Francesco II de Ventimiglia, Francischello, (?-+1387[1]) fue hijo de Francesco I de Ventimiglia y de Margherita Consolo,[2] condesa de Mistretta.[3]
Francesco II de Ventimiglia | ||
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Información personal | ||
Fallecimiento |
1387 Cefalú (Italia) | |
Familia | ||
Padres |
Francesco I de Ventimiglia Margherita Console | |
Hijos | Enrico II de Ventimiglia | |
Información profesional | ||
Ocupación | Político | |
La segunda mitad del siglo XIV fue señaladamente convulsa para Sicilia: entre guerras, escaramuzas armadas y diversas epidemias de peste,[14] el reino perdió más de un 40% de habitantes.
El 30 de diciembre de 1337 la magna regia curia[15] juzgó culpable de traición (a título póstumo) a Francesco I de Ventimiglia, privándole de honores y patrimonio y solo tres días más tarde, el 2 de enero de 1338 la misma corte juzgó también culpable de traición a su hijos Emanuel y Francesco II, privándoles así mismo de todos los bienes.[16]
Los primeros pasos de ambos hermanos tras la muerte de su padre fueron bien distintos: mientras Francesco II permanecía en Sicilia prisionero de Ruggero Pasaneto, su hermano Emanuel se refugió en Aragón. En 1344 participó en el ejército de Pedro IV de Aragón el ceremonioso en la conquista del Rosellón.[17] Otros hermanos, como Alduino, se refugiaron en la corte angiovina de Nápoles, desde donde regresó a Sicilia en mayo de 1338.
En cuanto a Francesco II, en cuanto salió de prisión se unió a la facción liderada por Blasco de Alagón, gran justicia y vicario del rey Luis I de Sicilia, contra los Chiaromonte, afincados en Palermo y los Palizzi, en Mesina, los máximos exponentes en la isla de la causa angiovina.
Conservando la posesión sobre el castillo de Cristia, en el Palermitano y de algunos otros bienes, durante la difícil etapa previa a la restitución de la herencia paterna, Francesco podía contar esencialmente con dos importantes bazas: unas rentas de cierto nivel y una posición relevante que supo utilizar, por ejemplo, durante la insurrección de Palermo contra los Chiaromonte, capitaneada por Lorenzo Murra en 1351.[18]
La reconciliación entre la corona y la casa de Ventimiglia, auspiciada por Blasco de Alagón, llevó a la total rehabilitación de la casa. Más tarde, llegó el perdón real y no solo la restitución de bienes: el rey Luis I de Sicilia reconoció que la culpa de todo lo acontecido se debió a una conspiración por envidia de los Chiaromonte y los Palizzi, con lo que se conseguía una total restauración del honor del malogrado conde Francesco I de Ventimiglia y de toda su familia.[19]
Cuando murió Francesco I de Ventimiglia en 1338, dejó en su testamento[20] planificada la división de su señorío entren sus hijos: el condado de Geraci para su hijo mayor, Emanuele, y el condado de Collesano para el segundo, Francesco II.[21]
Si bien es cierto que el primogénito Emanuel de Ventimiglia entró en posesión del núcleo más antiguo de los títulos y dominios del padre, Francesco presionó a su hermano hasta obligarle a cederle los importantes territorios de la Petralia y los de Bilici. El nuevo conde de Collesano se confirmaba como el más dinámico exponente del linaje Ventimiglia: heredaba el título de camarero mayor, investido a finales de 1353, tras regresar de su exilio y en sustitución de Federico III di Chiaramonte[22] y acabó llevando la casa de Ventimiglia a su máximo esplendor, aunque a costa de una dedicación exclusiva, sin mayores miramientos durante toda su vida que lograr su objetivo.
La numerosa prole del conde Francesco I de Ventimiglia se acomodó a lo largo del Siglo XIV con diversa fortuna, en pequeños señoríos del área Madonita (Resuttano, Pettineo, Sperlinga, Gratteri), pero fueron reabsorbidos más tarde en un gran dominio unitario por Francesco II de Ventimiglia, conde de Geraci y de Collesano.
