La Golaniada (en rumano, Golaniadă), conocida también como el fenómeno de la Plaza de la Universidad (Piaţa Universităţii), fue una ola de protestas civiles que tuvo lugar en Bucarest (Rumanía) entre el 22 de abril y el 15 de junio de 1990. Originada por estudiantes, profesores y amplios sectores de la sociedad civil, la movilización exigía, entre otras medidas, la aplicación de las demandas contenidas en la Proclamația de la Timișoara, especialmente la exclusión de antiguos nomenclaturistas comunistas de cargos públicos. Las protestas se clausuraron con la violenta intervención conocida como la Mineriada de junio de 1990, episodio que dejó víctimas, heridos y un prolongado debate sobre responsabilidades y depuración.[1][2][3][4]
Tras la caída del régimen de Nicolae Ceaușescu en diciembre de 1989, el Frente de Salvación Nacional (FSN), que inicialmente se había presentado como una autoridad de transición, anunció su intención de convertirse en partido y participar en las elecciones de 1990. Esa decisión generó recelo entre sectores que consideraban que la continuidad en el poder de figuras vinculadas al antiguo régimen impediría una depuración real. En este marco político se redactó y se difundió la Proclamația de la Timișoara (11 de marzo de 1990), un texto cívico de 13 puntos que, entre otras medidas, proponía la exclusión del antiguo aparato comunista de la competencia por cargos públicos; muchas demandas de la Golaniada se articularon en torno a esta Proclama.[4][2]
El 22 de abril de 1990 tuvo lugar una manifestación organizada por grupos prodemocráticos en Aviatorilor y, posteriormente, en la Plaza de la Universidad; la protesta derivó en una ocupación pacífica nocturna que se prolongó durante semanas. La movilización congregó a estudiantes, profesores, miembros de partidos históricos y ciudadanos atraídos por el discurso anticomunista y por la exigencia de lustración.[1][2]
Durante varias semanas la Plaza de la Universidad se convirtió en un espacio de deliberación pública: desde el balcón de la Facultad de Geología se pronunciaron discursos y se difundieron consignas, se organizaron asambleas y se difundieron peticiones formales. El término golan —insulto lanzado por el presidente Ion Iliescu contra los manifestantes— fue reapropiado por el movimiento y dio nombre a la protesta (Golaniada). Intelectuales y figuras culturales se solidarizaron públicamente con la causa.[2][5]
Las demandas nucleares de los manifestantes incluyeron:
El movimiento desarrolló símbolos culturales propios, entre ellos “Imnul Golanilor” (el himno de los “golani”), compuesto e interpretado por Cristian Pațurcă, que se convirtió en una pieza emblemática de la protesta y en símbolo de la identidad del movimiento.[6][2]
La ocupación y la tensión política culminaron entre el 13 y 15 de junio de 1990 con la llegada a Bucarest de miles de mineros del Valle del Jiu, convocados por actores pro gubernamentales en el marco de la respuesta a las protestas —episodio conocido como la Mineriada de junio de 1990. Durante esos días se produjeron escenas de violencia generalizada: ataques contra manifestantes, periodistas y transeúntes, detenciones y daños materiales. Las cifras relativas a víctimas y heridos han sido objeto de controversia; los registros oficiales hablan de un número reducido de muertos (en torno a seis), mientras que organizaciones de víctimas y prensa de la oposición sostienen que el número real de fallecidos y heridos fue considerablemente mayor. El acontecimiento marcó el final de la ocupación sostenida en la Plaza de la Universidad y abrió una etapa de investigaciones, denuncias y debates públicos sobre responsabilidades.[1][3][7]
En las décadas siguientes el episodio fue objeto de informes, conmemoraciones y procesos judiciales parciales. Organizaciones de memoria y comisiones de investigación (así como iniciativas de la sociedad civil) han reclamado esclarecimiento y rendición de cuentas; en años recientes hubo investigaciones y diligencias que apuntaron a responsabilidades políticas y a la posible implicación de agentes del antiguo servicio de seguridad en la manipulación o instigación de la violencia. No obstante, muchos reclamantes han denunciado lenta o insuficiente respuesta judicial, y la cifra exacta de víctimas sigue siendo un punto de disputa entre versiones oficiales y testimonios colectivos.[1][7][3]
La Golaniada y la Mineriada han servido de objeto para análisis académicos, piezas periodísticas, documentales y canciones. Entre las producciones que recuperan testimonios y tratan de reconstruir los hechos figuran documentales estrenados a comienzos de los años noventa y múltiples artículos conmemorativos en la prensa rumana e internacional. Los historiadores del período postcomunista han analizado el fenómeno como un caso de conflicto entre demandas de “depuración” democrática y reflexos de continuidades institucionales del antiguo régimen.[5][2][8]