mares australes y los profundos cambios en el negocio aceitero hicieron que la relevancia económica de la actividad se redujera dramáticamente. No obstante, numerosas investigaciones confirmaron yacimientos de crudo en la plataforma continental en la que se encuentran las Malvinas.[35] Además la plataforma hace que una de las actividades sea la pesca.
Políticamente, el interés de Argentina por el archipiélago obedece a su visión sobre él como «territorio irredento». Por otra parte, cabe decir que:
Durante varias décadas ambos países llevaron a cabo negociaciones sin encontrar una solución definitiva.[37]
En el año 1982 el Reino Unido se encontraba en una difícil situación económica, el Partido Conservador que estaba en el poder sufría un notorio desgaste, la popularidad de su primera ministra, Margaret Thatcher, estaba en descenso y en ese tiempo había huelgas en las minas de carbón.[38][39]
Al creciente descontento laboral en ese país, los jefes de la Marina Real británica se veían preocupados por inminentes planes de reducción de la flota, en el contexto de la Guerra Fría. También habían anunciado una reducción en el gasto militar.
En 1981, la dictadura cívico-militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional padecía una decadencia política. Existía una oposición grande al régimen motivado por las violaciones a los derechos humanos desde mediados de la década de 1970. Además, el país sufría una crisis económica grave.[40] Aparte que la invasión argentina iba a opacar el 150° aniversario desde la ocupación británica de las Islas Malvinas, lo que hubiera incrementado un nacionalismo británico en las Malvinas y dichas islas se hubieran convertido formalmente en un territorio británico si no fuera por la Operación Rosario.
El 11 de diciembre de 1981, la Junta Militar, integrada por el teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, el almirante Jorge Isaac Anaya y el brigadier general Omar Domingo Graffigna,[nota 1] depuso al presidente militar Roberto Eduardo Viola, encumbrando en la primera magistratura al propio Galtieri, quien juró el día 22. El almirante Anaya convenció a Galtieri de despeñar a Viola si a cambio este disponía la conquista de las islas Malvinas.[41]
El 5 de enero de 1982 la Junta Militar tomó la decisión de realizar una acción militar si las negociaciones diplomáticas no progresaban, encargando un estudio de Estado Mayor reducido, integrado por un representante de cada fuerza armada. Los representantes fueron el general de división Osvaldo Jorge García, el vicealmirante Juan José Lombardo y el brigadier mayor Sigfrido Martín Plessl.[42]
El objetivo político fijado por los militares argentinos fue el de consolidar la soberanía argentina en las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y contribuir a afirmar su pleno ejercicio en el océano Atlántico Sur.[43] El resultado del estudio de los uniformados explicaba que la operación desde el punto de vista militar era «apta, factible y aceptable» y que la fuerza conjunta estaría en condiciones de ejecutar la operación a partir del 15 de mayo de 1982.[44] Asimismo, aclaró que la operación tenía dos condiciones: debía mantenerse bajo el estado de defensa de las islas y debía ser una operación incruenta para minimizar la reacción británica y alentar a la mejor posición negociadora.[44] Habiendo tomado el archipiélago, Argentina procedería a retirar las fuerzas de la operación y mantendría una reducida guarnición.[44]
En 1977, Argentina había rechazado un intento de mediación internacional para resolver el conflicto del Beagle con Chile, por ser muy favorable a este último, y había aumentado la presión militar sobre este país, diseñando una operación para ocupar el territorio en disputa. Ambos países acordaron en 1979 someterse a mediación papal, por gestiones y presiones del gobierno estadounidense de Jimmy Carter, según la declaración de ex personeros de esa administración y documentos desclasificados.[45] Luego el pontífice católico Juan Pablo II había presentado su propuesta de solución en diciembre de 1980, la que había sido aceptada por la dictadura militar chilena. Su símil argentina había dejado pasar el plazo dado por el papa sin dar una respuesta.
El brigadier general Basilio Lami Dozo, entonces comandante jefe de la Fuerza Aérea Argentina y miembro de la junta militar argentina, confirmó los planes de guerra de agresión a Chile tras la guerra de las Malvinas en una entrevista posterior con el diario Perfil.[46]
—¿Después iban a atacar a Chile?
—Exacto.Entrevista a Basilio Lami Dozo [47]
Lami Dozo recordó también que Galtieri, tras la Operación Rosario, señaló en un discurso planes de una guerra con Chile después de Malvinas:
Que saquen (en Chile) el ejemplo de lo que estamos haciendo ahora porque después les toca a ellos.
Oscar Camilión, último ministro de Relaciones Exteriores y Culto argentino antes de la guerra, había mencionado los planes en sus Memorias políticas:
«Los planes militares eran, en la hipótesis de resolver el caso Malvinas, invadir las islas en disputa en el Beagle. Esa era la decisión de la Armada…
También el posterior secretario argentino de Inteligencia del Estado durante el primer gobierno de Carlos Menem, Juan Bautista "Tata" Yofre, afirmó en 2021 que en 1982 existía un plan de invasión contra Chile después de un eventual triunfo argentino en Malvinas :
Después de Malvinas venía Chile (...) Argentina casi va a la guerra por el Canal de Beagle, que la termina parando el Papa. Pero Argentina se quedó con sangre en el ojo porque la dictadura ya tenía pensado un conflicto con Chile.