Durante toda su trayectoria y sobre todo en sus comienzos como cabeza de su casa, su fidelidad política pasó por diferentes fases. Se sabe, por ejemplo, que en octubre de 1341 Teobaldo Bubutello di Castrogiovanni, estando exiliado de Sicilia, regresó clandestínamente a la isla para contactar con la nobleza siciliana y recabar posibles nuevos apoyos a la causa angiovina, pero fue capturado y bajo tortura confesó que el propio conde Francesco II formaba parte de la conjura.[23]
En 1350 contribuyeron a fomentar una revuelta contra el conde Manfredo de Chiaromonte, que pudo ser repelida gracias a los refuerzos recibidos. En las mismas fechas, Francesco II, presa de un juvenil desvelo por una joven,[24] en una ocasión en la que imprudentemente se adentró en Palermo, junto con su hermano Emanuel y unos soldados de escolta, sufrió una emboscada de la que se salvaron milagrosamente: los dos hermanos pudieron huir por los pasajes subterráneos de la ciudad, pero su escolta fue apresada y muerta.
Más tarde, aprovechando una eventual disputa y temporal alejamiento entre los eternos aliados, las familias Chiaromonte y Palizzi,[25] promovieron con éxito una revuelta contra Matteo Palizzi, inclinando inexorablemente la balanza del poder del lado de la causa del rey Luis I de Sicilia.
En diciembre de 1353 Francesco II es investido con el título de gran camarlengo del reino.[26]
En 1355 muere el rey Luis I de Sicilia y le sucede su hermano menor Federico III de 12 años de edad, por lo que su hermana Eufemia de Aragón ocupó la regencia.[27] Esta situación permitió al conde Francesco II ocupar un primerísimo primer plano en la escena política del momento, junto con su hermano Emanuel, Artal de Alagona (hijo del ya fallecido Blasco) y a Orlando de Aragón, tío carnal del soberano Federico III de Sicilia.
Con el apoyo de la vicaria Eufemia y de Enrico Rosso, en junio de 1356 el conde de Collisano asumió el cargo de stratigoto[28] de Mesina, aunque 18 días más tarde tuvo que dejar el cargo,[29] debido a una revuelta popular provocada por los barones locales y apoyada por los angiovinos, que aprovecharon para aposentarse en la ciudad, al tiempo que Simone Chiaromonte se hacía fuerte en Palermo.[30]
En una maniobra organizada por el conde, Nicolò Abatte fue sustituido en el cargo de gobernador militar de Trapani por Guido Ventimiglia.[31] Pero le costó caro: Nicolò, señor de Isnello, optó por unirse a la facción rival del conde y se alió con los Chiaromonte y la causa angiovina, dejando a su paso por las tierras del conde un reguero de destrucción y saqueando todo lo que pudo.[32]
En febrero de 1359 muere en Cefalú la vicaria Eufemia y Francesco II asumió la custodia del joven soberano Federico III de Sicilia, que convirtió en una asfixiante tutela, privándole de cualquier tipo de iniciativa que no contase con su aprobación. A tal punto fue así que el joven rey tuvo que urdir una estratagema para eludir la férrea vigilancia de su tutor y poder reunirse con su prometida Constanza, que no contaba con el beneplácito del conde.[33] Constanza había llegado al puerto de Trapani, pero Guido Ventimiglia (gobernador de Trapani) no le permitió el desembarco alegando motivos de seguridad, permaneciendo abarloados en la isleta de la Colombara, y como el joven rey permanecía en Cefalú, bajo la atenta mirada del conde, no pudieron reunirse. Para burlar a sus vigilantes Constanza alegó que zarpaba rumbo a España, yendo en realidad a Catania donde sí pudo reunirse con su prometido, habiendo este aprovechado un descuido de su guardia personal en una batida de caza por los bosques de Cefalú.[34]
La rivalidad manifiesta entre la corona de Aragón y la casa de Anjou por el dominio de Sicilia fue una constante a lo largo de aquella época, utilizada muy frecuentemente por los barones locales, que abrazaban una causa o la contraria en cada ocasión en función de sus intereses estrictamente personales.
