La fiebre de los humos metálicos (FHM) comúnmente llamada "fiebre del metal", es generalmente una patología benigna de corta duración que sucede tras la exposición a vapores metálicos, óxido de cinc (ZnO) en concentraciones superiores a 400 mg/m³. También se puede producir al exponerse a vapores de otros metales como cobre, magnesio, cadmio o níquel entre otros.
La fiebre del soldador es el trastorno agudo de la respiración más común que sufren los soldadores, generalmente aquellos que son trabajadores nuevos o los que se incorporan al trabajo después de un periodo de inactividad.
Esta enfermedad se produce como consecuencia de la liberación de pirógenos por los macrófagos pulmonares, cuando se produce una lesión por parte de las partículas del compuesto metálico.
Es una enfermedad que dura de 24 a 48 horas[1] y suele producir síntomas similares a los producidos por la gripe:
Estos síntomas duran varias horas y suelen ir seguidos de transpiración, somnolencia y a menudo poliuria y diarrea.
Se miden los niveles de leucocitos polimorfonucleares y los niveles de cinc en sangre. En esta intoxicación tanto los niveles de cinc como los leucocitos polimorfonucleares están elevados en sangre.
Los riesgos en la salud y los efectos asociados con los gases y humos vienen determinados por:
Se pueden realizar algunas acciones preliminares para determinar el grado de riesgo:
Después de evaluarse los riesgos de salud, el próximo paso consiste en asegurar su control. Existen tres métodos básicos de control de humo y vapor de las soldaduras:
El Reglamento de Control de Sustancias Peligrosas para la salud 2002 (Control of Sustancies hazardous to Health Regulations) requiere el análisis de la exposición laboral a sustancias peligrosas para que se puedan prevenir o controlar adecuadamente.
El primer paso para cuantificar el potencial de exposición a humos y gases de soldadura es entender los procesos de soldadura más comunes, sus tasas de generación relativa de humo (TGRH) y otros factores potenciales de exposición.
El límite de exposición laboral (TLV) que no debe superarse para la fracción respirable de óxido de cinc es de 2 mg/m³.[3]
El tratamiento es sintomático: antihistamínicos, antigripales...etc.
La recuperación suele ser completa al cabo de unas 24 horas sin que queden secuelas.[4]