Los planes de la dictadura de Galtieri para una guerra post Malvinas con Chile, señalados por Lami Dozo, Camilión y Yofre, apuntaban al diferendo territorial por archipiélagos al sur del canal Beagle (Isla Picton, Isla Nueva e Isla Lennox), en el extremo austral de Sudamérica, en disputa con Chile, y a la posibilidad de solucionar por las armas el conflicto del Beagle, pendiente desde la casi guerra de diciembre 1978, detenida tres años y tres meses antes del desembarco de abril de 1982. En 1978 estuvo cerca de desatarse una invasión a gran escala en el llamado Operativo Soberanía. Este conflicto estaba desde entonces bajo una mediación del papa católico Juan Pablo II, por la cual ambos gobiernos se comprometieron a no hacer uso de la fuerza y a abstenerse de tomar medidas que turbasen la armonía entre las dos naciones.[50]
El escalamiento del conflicto con Chile se reactivó desde la asunción del Galtieri en marzo de 1981. Al poco tiempo, según consigna el posterior Informe Rattenbach (párrafo 59), el nuevo gobernante autócrata decidió cerrar la frontera argentina con Chile, a raíz de un "incidente con oficiales del Ejército Argentino en Chile", lo que el informe califica como una "grave decisión inconsulta" que "conmovió" a la nueva administración y "obligó a una intensa y delicada gestión de la cancillería" argentina, al punto que el "tema Malvinas quedó postergado de la atención del canciller" Camilión durante un primer lapso de la dictadura de Galtieri.[51] Luego, tres meses antes del desembarco argentino en Malvinas, el 19 de enero de 1982 el régimen de Galtieri "denunció" unilateralmente (anuló) un Tratado de Solución Pacífica de Controversias firmado entre Argentina y Chile diez años antes, en 1972, lo que "observadores describieron como un nuevo frente de fricción entre los dos países".[52] La denuncia del tratado por la dictadura de Galtieri motivó una nota de protesta de la dictadura de Augusto Pinochet.[52]
Para sectores de la sociedad argentina se planteó tras el desembarco una asociación entre el conflicto en Malvinas y un subsecuente escalamiento del conflicto con Chile, según se registró durante los discursos de Galtieri del 2 de abril de 1982 ante la multitud reunida en la Plaza de Mayo. De manera heterogénea, parte de la multitud se manifestó coreando "el pueblo unido jamás será vencido", una consigna que había sido popularizada en años anteriores por grupos musicales de la izquierda chilena,[53] pero también los cánticos contenían alusiones a una futura confrontación con Chile:
"Tero, tero, tero, tero, tero, tero, tero, tero/ hoy le toca a los ingleses y mañana a los chilenos" (...) "Palo, palo, palo bonito palo e´,/ eee, ¡que se cuide Pinochet"Cánticos en la Plaza de Mayo, 2 de abril de 1982[53]
Después, cuando ya se desarrollaban posteriores combates con fuerzas británicas, la posibilidad de una invasión de las islas en disputa con Chile también era discutida en los medios de comunicación de masas de Argentina. Por ejemplo, Manfred Schönfeld en La Prensa del 2 de junio de 1982, cuando la visión del «vamos ganando» todavía se mantenía en Buenos Aires, opinaba sobre el curso de acción tras la «exitosa» guerra de las Malvinas:
Para nosotros no lo estará [terminada la guerra], porque, inmediatamente después de barrido el enemigo de las Malvinas, debe serlo de las Georgias, Sandwich del Sur y de todos los demás archipiélagos australes argentinos…Manfred Schönfeld[54]
En ese entonces, los primeros meses de 1982, según el posterior Informe Rattembach (párrafo 580), planificadores políticos y militares argentinos ideaban la Operación Rosario y las acciones posteriores considerando siempre la hipótesis de que el conflicto involucraría finalmente a Chile; previendo hasta una guerra abierta y simultánea a dos frentes, con la incursión de una Fuerza de Tareas Naval británica en el Atlántico Sur y combates simultáneos con fuerzas chilenas en el extremo austral de Sudamérica.[51]
Como los documentos de evaluación estratégica argentina previos al desembarco consideraban consistentemente como predecible una participación chilena, el Informe Rattembach, al evaluar el desempeño de los planificadores argentinos, concluyó:
"El Estado Mayor Conjunto, que debió planificar la reacción británica con eventual participación chilena, debió llegar a la conclusión de que la operación NO ERA FACTIBLE (mayúsculas en el original)".Informe Rattembach; Informe Final, sección 144.b.1, foja 33, Diciembre de 1982.[51]
El 11 de abril, a los 9 días del desembarco argentino en Malvinas, el periódico español El País reportó que la dictadura chilena, más allá de su "tibio" discurso público anticolonial y de apoyo al reclamo argentino de Malvinas, temía "que Argentina pueda repetir una acción de fuerza en el canal de Beagle".[55] La situación llevó a que 21 días después de la Operación Rosario, el 23 de abril de 1982, el medidador, el papa católico Juan Pablo II, exhortara a Argentina y Chile a mantener la paz.[52]