Siguiendo indicaciones de don Pedro IV de Aragón, el conde Francesco II inició una aproximación a los Chiaromonte,[35] consiguiendo lo que parecía imposible: una alianza duradera entre las familias Chiaromonte y Ventimiglia. Para ello acordaron el matrimonio de sus vástagos Giacoma Ventimiglia y Matteo Chiaromonte, a pesar de que Giacoma por aquellas fechas ya estaba comprometida en matrimonio con Blasco, el hijo de Artal de Alagona, pacto que no tuvo el conde mayor reparo en deshacer.
El conde se mostró particularmente hábil en el uso del matrimonio para fines políticos. En 1372 el propio pontífice, a la sazón Gregorio XI, le exigió la comunicación previa a los matrimonios de sus restantes hijas, Eufemia y Eleonora.[36]
Tras este enlace, Federico Chiaromonte rompe sus vínculos con la causa angiovina, sumándose a su nueva causa y consiguiendo en 1361 el real perdón para él y todos sus antepasados, concedido por el rey Federico III de Sicilia. Siguió siendo señor de Palermo, pero ahora con el consentimiento real.
En 1361 Francesco se rebeló contra el rey Federico III de Sicilia, del que era al mismo tiempo su máximo protector. Sin embargo, estas fases de deslealtad estuvieron seguidas de otras totalmente opuestas, fiel a su soberano. Y como muestra, el 16 de febrero de ese mismo año de 1361, Federico III de Sicilia le nombra justiciero vitalicio, siendo ya capitán de Palermo, en sustitución del conde de Módica, Federico de Chiaromonte, aunque poco después tuvo que dejar el cargo nuevamente en manos del Chiaramonte.[37]
A todo esto, tanto Francesco II como Federico Chiaromonte estaban recelosos por la reciente boda de su soberano con una representante de la corona de Aragón,[38] comenzando una etapa de oposición al rey, actitud en la que no participó su hermano Emanuele, posiblemente harto de las continuas imposiciones e injerencias de su hermano menor. Francesco II, por medio de sus capitanes los hermanos Filippo y Ricardo Castellucio, invadió el condado de Geraci, poniendo bajo custodia al mismo conde, es decir, a su propio hermano. El control efectivo del condado ya no le sería devuelto nunca a Emanuele. Posiblemente y ya que no dejaba descendencia (su hijo Francesco falleció prematuramente), aceptó su nueva situación ya que, inevitablemente, sus feudos irían a parar a su hermano tras su muerte, ya próxima por edad.
En octubre de 1362 se acordó la paz entre Artal de Alagona y los revoltosos Francesco II Ventimiglia y Federico Chiaromonte.[39] Por otra parte Francesco II acordó en pagar a su hermano Emanuel una renta vitalicia de 111 onzas, a cambio de mantener el dominio sobre el condado de Geraci. Finalmente parecía haber llegado al reino de Sicilia una situación de paz duradera, sin abusos ni disputas baronales ni más anarquía institucionalizada, pero todo a costa del propio patrimonio del rey, que tal y como el mismo se lamentaba en octubre de 1363, era un monarca a sin carisma, sin poder ni apenas autoridad. Este, que ya contaba 21 años, viudo y con hijos, exigía inútilmente a Francesco II Ventimiglia que cumpliese con el tratado por él firmado y por el que debería pagar una renta de 1000 onzas anuales al rey, para resarcirle de las ciudades y tierras usurpadas a la propia corona.[40]
La mañana del domingo del 13 de octubre de 1371, a la salida de la iglesia de San Francesco de Mesina, donde había acudido para asistir a misa rodeado de un grupo de nobles y algunos de sus funcionarios, el rey Federico fue repentinamente agredido por un arma impropia, un cincel de hierro, por un flamenco (sellaio flammingo) conocido como maese Tomeo, que acertó a herir al soberano, aunque solo levemente y en el abdomen. En el momento del atentado, el conde de Geraci iba a su lado. Tras el desconcierto inicial del inesperado ataque, el atacante fue inmediatamente reducido por el mismo conde de Geraci, que lo mandó retener en prisión. Considerando la posibilidad de que detrás del atentado pudiese existir una trama conspirativa, ordenó que en su encierro el agresor fuese estrechamente custodiado por familiares del rey, para garantizar la vida del reo y así más tarde poder interrogarlo convenientemente. No obstante la participación directa y proverbial del conde en el desarme y detención del magnicida, no estuvo exento de ser el blanco de murmuraciones populares, en las que le implicaban como a uno de los instigadores.[41]
En 1372, se firma en Aviñón, la sede papal, un acuerdo entre el papa, la reina Juana (de la Casa de Anjou) y Federico III de Sicilia, reconociéndose mutuamente como soberanos de sus respectivos territorios, lo que aliviaría sensiblemente la presión sobre la zona en los próximos años.
