Los romanos han tenido siempre una gran pasión por las aguas públicas, como lo demuestran todavía los acueductos y los baños termales de la antigua Roma, y después de siglos de la decadencia de la Roma Imperial, retoman, con gran entusiasmo a jugar con el agua. Roma cuenta con más de 2000 fuentes, más que cualquier otra ciudad en el mundo.
Comenzamos con algunas de las más grandes, magníficas y más importantes fuentes de Roma. Algunas de estas fuentes son los puntos terminales, la muestra de uno de los once grandes acueductos que antiguamente suministraban a la antigua Roma de agua. En la antigüedad, los acueductos terminaban en un "Ninfeo", un templete dedicado a una Ninfa. En el inicio de la época moderna, en su lugar se construyeron, sobre todo por encargo de los papas, pomposas "muestras", expresiones de su poder. Los ejemplos más notables son la Fuente de Trevi y la del Moisés, conocida también como la fuente del "Agua Feliz".
Una de las fuentes de la Plaza Farnese
Son numerosas también las fuentes ornamentales. Entre otras pueden citarse:
Las fuentes de Roma no solamente adornan el centro: en las afueras de los muros de la ciudad, o apoyadas a estos, a lo largo del trazado de los acueductos existen numerosas fuentes y surtidores para abastecer a los campesinos y sus animales. En algunos casos las aguas que fluyen en éstas tienen características particulares, como la fuente del "agua avinagrada" (Acqua Acetosa).
Las fuentes, incluso en la ciudad, eran llamadas frecuentemente "bevederos", cuando en forma simple (una pileta, frecuentemente adaptada de un sarcófago antiguo) eran accesibles para saciar la sed, incluso para los animales (caballos, burros, etc.).
El bebedero de Clemente XI en Santa Maria in Cosmedin
Bebedero afuera de la Puerta del Pueblo (Porta del Popolo)
Además de las fuentes monumentales más conocidas, las calles y parques de Roma están poblados de aproximadamente 2500 surtidores desde los cuales sale el agua día y noche. Los más comunes son los conocidos como "Nasoni" (narizones), especie de hidrantes cilíndricos de metal (hierro fundido o acero) desde los cuales brota el agua a través de un tubo de acero curvo que los romanos vieron como una gran nariz, de allí su nombre. Los primeros surtidores de este tipo se construyeron en 1872, principalmente en los nuevos barrios, durante el primer gobierno municipal de la capital de la Italia unificada, cuyo alcalde fue Luigi Pianciani.
Además de los "Narizones", sobreviven todavía, para deleite de los ojos y para refrigerio de los romanos y turistas, muchísimas fuentes, no monumentales en sus dimensiones, pero históricas. En algunas estaba expresamente prohibido dar de beber a asnos, caballos, perros y cabras.
Leon egipzio - Fuente (Cordonata a Campidoglio)
Fuente llamada "del Facchino", a Santa Maria en vía Lata (vía del Corso)
Fuentecilla en la vía Giulia (siglo XVI)