La geodiversidad expresa la variedad geológica de una región, teniendo en cuenta elementos tales como estructuras sedimentarias o tectónicas, materiales, como rocas, fósiles o suelos, e incluyendo los rasgos geomorfológicos del relieve y los recursos naturales energéticos e hídricos. Su magnitud depende de la frecuencia y distribución de estos elementos y del registro de la historia geológica regional.[1][2]
La escuela anglosajona sigue la definición de geodiversidad de Gray, que separa la geomorfología y la edafología de la geología,[1] y que la define como «el rango natural (diversidad) de características geológicas (rocas, minerales y fósiles), geomorfológicas (formas del terreno y procesos) y suelos.[3] Incluye sus asociaciones, relaciones, propiedades, interpretaciones y sistemas». La definición de geodiversidad no incluye el paisajismo, las construcciones en cemento u otras influencias humanas significativas.[4]
La geodiversidad de una zona es el reflejo de su historia geológica, el resultado de millones de años de procesos y acontecimientos geológicos,[2] tales como sedimentación, deformación tectónica, plutonismo, metamorfismo, vulcanismo, transgresiones y regresiones marinas, diagénesis, erosión, etc. que quedan registrados físicamente en las rocas.
La geodiversidad puede ser cuantificada, pues está compuesta de elementos geológicos, que se muestran en afloramientos o formas del relieve con límites finitos, medibles, permitiendo estimar su frecuencia, distribución y hacer comparaciones entre regiones diferentes.[1][5]
Un tema asociado y que ha sido motivo de estudio es la característica variable de la geografía en un abanico de elementos diversos. Diversos geógrafos tales como Friedich Ratzel y Vidal de la Blache han hecho notar, como las acciones del hombre alteran el paisaje.