En este contexto existía, por la parte chilena, cierto nivel de colaboración en inteligencia entre Chile y Reino Unido ya desde 1980.[58] En 1982 los altos mandos de la dictadura chilena, tras el desembarco argentino en Malvinas, asumieron la inminencia o alta probabilidad de una invasión argentina contra su territorio. Esta inminencia, según declaró después el entonces comandante de la Fuerza Aérea de Chile y miembro de la junta militar chilena, Fernando Matthei, no era para ellos "una suposición".[56] En la versión de Matthei, Galtieri "les comunicó a los argentinos, en la plaza de Mayo, que iba a recuperar todo lo que era argentino y que estaba en el sur... y todo el pueblo argentino rugía de aprobación".[56] A partir de esta evaluación o creencia, Pinochet y Matthei decidieron una colaboración estratégica secreta con el gobierno de Thatcher. Ésta ayuda, coordinada por Matthei, según él mismo declaró después,[56] llevaría a un mayor flujo de inteligencia entre las partes, vuelos ingleses de inteligencia de señales en espacio aéreo chileno, monitoreo de radar en tiempo real y la entrega de más materiales bélicos ingleses al régimen de Pinochet en tiempos de embargo de armas por violaciones a los derechos humanos por parte de la dictadura chilena.[58] De hecho, parte de la retribución entregada por los británicos a la dictadura chilena fue entorpecer las investigaciones internacionales sobre estas violaciones de derechos:
(El régimen de Pinochet) también se ganó el apoyo de la Gran Bretaña para socavar las investigaciones de las Naciones Unidas (ONU) sobre abusos contra los derechos humanos en Chile, al oponerse el Reino Unido a la reelección de los investigadores especiales de la ONU.Mario Sznajder[59]
El 19 de marzo de 1982, 41 trabajadores de la Compañía Georgias del Sur S. A., del empresario argentino Costantino Davidoff, arribaron a Puerto Leith en el barco ARA Bahía Buen Suceso (B-6). Según algunas fuentes, en este grupo se encontraban infiltrados infantes de marina argentinos.[60] El izamiento de la bandera argentina en la isla San Pedro generó, en respuesta, el envío del HMS Endurance desde Stanley.[61] Una noticia de la televisión británica, luego descartada, según la cual dos submarinos nucleares británicos habían zarpado de Gibraltar hacia el Atlántico Sur, habría alertado a los mandos argentinos.[62] En este sentido, evitando comprometerse en un desembarco amenazado por dos submarinos nucleares enemigos y en una actitud de «ahora o nunca», la Junta Militar dispuso la ejecución del desembarco estableciendo el día D entre el 1 y 3 de abril de 1982.[62][63]
La Operación Rosario[nota 2] también conocida como la invasión argentina a las Islas Malvinas fue la reconquista de las Islas Malvinas por parte de la República Argentina el 2 de abril de 1982 por medio de una operación anfibia incruenta, por decisión de la Junta Militar que gobernaba en el país desde 1976, y que estaba compuesta (en ese tiempo) por el teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, el almirante Jorge Isaac Anaya y el brigadier Basilio Lami Dozo, (quienes designaron a Carlos Büsser como principal responsable del operativo militar). El archipiélago estaba bajo control del Reino Unido desde su ocupación en 1833.
Los militares argentinos desalojaron a las autoridades británicas y establecieron una Gobernación militar de las Islas Malvinas, por efecto del decreto nacional 681/82 S.[65][66]
Las autoridades argentinas planificaron la operación a partir de diciembre de 1981.[67] En marzo de 1982, zarpó una flota expedicionaria del continente. El desembarco inició el 2 de abril y fue ejecutado sin mayores inconvenientes excepto por un muerto en la toma de la Casa de Gobierno. El comandante argentino logró su objetivo sin causar bajas en el enemigo ni los civiles, algo que la dictadura requería para las negociaciones diplomáticas. Al final, las fuerzas argentinas rindieron a la reducida guarnición británica, la cual fue deportada junto al gobernador Rex Hunt.[68]
El sábado 3 de abril el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 502 que pedía:[69][70][71]
15 sobre 30 países votaron a favor de la resolución, uno por encima del mínimo necesario. La dictadura cívico-militar argentina no esperaba este resultado. Con la excepción de Panamá, los miembros del Movimiento de Países No Alineados votaron en contra de la Argentina mientras que la Unión Soviética, España, Polonia y China se abstuvieron.[72][70][71]
