Francisco Tadeo Diez de Medina y Tarazona (La Paz, 1716 - La Paz 1767) fue un militar criollo y autoridad colonial a mediados del siglo XVIII en el Virreinato del Perú.
Francisco Tadeo nació el 12 de junio de 1716 en La Paz, siendo hijo del Sargento mayor Pedro Isidro Diez de Medina y Salgado y de María Teresa Iseo Badarán y Tarazona. Tuvo dos hermanas, Dionisia y Josefa Joaquina.
Su bisabuelo fue el hidalgo madrileño Pablo Diez de Medina, quien llegó a Arequipa en 1620 por invitación de su tío el obispo Pedro Perea[1], fue capitán, Corregidor, Justicia Mayor y Juez de Ventas y composición de tierras de la Provincia de Pausa hacia 1646,[2] contrajo matrimonio con Luisa Romero de Saravia quien era biznieta de Mancio Serra de Leguizamo, uno de los capitanes que acompañó a Francisco Pizarro en la conquista del Perú. Pablo se trasladó a La Paz adquiriendo varias propiedades y dando origen a la acomodada situación que vivirían sus descendientes, falleció en 1664.
Su abuelo, el arequipeño Pedro Diez de Medina fue designado como capitán en la Provincia de Larecaja donde se hizo de varias haciendas y posteriormente se estableció en La Paz para administrar y aumentar la fortuna que había construido.
Su padre, Pedro Isidro ingresó al ejército donde llegó a ocupar el cargo de Sargento mayor y también fue alcalde ordinario en 1737.[1]Siguiendo sus pasos, Francisco Tadeo abrazó la carrera militar llegando a los rangos de Maestre de campo y Sargento mayor. También ocupó varios cargos de relevancia como el de alcalde ordinario, justicia mayor y auditor de guerra. Contrajo matrimonio con María Francisca Calderón de la Barca y Feliz de Agüero el 13 de julio de 1750, ella era hija del regidor del Cabildo Fernando Calderón de la Barca y de María Jacinta Feliz de Agüero y Guzmán.
Con una de las mayores fortunas de la ciudad, Francisco Tadeo fue el hombre típico de su época, recorriendo sus propiedades y manteniendo el orden colonial establecido. Al administrar sus diversas propiedades se comunicaba en lenguaje nativo con su servidumbre indígena, ya sea quechua o aimara, uno de sus más cercanos fue el amauta Huanca que servía en la hacienda de Dorado Grande en la región de Yungas, Francisco Tadeo lo mencionaba como su consejero y confidente.
Francisco Tadeo enfermó de malaria mientras visitaba sus haciendas a inicios de 1767, regresó a La Paz con la intención de recuperar la salud pero terminó falleciendo el 10 de mayo de aquel año.
Al dejar una importante fortuna en bienes y dinero, la viuda María Francisca y su hijo José Antonio se encargaron de administrar los bienes del difunto Francisco Tadeo. Es en este punto que se conoce que María Francisca recibió una educación esmerada, producto de la cual se le hizo posible administrar las propiedades que dejaba su marido y las suyas propias.[3]
María Francisca no solo ayudó a sus hijos con la buena administración de sus propiedades, se conoce que ayudaba a parientes menos favorecidos y tenía buena relación con sor Tomasa del Corazón de Jesús, abadesa del convento de las concebidas y prima de su difunto esposo.[3] Fue también albacea de la herencia de su sobrina Petrona Calderón de la Barca. Siendo una mujer de clase alta, siguió la costumbre de la época y dejó el cuidado de sus hijos a su criada de nombre Estefanía, mientras María Francisca tenía otras sirvientas a su disposición: María, Marita, Margarita, Marcela y su esclava Rosa. Continuó con su labor viendo por el porvenir de sus hijos hasta que falleció en 1791, en su testamento dejó 200 pesos para una sirvienta indígena de nombre Catalina Orcoma, algo inusual para la época.
Francisco Tadeo y María Francisca tuvieron la siguiente descendencia:
Francisco Tadeo también tuvo una relación extra matrimonial con Juana Mesía, de esta unión nació una hija: