Fernando Gualtieri (Savelli, Calabria, Italia, 8 de noviembre de 1896-Buenos Aires, Argentina, 24 de junio de 1967) fue un impresor, editor y poeta argentino de origen italiano.[1]
Fernando Gualtieri | ||
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Información personal | ||
Nacimiento |
8 de noviembre de 1896 Savelli, Calabria, Italia | |
Fallecimiento |
24 de junio de 1967 Buenos Aires, Argentina | |
Nacionalidad | Italiana y argentina | |
Religión | Ateísmo | |
Familia | ||
Padres | Maria Sacco y Antonio Gualtieri | |
Familiares | Dante Sacco | |
Información profesional | ||
Ocupación | Editor, impresor, poeta, tipógrafo | |
Medio | La voz de los tiempos, La voz del Gremio, La voce del calabrese | |
Fernando Gualtieri nació el 8 de noviembre de 1896 en Savelli, un municipio de la región de Calabria, en el sur de Italia. Era hijo primogénito de Antonio Gualtieri y María Sacco. Tenía también dos hermanos y tres hermanas. En su localidad natal asistió a la escuela y a los doce años emigró a Argentina. Allí se quedó en Buenos Aires en casa de su tío, Dante Sacco. Este era dueño de una imprenta, lo que llevó a Gualtieri a aprender el oficio de tipógrafo. Esta labor le vinculó muy pronto con la literatura anarquista y no tardó demasiado en escribir sus primeros versos ácratas.[1]
En 1918 publica ¡Ushuaia!, un anatema en verso contra la cárcel del sur de Argentina a donde se enviaba a los anarquistas presos. En abril de 1919 publicó Clarinadas, otro libro de poemas donde exaltaba tanto la Revolución rusa como a la víctimas y represaliados de la Semana Trágica de Buenos Aires. Trabajó por esta época con La voz del Gremio, periódico del Sindicato de camareros.[1]
Entre 1923 y 1924 fue editor de Biblioteca La Palestra. Se trataba de un quincenal libertario donde se abordaban temas de literatura, crítica y arte, así como se publicaban ensayos y obras de ficción. Entre otros autores, se publicaron obras de Anatol Gorélik, Arturo Capdevila, José Portogalo, Almafuerte o Enrique Serantoni. Escribió y publicó también literatura anarquista y folletos literarios en prosa y verso, como los anatemas ¡Yanquilandia!, en defensa de los anarquistas italo-estadounidenses Sacco y Vanzetti, o Santa Cruz. En febrero de 1924 la imprenta fue allanada por la policía y entró en prisión. La policía secuestró también su edición de El héroe del pueblo.[1]
En 1927 pasó a ser codirector de la revista La voz de los tiempos. Dos años después, en 1929, recopiló su obra poética en el libro Versos de amor y de combate. Le dedicó poemas a personajes destacados del mundo anarquista como Ferrer Guardia, José Scalise o José Domínguez Gómez Rojas. Escribió también un soneto en coautoría con Gustavo Riccio, otro poeta italo-argentino.[1]
En la década de 1930 Gualtieri se retiró de la militancia anarquista.[2] Se hizo editor del periódico La voce del calabrese durante seis años y estuvo a cargo del programa radiofónico La hora calabresa. Fundó y dirigió la Sociedad Savallese y el Centro calabrés.[1]
Gualtieri solía enviar sus poemas a las publicaciones anarquistas más diversas. Normalmente recibía reseñas positivas. Sin embargo, el periódico Pampa Libre, cuando recibió su folleto ¡Yanquilandia!, le respondió: «Déjese de versito llorones, que la Pampa necesita brazos y cacúmenes fuertes».[1] Mantuvo también alguna polémica con Diego Abad de Santillán, pues en la década de 1920 tomó una posición equidistante en las polémicas que se dieron entre los periódicos La protesta y La antorcha, destacados entre la prensa anarquista.[1] Por contra, Abad de Santillán se posicionó del lado de La protesta.[2]
Por otra parte, el historiador anarquista Osvaldo Bayer incluyó el poema Maldición de un maldito en el disco de 1985 Los anarquistas (1901-1906). Marchas y canciones de lucha de los obreros anarquisas argentinos, recitado por el actor Héctor Alterio.