En 1375 el conde Francesco tomó como consejero a Guglielmo Spatafora, señor de Caltavuturo.[42]
Federico III de Sicilia murió en 1377[43] dejando una hija de 15 años, María de Sicilia, y una disposición de 1375 en la que reconocía a la Corona de Aragón el derecho de sucesión al trono siciliano, en estricto cumplimiento de la ley sálica vigente. Este cambio de dinastía no contó con el beneplácito de los barones locales, que no deseaban posibles cambios en el equilibrio de poder. Los cuatro linajes más poderosos (los Ventimiglia, Chiaromonte, Alagona y Peralta) acordaron dividirse territorialmente Sicilia,[44] distribuyendo la isla en función de las posesiones territoriales de cada uno, y gobernar como tutores y representantes (vicarios) de la reina María de Sicilia sin injerencias externas. Este período, conocido como el gobierno de los cuatro vicarios, duró hasta 1392, se señaló por un superávit agrícola y consiguiente recuperación de las exportaciones, y estuvo marcado por las continuas rebeliones de los otros barones, no aliados o excluidos del pacto.
Artale Alagona, uno de los cuatro vicarios, convirtió la custodia de la joven María en un férreo control a disposición de sus intereses personales, llegando incluso a planear en 1379 el matrimonio de su tutelada con Gian Galeazo Visconti. Enterados el resto de vicarios, mediante una estratagema consiguieron que Raimundo Moncada secuestrase a la reina María del castillo Ursino (Catania) y fuese trasladada a Cerdeña y más tarde a Barcelona, bajo tutela de la casa de Aragón (era nieta de los reyes de la corona de Aragón). En 1390 se casó con Martín el joven hijo de Martín I de Aragón.
A finales de 1387[45] murió Francesco II en Cefalú habiendo llevado sus estados al punto álgido, tanto en esplendor como en extensión. Jamás ningún otro miembro de la familia llegaría a superarle. Pero por disposición testamentaria, este volvería a ser nuevamente fraccionado entre sus hijos Enrico (Geraci) y Antonio (Collesano), mientras que el tercero, Cicco, inicialmente desheredado,[46] acabaría poseyendo el importante feudo de Regiovanni.
Según Antonio Mogavero Fina,[47] Francesco II de Ventimiglia fue un hombre pío y de múltiples méritos, al cual se deben entre otras las fundaciones de la abadía de Santa María del Parto en Castelbuono en 1366,[48] del monasterio de Santa María de la Cova (Geraci, 1386), del monasterio de Santa María de Pedaly (Collesano) y el de Santa María de la Misericordia, de Castelbuono.[49] En esta última ciudad fundó también la iglesia de la Matrice Vecchia y el monasterio de San Antonio Abate.[17] El Monasterio de San Antonio Abate fue dotado desde su inicio con 3000 ducados de plata anuales, 2 abadías y 'muchos beneficios eclesiasticos', permaneciendo bajo el patronazgo de la Casa de Irache.[50][51]
Francesco II testó el 08/01/1386[52][53] y murió en 1387.[54][55]
Casó en primeras nupcias con Elisabetta de Lauria (señora de Taormina),[56] hija de Niccolò de Lauria Entenza, señor de Taormina (signore della porta di Taormina) en 1338,[57] y de su esposa Albertina Abatte, y nieta de Roger de Lauria, gran almirante de Aragón y Sicilia, y de su segunda esposa, Saurina Entenza Moncada (†1325), hermana de Berenguer.
Casó en segundas nupcias con Eufemia de Manuele,[75] única hija y heredera de Antonio de Manuele, señor de Burgocristiano y Burgimilluso, de la cual tuvieron una hija:[76]
Predecesor: Emanuel de Ventimiglia |
XIII conde de Geraci (? - 1385) |
Sucesor: Enrico II de Ventimiglia |