Ese mismo sábado 3 de abril, el Gobierno del Reino Unido lanzó la Operación Corporate, a cargo de la Fuerza de Tareas 317, para recapturar los archipiélagos y desplazar a las tropas argentinas. Prácticamente, esa operación fue la que inicio la Guerra de Malvinas. [73]La delegación argentina pidió al delegado soviético que vetara a la resolución.[74] El ruso solo respondió que tal veto solo podía ser dispuesto por «las más altas autoridades».[74] El 11 de abril, el embajador soviético en Argentina se reunió con el ministro Costa Méndez. Según el relato de la Junta Militar, el diplomático ruso acudió al gobierno argentino para informar que su Gobierno opinaba que la crisis había sido provocada por la vocación colonialista del Reino Unido, y responsabilizaba a este país del conflicto armado. La Unión Soviética prometió ayuda a la Argentina sin esperar nada en retribución, recordando la actitud del país sudamericano ante el embargo cerealero estadounidense de 1980.[75][nota 3]
El Proceso de Reorganización Nacional apeló a la búsqueda de aliados en América Latina en una situación desfavorable. Entre 1976 y 1981, había mantenido pleitos con Brasil y Paraguay; casi llegó a la guerra con Chile en 1978; había interrumpido el proceso democrático de Bolivia;[77][nota 4] estaba perjudicando a Nicaragua apoyando a los contras desde Honduras;[78] carecía virtualmente de relaciones con Cuba; mantenía el problema de los asilados con México; y veía a Uruguay con desconfianza tras la invasión de las Malvinas.[79] Los únicos aliados de Argentina eran Perú, Venezuela, Panamá[80] y Bolivia[81][82]. El 1 de junio de 1982 Argentina compró a Perú diez cazas Mirage VP [83][84][85], los mismos pudieron llegar a suelo argentino gracias a que Bolivia autorizara que estos surcaran territorio boliviano permitiendo que evadieran la detección de los radares chilenos[86]
El 8 de abril el Gobierno federal de los Estados Unidos envió al secretario de Estado Alexander Haig para acercar a ambos bandos.[87] Haig se reunió con Galtieri el 10 de abril en la Casa Rosada con la compañía de Vernon Walters. El secretario estadounidense advirtió a Galtieri que si insistía con mantener un gobernador argentino en las islas, habría guerra, y que en ese caso los británicos ganarían por sus fuerzas superiores.[88] Después de la reunión, Galtieri salió al balcón frente una multitud y atizó el conflicto con una oración que patentó su rol en el conflicto: «¡Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla!».[89] Los jefes militares argentinos ignoraban claramente la superioridad de las FF. AA. británicas a las argentinas en cuanto a tecnología y profesionalismo.[90]
Argentina se veía condicionada por la Resolución 502; si retiraba sus fuerzas de los archipiélagos, el Reino Unido debería detener el avance de la Fuerza de Tareas 317 y Margaret Thatcher no estaba dispuesta a negociar con argentinos en las islas.[91]
El 14 de abril el periodista estadounidense Carl Bernstein, a través de ABC News, reveló a la audiencia que Estados Unidos estaba brindando información satelital de inteligencia a la flota británica.[92] El secretario de Estado de Asuntos Latinoamericanos, Thomas Enders, negó tal afirmación ante el embajador argentino Esteban Takacs. Los funcionarios argentinos solo renegaron el ostensible apoyo estadounidense a la expedición británica.[92]
El 15 de abril Reagan y Galtieri conversaron telefónicamente por segunda vez.[93] El dictador argentino manifestó a Reagan su preocupación por el avance de la flota británica hacia el Atlántico Sur e insinuó la posible intervención de un país del Bloque del Este.[94] Pero, ambos líderes coincidieron en que una guerra en el hemisferio occidental entre dos países amigos de EE. UU. perjudicaría a ambos países en pugna y solo beneficiaría a la Unión Soviética.[95] El presidente estadounidense le prometió neutralidad en tanto que las negociaciones continuaran.[96]
El 28 de abril el órgano consultivo del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) aprobó por 17 votos y 4 abstenciones —Estados Unidos, Colombia, Chile y Trinidad y Tobago— una resolución de nueve puntos que urgía a Reino Unido a cesar las hostilidades y a Argentina a procurar no empeorar la situación.[97]
El 30 de abril Estados Unidos clarificó su posición. Haig anunció que las negociaciones no habían logrado una solución, al tiempo que el Gobierno argentino había rechazado la última propuesta estadounidense. También informó la suspensión de asistencia militar a Argentina y medidas económicas punitivas. También informó que su país satisfaría los requerimientos de armamento de Reino Unido. En este punto, el secretario de Estado aseguró que Estados Unidos no participaría en forma directa del conflicto. Ronald Reagan por su parte tachó a Argentina como «país agresor». El ministro Costa Méndez solo alcanzó a declarar que Argentina no había rechazado la propuesta estadounidense sino que solo la había objetado.[98]
El hundimiento del General Belgrano del 2 de mayo de 1982 había acabado con todas las esperanzas de una solución pacífica.[100]
La recuperación argentina de las Malvinas tomó de sorpresa al Gobierno y a las Fuerzas Armadas del Reino Unido.[105] Tras varias horas de análisis y controversia en el Parlamento y el Gobierno, el primer lord del Mar Henry Leach convenció a la primera ministra Margaret Thatcher de movilizar la flota para retomar el control de las Malvinas. El almirante británico contó después que creía que «estaba en juego» el prestigio de su país.[106]
El 3 de abril Thatcher ordenó la movilización de la Fuerza de Tareas 317 para recuperar las Malvinas.[nota 5] El 5 de abril el Gobierno británico dio inicio a la Operación Corporate. El jefe de Estado Mayor de la Defensa Terence Lewin fijó el objetivo: obtener el desalojo de los argentinos y el restablecimiento del gobierno británico en las islas.[106] Después se constituyó el «Gabinete de Guerra», formado por John Nott, William Whitelaw, Cecil Parkinson, Francis Pym y Thatcher, quienes aprobaron el objetivo.[108] El comandante en jefe de la Flota John Fieldhouse comenzó a comandar la FT 317 desde el Cuartel General de Northwood.[109] El almirante John Forster Woodward asumió como comandante operacional de la FT 317 al tiempo que asumió como comandante combinado del Grupo de Tareas 317.8, haciéndose cargo de todas las fuerzas de superficie, aire y tierra.[110]
Los buques zarparon de Portsmouth el mismo 5 de abril.[111] El 7 de abril el Reino Unido anunció la Zona de Exclusión Marítima (ZEM), advirtiendo que «las naves de guerra argentinas que se encuentran dentro de las 200 millas náuticas de las islas Malvinas, después de las 04:00 GMT del lunes 12 de abril, corren el serio riesgo de ser atacadas».[112] El 12 de abril la Zona de Exclusión Marítima (ZEM) se volvió efectiva con la llegada del submarino HMS Spartan a aguas próximas a Puerto Argentino.[113] El 30 de abril Reino Unido impuso la Zona de Exclusión Total (ZET), apuntando contra las aeronaves argentinas también.[114][80] La Fuerza de Tareas 317 estableció en el nordeste de la Zona de Exclusión una zona llamada «TRALA» (en inglés: Tow, Repair and Logistic Area), lejos de los ataques aéreos argentinos, donde los barcos británicos reabastecían y reparaban averías.[115] Desembarcado el Grupo de Desembarco, el brigadier Thompson asumiría como comandante de las fuerzas terrestres. Cuando se decidió enviar la 5.ª Brigada de Infantería del Ejército Británico, al mando del brigadier Matthew Wilson, el general John Jeremy Moore se hizo cargo de las fuerzas terrestres.[116]
Los Estados Unidos apoyaron al Reino Unido proporcionándole la base aérea de la Isla Ascensión y variado equipamiento militar.[117][nota 6] El secretario de Defensa Caspar Weinberger, defensor de la Alianza Atlántica, y el lobby probritánico en EE. UU. posibilitó semejante asistencia.[119][118] En particular, el misil aire-aire AIM-9L Sidewinder fue responsable de un gran número de pilotos argentinos muertos y aviones derribados, lo mismo que el antiaéreo FIM-92 Stinger.[120] A todo esto se sumó la República Francesa, que brindó información confidencial sobre el avión Super Étendard y el misil antibuque Exocet AM 39 que había vendido a la Argentina en 1981.[121]
La dictadura chilena de Augusto Pinochet, proporcionó ayuda a los británicos mediante espionaje.[122] La Fuerza Aérea de Chile (FACh) coordinó con la Real Fuerza Aérea (RAF) la implementación de vuelos de espionaje electrónico trasandinos a gran altura con el objeto de obtener información sobre las FF. AA. argentinas, de las que los británicos carecían totalmente.[123] Los militares chilenos avisaban la salida de los aviones argentinos del continente.[124] Para ello utilizaron radares de largo alcance; ubicados al oriente de la cordillera de los Andes, uno en Punta Arenas, y otro en Balmaceda, lo que les permitía, vigilar el espacio aéreo de las bases aéreas argentinas desde Comodoro Rivadavia hasta Río Grande. La Armada de Chile movilizó a su Escuadra, para afianzar el éxito de la fuerza de tareas británica.[125] Por último, el Ejército de Chile desplegó unidades a lo largo de la frontera, lo que obligó al Ejército Argentino, a retener a sus mejores tropas en el continente, e impidió en consecuencia que pudiese reforzar las islas con tropas de mayor experiencia. Se utilizó secretamente la Isla de Pascua como centro de operaciones para el apoyo logístico con aviones de combate y transporte, así como también armas y municiones para las tropas británicas, material que principalmente era despachado desde Oceanía.[126] También se utilizó la Isla de San Félix, como base de operaciones de los aviones de inteligencia electrónica ingleses, pintados con insignias de la Fuerza Aérea de Chile, pilotados por pilotos británicos, pero acompañados de oficiales chilenos.
La Junta Militar ordenó el refuerzo de las defensas de las Malvinas.[127] El Ejército Argentino desplegó la X Brigada de Infantería Mecanizada y la III Brigada de Infantería, comandadas por los generales de brigada Oscar Jofre y Omar Parada, respectivamente.[128] La totalidad de las fuerzas dependían del comandante conjunto Malvinas, general de brigada Mario Benjamín Menéndez, que a la vez era gobernador militar de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.[129]
El Estado de Libia proveyó de más de 100 misiles 9K32 Strela-2, minas antitanque, radares, etc.[130] El 6 de junio. Más allá de las gestiones diplomáticas del gobierno del Perú, éste realizó una operación secreta para surtir a la fuerza aérea argentina de 10 cazas Mirage. También proporcionó misiles Exocet para artillarlos que la fuerza aérea del Perú debió transportar en un avión de transporte Hércules de La Joya (Arequipa, Sur del Perú) al aeropuerto San Salvador de Jujuy (Norte de Argentina), esquivando los radares chilenos en Antofagasta e Iquique, y de ahí a un aeródromo alterno del Aeropuerto de Tandil (Buenos Aires) entre el 6 y 8 de junio de 1982.[131] De acuerdo a un informe de inteligencia, los aviones aterrizaron en el Aeropuerto de Jujuy el día 6 continuando el vuelo el 7, Otras dos máquinas hicieron lo propio el día 9. La seguridad estuvo a cargo de la policía provincial, federal y personal de inteligencia militar.[132]
El Mariscal Bentham ponía en marcha en la noche del 30 de abril la operación Black Buck, para destruir la pista de la Base Aérea Militar (BAM) Malvinas mediante dos bombarderos de largo alcance Avro 698 Vulcan, asistidos por 11 aviones Handley Page Victor K-2 de los Escuadrones RAF 55 y 57. Volaron 14.400 km entre la ida y la vuelta.[139]
El comando del Componente Aéreo Malvinas, advertido de la llegada de los mismos por radar, ordena alistar a los artilleros en las baterías de 20 y 35 mm. A las 04:40 HS, el Vulcan finalmente arrojaba un total de 21 bombas, pero fallando en su objetivo ya que solamente 1 hizo impacto en la pista, sin alterar la pista. El resto lograron daños menores. En estas acciones fallecen los soldados Héctor Bordón y Guillermo Ubaldo García, ambos de Fuerza Aérea. Otros resultaron heridos.
Entre las 7.30 y 8.30 aproximadamente, unos 10 Sea Harrier atacaban las bases argentinas en las islas. El piloto, teniente Daniel Jukic, mientras despegaba con el Pucará A-527 en la BAM Cóndor, es impactado por una bomba Beluga, falleciendo además de Jukic, los cabos principales Juan Rodríguez y Mario Duarte y los cabos primeros José Maldonado, Agustín Montaño, Andrés Brashich, Miguel Carrizo y José Luis Peralta. El helicóptero CH-47 matrícula H-91 evacuaba hacia Puerto Argentino a 13 heridos, falleciendo durante el vuelo el cabo primero Miguel Ángel Carrizo, y luego, en el Hospital Conjunto, el cabo primero Andrés Brashich. Durante los ataques a Puerto Argentino, es averiado el avión Sea Harrier perteneciente al teniente David Morgan. Las fuentes argentinas reclaman que dos aviones fueron derribados por misiles (uno del GAA 101, acoplado a la defensa de la BAM Malvinas; el otro disparado por la artillería AAe de la Armada). Gran Bretaña no reconocería estas perdidas.
El primer encuentro aéreo se dio entre dos Mirage (capitán Moreno-teniente Volponi) y dos Sea Harrier (Lt. Cdr. Robin Kent y el Lt. Brian Haigh), pero el mismo finalizó sin que pudieran apuntarse y no hubo bajas. En el transcurso del día, la Fuerza Aérea lanzaba un total de 52 misiones de combate sobre las islas, siendo perdidos en combate dos Mirage III (uno de los pilotos lograba sobrevivir tras la eyeccion, falleciendo el otro piloto, capitán Gustavo García Cuerva quien fue derribado por la artillería AAe propia), un Mirage 5 (cuyo piloto, teniente José Ardiles, murió en combate contra dos Sea Harrier) y un bombardero Mk-62 Canberra (sus tripulantes, el teniente Eduardo De Ibáñez y el primer teniente Mario González, si bien lograron eyectarse, no pudieron ser rescatados).
A las 15.45 partía de San Julián la escuadrilla TORNO, de tres M 5 Dagger, tripulación capitán Norberto Dimeglio (C-432), teniente Gustavo Aguirre Fajet (C-412), primer teniente César Román (C-407). Averiaron los buques de la Task Force HMS Glamorgan y las fragatas HMS Alacrity y HMS Arrow.
El 2 de mayo el submarino nuclear HMS Conqueror (S48) hundió al crucero ARA General Belgrano (C-4). El hecho ha sido objeto de controversia ya que ocurrió fuera de la Zona de Exclusión Total impuesta por los británicos.[140]
El comandante en jefe Anaya aseguró que el enemigo «disponía de información satelital diurna y nocturna sobre todas las unidades de superficie propias».[141] A consecuencia del hecho, el vicealmirante Lombardo ordenó la retirada de la Flota de Mar a aguas poco profundas para evitar los submarinos nucleares británicos.[142] Desde entonces se ocupó de la guerra antisubmarina y de proteger el tránsito marítimo y los objetivos nacionales en el continente.[143]
El 30 de mayo argentina reclamó haber impactado con un misil Exocet y bombas al portaaviones HMS Invincible, pero los británicos jamás reconocieron que el blanco fuera alcanzado. En el año 2010 el veterano británico (en ese entonces suboficial principal Nicholas Lutwyche) que sirvió a bordo del Invincible finalmente revelaría que el portaaviones sí fue atacado: "Puedo confirmar que, como miembro de la tripulación del HMS Invincible, que sí fue atacado... En el viaje de regreso, nos informaron que no era de conocimiento público y que estaría sujeto a la ley de secretos oficiales... El ataque del 30 de mayo ocurrió y un Sky Hawk atravesó las defensas y pasó demasiado cerca de nosotros para nuestra comodidad... Después de la rendición, navegamos hacia el norte para realizar algunos trabajos de mantenimiento. El Atlántico sur presionó mucho al buque y hubo que hacer mucho trabajo para darnos una mayor preparación mientras esperábamos que el HMS Illustrious llegara al sur." [144]
Aunque la Armada Argentina niega la posibilidad de que el submarino San Luis haya sido el que atacó al Invincible supuestamente el 5 de mayo tal como insinúa Lutwyche, existen varias razones para concluir que el ex-marinero británico esta indirectamente admitiendo que los pilotos argentinos realmente atacaron al Invincible. En primer lugar, porque el portaaviones se retiró de la zona inmediata de las Malvinas en la noche del 5-6 de junio para cambiar un motor Rolls-Royce Olympus que había sufrido daños.[145]Esto lo confirma el historiador naval británico David Brown que dice que el portaaviones se retiró nuevamente de la zona de Malvinas el 18 de junio acompañado por la fragata HMS Andromeda para llevar a cabo más reparaciones y reemplazar el motor principal lo que tomó dos semanas.[146] Cuando ancló en Puerto Argentino el 2 de julio el Invincible lucía una magnífica capa de pintura a pesar de la mala temporada en alta mar.[147]
El ataque aéreo de bahía Agradable o batalla de bahía Agradable ocurrió el 8 de junio de 1982 cuando la Fuerza Aérea Argentina propinó un duro golpe a la Fuerza de Tareas 317 británica, desbaratando un intento de desembarco en la Bahía Agradable, con la destrucción de dos buques de desembarco y 51 muertos y 200 heridos británicos, perdiendo a su vez tres aviadores argentinos.[149][150] Fue la mayor cantidad de bajas británicas en una sola batalla desde la Segunda Guerra Mundial.[151] Fue conocido como «el día más negro de la flota».[152]
El hecho de que el ejército de tierra argentino desaprovechara la oportunidad de lanzar un contraataque es objeto de discusión. Los mandos argentinos racionalizaron su decisión aduciendo que la bahía Agradable estaba a 16 km de Puerto Argentino hacia el suroeste; una avanzada británica estaba posicionada en el camino entre la capital y la bahía. Para colmo de males, la artillería argentina de la capital carecía del alcance requerido para apoyar una acción por aquella distancia. Hubiese sido necesario retirar al Batallón de Infantería de Marina N.º 5 de la importante posición del monte Tumbledown, y, de haber efectuado el ataque, enfrentar al mismo tiempo a la fuerza británica que cubría y a la que desembarcaba.[150]Durante los 74 días que duraron las batallas, murieron 650 combatientes argentinos y 255 británicos, además de tres civiles por un ataque erróneo británico.[155]
El 10 de abril de 1982, los habitantes de la capital malvinense sufrirían otra tragedia más cuando un soldado británico (Clive Shorters) prendió fuego al hospital King Edward Memorial matando a ocho isleños, entre ellos un hombre de 86 años y un bebé recién nacido.[156][157][158]
El 4 de noviembre de 1982 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 37/9, lo cual constituyó una victoria diplomática de la Argentina. La Resolución pedía al gobierno británico reanudar las negociaciones para obtener una solución pacífica del conflicto.[159]
La derrota militar grave sufrida en Malvinas sorprendió a la población argentina, que creía hasta ese momento en un desarrollo favorable de la guerra, generando desconcierto y frustración, que originaron un desprestigio grande del Proceso de Reorganización Nacional y de las Fuerzas Armadas argentinas.[160] La dictadura cívico-militar llamó a elecciones para la transición a la democracia.[161]
Los medios de comunicación argentinos produjeron una cobertura informativa triunfalista y falaz.[162] Un título que rezaba «estamos ganando» se volvió muy célebre.[162] El Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas dictaba comunicados sobre el desarrollo de las operaciones militares.[162]
El 4 de junio de 1982 el Comité Militar impuso veedores militares en las agencias de noticias para controlar y evitar la difusión de determinadas informaciones. Noticias Argentinas y Diario Jornada quedaron inmediatamente clausurados.[163]
El restablecimiento del orden constitucional facilitó la firma del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile de 1984, con el cual se puso fin al conflicto del Beagle, y ayudó a evitar una eventual solución bélica.[164][165]
El continuo reclamo argentino sobre los archipiélagos del Atlántico Sur ha quedado plasmado en la disposición transitoria primera de la Constitución de 1994, que dice:
La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.
Existen alrededor de 9500 ex-soldados conscriptos que persiguen ser reconocidos como veteranos de guerra aduciendo haber estado en el Teatro de Operaciones Atlántico Sur y no en el Teatro de Operaciones Sur.[166]
En el Reino Unido, la popularidad de Margaret Thatcher subió considerablemente, permitiéndole a su partido ganar las siguientes elecciones.[167] También se abandonó la idea de reducir el presupuesto de la Marina Real propuesta por John Nott. Los habitantes de las Malvinas también se beneficiaron, pues en 1983 recibieron nuevamente la ciudadanía británica y se liberalizó la economía (que hasta ese momento no había sido potenciada por miedo a provocar a Argentina). En 1985, una nueva constitución comenzó a promover el autogobierno de las islas paulatinamente.
La guerra costó al Reino Unido 2600 millones de dólares.[36] También fue el mayor daño que se le hizo a la flota británica desde la Segunda Guerra Mundial.
En 1989 y 1990 Argentina y el Reino Unido firmaron dos declaraciones conjuntas conocidas como los Acuerdos de Madrid I y II, respectivamente, luego de realizar sendas «reuniones sustantivas» en la ciudad de Madrid, España. Delegados de los poderes ejecutivos de ambos países cerraron los acuerdos, a cargo del presidente Carlos Menem del lado argentino y la reina Isabel II con la primera ministra Margaret Thatcher, del lado británico.
Los principales elementos de los Acuerdos de Madrid fueron la declaración del cese de hostilidades —Madrid I—, el llamado «paraguas de soberanía» —Madrid I—, la eliminación de la «zona de protección» dispuesta unilateralmente por Reino Unido en 1982 y su reemplazo por un esquema de «áreas de aplicación» y límites marítimos, sometidas a restricciones operativas y un protocolo de información y consulta recíprocas —Madrid II.
El Congreso de la Nación Argentina rehusó ratificar los Acuerdos de Madrid caracterizándolos oficialmente como simples «declaraciones» que no establecían obligaciones entre las partes y por lo tanto no constituían un tratado. Varios observadores han cuestionado esta caracterización y han considerado que los actos constituyen un tratado de paz entre ambos países y que por lo tanto su validez debió haber sido sometida a la decisión del Congreso.
Ambos países reabrieron sus embajadas en Buenos Aires y Londres el 26 de febrero de 1990.[168]
El 19 de octubre de 1989 Argentina y Reino Unido firmaron en Madrid una declaración conjunta, suscripta por el embajador Lucio García del Solar por el lado argentino, y Crispin Tickell por el lado británico.[169]
Los principales elementos de la declaración fueron los siguientes:
El 15 de febrero de 1990 Argentina y el Reino Unido firmaron en Madrid una declaración conjunta, suscripta por el embajador Lucio García del Solar, por el lado argentino, y Crispin Tickell por el lado británico. En la declaración ambos países acordaron restablecer las relaciones diplomáticas y establecieron compromisos y restricciones en cuestiones militares, basados en el aviso previo a la realización de operativos militares y mecanismos para observarlos y verificar su cumplimiento.[170]
Entre los acuerdos se incluyeron:
La Declaración incluyó cuatro anexos:
Los juicios por delitos en la guerra de las Malvinas son procesos judiciales cursados tanto en Argentina como en Reino Unido después del conflicto del Atlántico Sur. Fueron una serie de juicios militares llevados a cabo en Argentina en 2009 para determinar la validez de reclamos efectuados contra oficiales y suboficiales por conspiración, tortura y maltrato a los soldados conscriptos durante la guerra de las Malvinas en el año 1982.[171]
El primer acontecimiento implicó acusaciones relacionadas con agentes del ejército argentino y suboficiales que fueron acusados por castigos a sus tropas después de la batalla de Pradera del Ganso. «Nuestros propios oficiales eran nuestros peores enemigos», dice Ernesto Alonso, el presidente del CECIM (Centro de Excombatientes de Islas Malvinas),[172] fundado por Rodolfo Carrizo y otro soldado conscripto que comisionaba en el Regimiento de Infantería Mecanizado 7, ubicado en la Ciudad de La Plata.[173][174]
Se servían whisky de los pubs, pero no estaban preparados para la guerra. Desaparecieron cuando las cosas se pusieron serias. Muchos de los oficiales habían trabajado previamente como torturadores para la dictadura argentina. Nos usaron a nosotros, los reclutas, para sus fantasías sádicas.Ernesto Alonso
Diversos crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos han sido acreditados contra tropas argentinas, cometidos por tropas británicas o superiores militares argentinos.[175][176][177][178]
El veterano José M. Araníbar, que apoyó la investigación que llegó a la Justicia, comentó al noticiero El Mundo que «esta megacausa contiene todos los delitos: vejámenes, torturas, servidumbre, heridas graves, abandono de persona e incluso dos muertes; la de un soldado (Rito Portillo) que al parecer fue fusilado por un cabo y otro (Remigio Fernández) que murió de hambre al ser abandonado».[179]
En 2007 Nilda Garré, entonces ministra de defensa de Argentina, reconoció que las normas militares vigentes durante la guerra de las Malvinas, que en otros ejércitos eran conocidas como castigo de campo, permitía el estaqueo de soldados conscriptos en caso de la inexistencia de cárceles.[180]
En 2012, el entonces gobernador militar de las Malvinas, el general de brigada en retiró Mario Benjamín Menéndez, defendió el uso de estaqueos diciendo que eran parte de las acciones disciplinarias del ejército en ese momento, Hay que estar muy seguro de lo que fue (porque), por ejemplo, existe un castigo en el Código de Justicia Militar que se llama ´calabozo de campaña´ y la sensación que yo tengo, por lo que he escuchado, es que lo que se aplicó en algunos casos fue (este procedimiento)".[181]